<
>

El juego colectivo hace la diferencia

Es como el mito de la caverna de Platón, o como Matrix en su punto máximo de quiebre: puedes vivir en una ignorancia placentera o atravesar los campos minados de la realidad. Si eliges lo primero, será todo una ilusión confortable; por más que pinche no sentirás dolor. Si eliges lo segundo, todo será trabajo, esfuerzo y dedicación, con la condena de no saber si al final del día tanto sacrificio vendrá aparejado con un premio reparador.

Los Knicks vivieron los dos caminos en temporadas diferentes. La ilusión de Jeremy Lin, con esa historia conmovedora que hizo crecer lingotes de oro en el desierto más castigado de la tierra, y la de la realidad actual de un equipo veterano, que tiene todos los trucos ya exhibidos pero que sin embargo parece ser mucho más real que su antecesor.

Tarde o temprano, las cortinas de humo se disipan; no se puede tapar el sol con el dedo índice y pretender que los rayos no aparezcan en el horizonte. Mike Woodson le ha dado grandes lecciones a los fanáticos del básquetbol: a) nadie gana en la NBA si no defiende b) la pretemporada sólo sirve como prueba y no es referencia de nada de lo que pasará después. Ejemplo: Chris Copeland c) la mente es más rápida que cualquier par de piernas d) la construcción de los equipos requiere tiempo, no hay fórmulas ni elixires mágicos.

Carmelo Anthony ha brillado en los primeros dos partidos de los Knicks en casa -con triunfos ante Miami Heat y Philadelphia 76ers- y ha tomado una gran cantidad de tiros para cerrar planillas de lujo. Leí y escuché a sabelotodos del básquetbol decir que Anthony estaba haciendo exactamente lo mismo que en la temporada anterior. Vaya error grosero de concepto.

Anthony está jugando muy por encima de sus inicios en New York porque el contexto es superador. El equipo es absolutamente mejor, está formado por jugadores muy inteligentes y sus armadores distribuyen el balón a la velocidad de la luz. Por lo tanto, los tiros de Anthony -y del resto de los mortales de Knicks- pueden ser iguales en cantidad, pero son mucho mejores en calidad. Repetimos la máxima que una y otra vez hemos expresado en estas columnas: mas vale un tiro bien asentado del peor jugador de tu equipo que un mal lanzamiento de tu estrella.

Anthony, ante Philadelphia, anotó 10-18 en tiros de campo y fue el talento que más lanzó de su equipo. Bravo. Era hora de que la estrella sea el que tome esta clase de determinaciones. El punto más favorable de su juego estuvo en la cercanía de sus tiros, ubicándose la mayoría en el sector de mayor efectividad: anotó 9-14 de dos unidades y 4-5 en la pintura, demostrando que él también puede ser un híbrido para los Knicks: juega de dos, de tres o de cuatro, y altera los quintetos propios y del rival.

Melo anotó 57 puntos en dos partidos; sólo tres jugadores en los 67 años de historia de la franquicia anotaron tantas unidades en los primeros partidos de una temporada, siendo triunfos en ambas presentaciones. En 1962, Richie Guerin hizo 57 en los triunfos ante Chicago Zephyrs y Lakers; en 1970, Willis Reed contribuyó con 58 en las victorias ante Celtics y Cincinnati Royals; y en 1993, llegando a nuestros días, Patrick Ewing hizo 76 en los festejos de Knicks ante Celtics y Cavaliers.

El trío de bases de los Knicks -Jason Kidd, Raymond Felton y Pablo Prigioni- plantean un juego muy superior desde lo conceptual a diferencia de lo que pasaba con Lin al mando. Los tiros los toman los que los tienen que tomar y el balón circula a velocidad para encontrar el lanzamiento adecuado. La pelota llega a la pintura con facilidad y es ahí donde New York marca diferencias (no es casualidad que hayan anotado, ante los Sixers, 18-27 en ese sector).

"No puedes defender un pase", dijo Kidd. "No importa lo que hagas, la pelota siempre viajará más rápido".

