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Las vacaciones de la Guardia Imperial

Las jerarquías de la empresa Guardia Imperial se ganan con sangre Telam

BUENOS AIRES -- ¿Habría prontuarios más escandalosos que los de la barra de Racing en el selecto crucero Costa Serena? Seguramente sí. Tales naves se llenan, entre otras especies no precisamente ejemplares, de nuevos ricos de sospechosos ingresos.

Pero estos elegantes estafadores están mejor preparados para la movilidad social. Por lo pronto, aunque se inclinen por un exhibicionismo con aires de revancha, no lucen como tumberos recién fugados.

Creo que, para la mayoría, el mero aspecto de los muchachos torna inaceptable su presencia en un crucero. Los convierte en profanadores que, con toda lógica, ponen el funcionamiento un dispositivo defensivo, un bombardeo de condenas que los medios propalan a toda velocidad.

Se sabía que los barones del tablón hacían negocios. Quizá nunca se supuso (y la foto en circulación lo demuestra con crudeza) que se entregaban a estos lujos burgueses. Que, como otros recién llegados a la prosperidad, quieren auscultar los placeres que forman parte de la categoría de "exclusivo".

Esta vocación por enderezar sus ambiciones hacia la buena vida hiere la sensibilidad de las almas bellas, para las cuales los negros feos y maleducados son inadmisibles en las maravillosas fortalezas flotantes.

Pero a otros les hace pensar que los barras se volverán una organización previsible, ordenada e incluso pacífica si logran funcionar como una empresa.

Es probable que el presidente de Racing, Gastón Cogorno, imagine una convivencia más o menos civilizada en estos términos. Siempre se mostró tolerante con la hinchada y dijo que se aviene a concederle favores porque conoce a cada uno de los miembros de los tres sectores en los que se divide.

Quien apueste a este tipo de integración debe saber (si no lo sabe todavía) que la profesionalización de las barras se monta en la violencia. Las jerarquías en la grilla de la empresa Guardia Imperial, por citar un caso, no se gana con cursos de marketing en el extranjero sino con sangre.

Así se establece el escalafón de los que luego administran las ganancias derivadas del estacionamiento, la reventa, el merchandising o la extorsión. Cualquier estructura de raigambre mafiosa se conduce del mismo modo.

De hecho, el tan mentado Raúl Guillermo Escobar Barrios, más conocido como Huevo, líder de la alegre comparsa de turistas que pasó por Brasil y Uruguay, será juzgado este año junto a otra decena de barras por el crimen de Gustavo Rivero, ocurrido en febrero de 2002, cuando se jugó un clásico de Avellaneda.

Sería mejor olvidarse de seducir a la barra con el propósito de que modere su conducta. Como plantea Javier Cantero, titular de Independiente, se trata de romper con el chantaje y recuperar el club y el estadio para los socios y el público.