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Weekend Dime

LeBron James

(Getty Images)

Todos los analistas de ESPN lo calificaron con un 10. Todos menos Marc Stein.


Es hora de confesar: Fui yo.

No hay necesidad de culpar a Skip Bayless esta vez.

Yo soy el único idiota, de un panel de 104 votantes, que no consideró correcto otorgarle a LeBron James un 10 reluciente en el último #NBArank de ESPN.

Soy el único idiota sin remordimientos.

Y he aquí la razón: Por lo general estoy en contra de la noción de los 10 perfectos y no estoy convencido de que LeBron merezca uno después del campeonato. Soy tacaño con la idea de la perfección, sobre todo a la hora de calificar a los jugadores de básquetbol, así que nadie iba a obtener un 10 de mí cuando nuestros jefes nos pidieron que evaluáramos a todos los jugadores de la NBA en agosto. Ni siquiera LeBron después de una temporada indudablemente histórica en la que ganó dos títulos de JMV y asumió el rol dominante de Kobe Bryant en el equipo estadounidense que ganó una medalla de oro en Londres unas pocas semanas después de que James alcanzara su primer título de la NBA con el Miami Heat.

Todavía no.

Por más impecable que suene todo esto, es sólo una temporada. Habría dicho lo mismo sobre Michael Jordan después del primer título de los Bulls en 1991 -- tendré que ver esta clase de excelencia sostenida durante al menos dos temporadas para darlo todo. Así que LeBron fue uno de los únicos cinco jugadores que recibió un 9 de parte de quien suscribe, junto con Kevin Durant, Chris Paul, Dwight Howard y Derrick Rose, quienes casualmente terminaron en ese orden, del 2 al 5, en el #NBArank.

¿En retrospectiva?

¿Con un mes de retrospectiva desde que LeBron terminó primero en el #NBArank?

No tengo remordimientos.

En un mundo perfecto, con alternativas de calificación más flexibles, me habría encantado calificar a LeBron con un 9.5 o tal vez hasta un 9.7, con Durant en 9.3 y CP3 en 9.1. Sospecho que en dichas circunstancias muchos otros votantes habrían hecho lo mismo en lugar de otorgarle a James un 10 antes del #NBArank 2013. Sin embargo, esta opción no estaba disponible. Así que yo consideré que un 9 era más adecuado, dada la naturaleza absoluta de las calificaciones de 0 al 10 bajo las normas vigentes del #NBArank.

Si tuviera que volver atrás para cambiar algo, supongo que podría bajar las calificaciones de Howard y Rose a 8, debido a las graves lesiones que descarrilaron a ambos la campaña pasada, y las preguntas que persisten acerca de cuánto tiempo les llevará a D12 y a D-Rose recuperar su máximo nivel. Podrías convencerme de que tal vez debería repartir menos 9s si no habrá un 10.

¿De lo contrario?

Cuando miro la calificación final de LeBron de 9.99, debo decir que estoy contento con cómo se dieron las cosas. Por lo menos, mi supuesta estupidez tal vez ayude, de alguna manera, a reforzar la idea de que LeBron todavía debe lograr algunas cosas luego de su Anillo N°1 (lo cual, por cierto, es algo que el propio LeBron admite libremente.)

Después de un mes de parloteos de que de pronto tiene a MJ (seis anillos) en la mira, no puedo evitar la sensación de que muchos de nosotros -- después de criticar duramente a LeBron durante su primer año en Miami y la caída del Heat en las Finales del 2011 -- estamos compensando por demás y exagerando adulaciones para compensar nuestro error. Probablemente no necesitaste demasiadas conjeturas para predecir qué nombre sería revelado al final de la procesión del #NBArank, ya que todos estamos de acuerdo que es la primera vez que King James ha arrancado la temporada como el monarca indiscutido del básquetbol. Sin embargo, la temible narrativa ha llegado demasiado lejos esta vez con todas las comparaciones de LeBron versus Jordan.

Sé que soy parte de la minoría que nunca sintió la necesidad de adorar a "His Airness" en el altar, pero hasta yo estoy aquí para decir: Vamos. Hablar de LeBron en estos términos, incluso después de las alturas Jordanescas que claramente alcanzó con la destrucción de los Celtics en el Juego 6 en Boston con el Heat al borde de la eliminación en las finales de la Conferencia Este, es algo absurdo en este momento.

¿No podemos esperar a ver qué pasa en el 2012-13? ¿Podemos resistir el impulso cada vez mayor de hablar y hablar sobre James como si fuera uno de los Invencibles cuando, contando el Juego 4 de las Finales y la apertura del martes por la noche ante Boston, se vio afectado por calambres en los últimos minutos de dos de los últimos cuatro partidos de Miami que cuentan? Hace mucho tiempo aprendí la lección de no poner en duda a Pat Riley, y suscribo plenamente al argumento de Riley luego de las Finales de que la verdadera diversión empieza ahora para LeBron y el Heat tras haber exorcizado los demonios de Dallas. Pero primero tenemos que ver un poco de esta diversión.

¿No hace falta que James tenga al menos dos campañas transcendentales consecutivas antes de que perdamos la cabeza y nos ahoguemos en superlativos?

Hasta los calificadores más tacaños se verán obligados a repensar las cosas si LeBron, trabajando como lo hace hoy por hoy con tanta fuerza en el poste, consigue un segundo campeonato consecutivo con algo semejante al estilo de la temporada pasada. Soy lo suficientemente hombre como para decir que las normas pueden cambiar y las creencias evolucionar, y mi 10 estará sobre la mesa si LeBron mantiene su dominio.

O simplemente puedes tacharme de loco y volver aquí el próximo viernes para leer un Weekend Dime más cuerdo. Estás en todo tu derecho.

Pero piénsalo. En el fondo, no creo que estemos muy lejos de consensuar que LeBron aún tiene mucho por qué jugar, mucho por lograr, mientras se pone a trabajar en los 100 o más partidos que le esperan en su 10ª campaña de NBA.

Sin importar qué tan (in)significante sea mi aprobación.

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