Kidd, Felton y Prigioni se combinaron para 25 puntos, seis robos y once asistencias en total. La decisión de Woodson de jugar con doble base -un clásico en sus equipos- beneficia el control de balón de New York y mejora la distribución: los Knicks tuvieron 18 asistencias en 39 conversiones ante Philly, pero más allá de los números la circulación es notable, porque sin Amare Stoudemire, fuera por lesión, el juego de pick and roll casi no es utilizado en la Gran Manzana.

"Creo que cuando compartes el balón, se produce el efecto contagio, y los muchachos entran en esa sintonía", dijo Woodson. "Y el hecho de que tantos jugadores puedan convertir tiros hace que no sepas quien puede darte todo en cada noche que jugamos".

Es así que jugadores desordenados por naturaleza, como J.R. Smith, aportan muchísimo con armadores de alto concepto basquetbolístico. Entienden su lugar en la cancha y frenan el ritmo cuando los cerebros así lo ordenan. Si miran quién era su base en su mejor momento en los Nuggets (los ayudo, Chauncey Billups) entenderán el porqué de lo que estamos hablando. Smith es, al momento, el sexto hombre de lujo que tiene este equipo. Eso no es todo: ¿pensaron lo que gana un especialista como Steve Novak cuando la pelota circula a la velocidad de la luz? Ningún jugador es mejor que todos juntos.

Como siempre sucede, todo comienza por la defensa en el básquetbol. Los Knicks frenaron todas las intenciones del campeón Heat en el arranque y luego limitaron a los Sixers al 43% de efectividad en tiros de campo. Como si fuese poco, dejaron a sus oponentes por debajo de la barrera de 90 puntos en los primeros dos juegos, algo que no sucedía desde 2003-04. La presencia de Tyson Chandler como faro en la pintura es determinante, pero también hay otros actores que han dado un paso al frente: Anthony, el jugador referencia, ha crecido una enormidad en este apartado y todo tiene que ver con la idea instaurada desde el cuerpo técnico, extendida por las extremidades de Kidd y el resto de los veteranos: no es casualidad ver a Melo lanzándose como un clavadista a la segunda fila del MSG para salvar un balón.

"Cuando tu estrella toma ese camino, todos debemos dar un paso al frente y jugar de esa manera, no importa más nada", dijo Felton luego del juego.

No esperemos de estos Knicks un equipo especialista en transición ofensiva, pero sí serán aplicados en el balance defensivo. El Heat, aplicados en esta vía gracias a su cantidad de correcaminos, marcó sólo 10 puntos en contraataque ante New York, mientras que los Sixers sólo pudieron hacer dos.

"Son muy duros para defender. Están jugando una defensa de lujo", dijo el coach de Philadelphia Doug Collins. "Es un equipo muy difícil de enfrentar porque pueden postearse o abrir la cancha. Mueven el balón realmente bien. Juegan un básquetbol muy poco egoísta".

Los Knicks han tenido, con dos victorias en sus primeras dos presentaciones, su mejor arranque desde que sumaron un 3-0 en la temporada 1999-2000. Más aún, los dos triunfos han sido por un margen de dóble dígito y es la tercera vez que eso sucede en la historia de la franquicia: lograron lo mismo en 1952 bajo las órdenes de Joe Lapchick y en 1972 con Red Holzman al frente.

Los Knicks volverán a jugar ante los Sixers este lunes por la noche y luego tendrán tres días de descanso: Marcus Camby se prepara para sumarse a la orquesta de Woodson el próximo viernes. El gran desafío de los Knicks será incorporar a Stoudemire -el equipo está 16-5 sin él en las últimas dos temporadas- para potenciar el talento grupal sin que se resquebraje la estructura.

"La experiencia que tenemos en este vestuario hace que no tome mucho tiempo saber cómo jugar y qué tenemos aquí", dijo Kidd. "Son muchachos que entienden el juego, conocen sus roles y lo hacen muy bien".

El juego colectivo hace la diferencia en la Gran Manzana. Con las súper estrellas sin ganas de hacer estragos en cuestiones de marketing, es la defensa y la circulación de balón la que está generando resultados. Una nueva historia nace en los rascacielos de Manhattan.

No le quiten el ojo de encima a este equipo.