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Más que merecido

BUENOS AIRES -- En el llamado campeonato de la irregularidad, hay que felicitar al campeón Lanús, que dentro de los altibajos comunes a todos los participantes del Apertura fue el más regular, tanto en sus actuaciones como en sus resultados.

Eso, a pesar de arrancar con una derrota 5-3 contra Independiente en la primera fecha. Paradójicamente, allí se empezaron a definir dos destinos con final muy diferente. Lo que pasó con el ganador de ese partido lo trataremos otro día; en cuanto al perdedor (algunos dicen que injusto perdedor aquella noche), veamos qué es lo que tiene el nuevo campeón del fútbol argentino.

LOS JUGADORES

Lanús es un equipo con una base bien sólida de las divisiones inferiores, con jóvenes que vienen bien de abajo y que desean hacerse de un futuro propio.

Junto a esos jóvenes, tenemos a un par de "referentes", si se los puede llamar así, que son quienes no crecieron en el club: Graieb y Bossio, que a partir de su experiencia le demuestran a los demás en cada entrenamiento o partido qué hay que hacer para llegar a ser el mejor. Ellos fueron, junto a los Ribonetto, Hoyos y Velázquez, los responsables de darle cimientos muy firmes al plantel, con el deber de saber que no tenían mucho para regalar y equivocarse.

Desde el vamos corrieron desde atrás, pero con un grupo de jugadores del cual casi siempre salía el mismo equipo, salvo algún cambio por lesión, suspensión o baja en el rendimiento. Esa constancia en el armado del equipo también fue factor importante a la hora de explicar el logro obtenido.

El "leit motiv" fue jugar bien al fútbol: tratar de tocar como filosofía para tener hegemonía en el juego, usar los cuerpos livianitos en el medio y en la salida, pero no como fin en sí mismo sino como medio. El mensaje era: "Atención, nos gusta respetar el juego, pero nuestra meta es convertir, ya que si no, no lograremos nuestro objetivo, que es ganar".

Y a partir de la recuperación, los Pelletieri, Fritzler y Salomón sabían muy bien que rápidamente tenían que utilizar a los Benítez, Blanco, Aguirre y Acosta para salir disparados en contragolpe.

Dejé a Valeri aparte porque reúne muchas de las cualidades de sus compañeros: en el trabajo ofensivo con su buena pegada, técnica, claridad y visión para habilitar a sus compañeros, y además con mucha llegada, un atributo difícil de conseguir en estos tiempos. Es el jugador diferente que tiene todo equipo, y si no se equivoca tiene un gran futuro; depende solamente de el.

Además Lanús tuvo como definidor a uno de esos jugadores que cuando están de racha es imparable: Sand. Un goleador que se equivoca cuando se empecina en jugar de manera egoísta, ya que así pierde peso en su juego primordial que es la definición. Pero cuando se da cuenta de que su negocio es hacer todos los movimientos necesarios para que sus compañeros lo encuentren y él tenga que servir como torre para devolver o libre para definir, ahí termina siendo implacable.

Como muestra, vaya el primer gol contra Gimnasia y Esgrima La Plata: Blanco corrió casi 20 metros por la derecha y venía levantando la cabeza, hasta que Sand hizo el movimiento como para ir al primer palo y se frenó; ahí su compañero lo vio y aprovechó a tirar el centro para que Sand colocara su cabeza y empezara a construir la victoria. Típico gol de goleador.

Para cerrar, quiero decir que no me gustaría que vuelva a pasearse por los clubes; este campeonato logrado es para él una revancha, sin dudas, y confirma que fue una pena que River no tuviera confianza en sus atributos.

EL CONDUCTOR

Pasemos a alguien que, por más que fue mi adversario en la cancha en los años 60 y 70, no conozco en su trabajo: Ramón Cabrero.

Pasó muchos años trabajando de un lado a otro hasta que tiró el ancla en su querido club, Lanús, para poner toda su energía y dedicación en un puesto al que yo le tengo mucho respeto, como es el de la formación del jugador. De la manera en que lo hizo Cabrero, así siento que tiene que trabajarse en las inferiores, tratando de darle al jugador una gran cantidad de información y de formación para que cuando llegue arriba tenga más atributos que defectos.

Así transcurría la vida de Cabrero, hasta que un día le dijeron: "El DT de la Primera sos vos".

Y él seguramente pensó: "Ahora voy a aprovechar todo lo que le di a estos chicos".

Así comenzó a trabajar con el primer equipo: con un discurso tranquilo, sin frases altisonantes y con la humildad de los que saben cuánto le costó llegar. Sin correr detrás de las luces y micrófonos, porque sabe también que no serán ellos los que harán ganar partidos primero y el título después.

Como buen futbolista que fue, hizo que su equipo tuviera mucho respeto por la construcción del juego, con toques, vivacidad y técnica para poder así conseguir el monopolio del balón.

Su trabajo semanal no lo conozco, pero el personaje que vemos del otro lado de la línea me da toda la impresión de ser alguien que respeta mucho al jugador y con eso demuestra lo inteligente que es. Sabe que, así como él podía decidir en el pasado, ahora en el presente son ellos que deciden su futuro.

Eso no le quita méritos: él sabe que le corresponde un buen porcentaje en la obtención del título, pero su sencillez hace que lo saboree tranquilamente.

En definitiva, Lanús es un campeón más que merecido. Me recuerda mucho al Argentinos Juniors de 1985, dado que forma parte de los que parecería que no tienen derecho a ser campeones. Pero, por suerte, los pobres también merecen tener su momento de gloria.

Mis respetos al campeón. Felicidades.