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El amargo adiós de Joe Dumars

Joe Dumars, con Kentavious Caldwell-Pope, Tony Mitchell y Peyton Siva, elegidos en el Draft 2013. Allen Einstein/NBAE/Getty Images

Una de las épocas más exitosas de la historia de los Detroit Pistons llegó a su fin esta semana, al anunciarse la renuncia de Joe Dumars al puesto de presidente de operaciones de baloncesto.

Se trata de una figura emblemática en la franquicia, un hombre que salió campeón como jugador y como ejecutivo y que, durante la primera mitad de la década del 2000, se había convertido quizás en el gerente general más astuto y efectivo en toda la NBA.

Dumars construyó una mini-dinastía de la nada y en repetidas ocasiones logró sacarle agua a las piedras para el beneficio de la institución de toda su vida.

Sin embargo, su efectividad bajó considerablemente y ni él ni los Pistons fueron capaces de darle fin a tiempo a uno de los matrimonios más longevos de la liga.

El ex guardia se va con una imagen muy deteriorada y con una franquicia envuelta nuevamente en la mediocridad a causa de apuestas de riesgo que simplemente no dieron los mismos frutos que hace más de una década.

Quizás dentro de 10 o 20 años, analizando la totalidad de sus casi 30 años ligados se pueda pintar una imagen más justa de lo que fue su estadía en Motor City, pero sin dudas hoy el sabor que les queda en la boca a los fanáticos es uno amargo debido al oscuro presente y peor futuro de la franquicia.

Dumars es un ejemplo, para Detroit y toda la NBA, de que perpetuarse en el poder, en cualquier ámbito, rara vez suele ser la decisión correcta.

EL MEJOR ARQUITECTO

Dumars fue escogido en el draft de 1985 y ganó el anillo con los Pistons en 1989 y 1990 junto a los "Bad Boys" de Isiah Thomas.

Luego, tras su retiro en 1999, Detroit le dio las llaves de la franquicia y rápidamente comenzó a construir una de las plantillas más exitosas de la historia del club.

A punto de perder a Grant Hill a través de la agencia libre, Dumars realizó una maniobra que le permitió al club adquirir no solo a un veterano capaz como Chucky Atkins, sino a la que sería la piedra angular del equipo campeón en 2004.

Sí, Dumars consiguió en ese canje con Orlando Magic a Ben Wallace, quien luego ganaría el premio al Jugador Defensivo del Año en cuatro ocasiones.

Luego, en 2002, el ejecutivo aprovechó la desesperación de Michael Jordan y sus secuaces en Washington Wizards y adquirió al prometedor escolta Rip Hamilton. Ese mismo verano firmó a Chauncey Billups con un contrato de seis temporadas y 35 millones de dólares, y este le devolvería la confianza logrando el JMV de las Finales en 2004 y yendo tres veces al Juego de Estrellas.

Para completar la faena, Dumars escogió al alero Tayshaun Prince en el draft de ese año, y este se convertiría en un titular inamovible en esa etapa de la franquicia. A él se le sumó el pívot turco Mehmet Okur, quien había sido escogido en la segunda ronda del draft de 2001.

Más adelante, de cara a la temporada 2003-2004, Dumars reemplazó a Rick Carlisle por Larry Brown, y días antes de la fecha límite de traspasos adquirió a Rasheed Wallace y Mike James.

Estos cambios solidificaron el núcleo del plantel que ganó el título en 2004 y que perdió en las Finales ante San Antonio Spurs en 2005 en siete partidos.

Antonio McDyess, Lindsey Hunter y Jason Maxiell fueron otros jugadores que el ejecutivo firmó o consiguió a través del draft y que permitieron a Detroit tener una etapa de tanta prosperidad.

Sin embargo, en 2003 Dumars cometió uno de sus peores errores, y aunque esto no alteró el futuro inmediato, quizás los Pistons hubieran ganado mucho más a largo plazo.
La decisión de elegir a Darko Milicic por encima de Dwyane Wade, Carmelo Anthony o Chris Bosh es de las peores de la historia del sorteo.

SU PEOR ENEMIGO

Los Pistons alcanzaron al menos las Finales de Conferencia en seis temporadas consecutivas (2003-2008), pero ese éxito prolongado envalentonó a Dumars a tomar decisiones aún más arriesgadas.

La temporada siguiente, Dumars canjeó a Billups por Allen Iverson para crear espacio salarial para el verano de 2009 y allí comenzó la debacle. El ejecutivo utilizó ese dinero para firmar a Charlie Villanueva (5/$35M) y Ben Gordon (5/$55M) y ambos fracasaron de la manera más explícita posible.

La extensión de contrato a Hamilton en 2008 (3/$34M) también resultó ser exagerada para un jugador que ya mostraba señales de deterioro.

El mercado de cambios tampoco fue un aliado de Dumars como en el pasado, evidenciado por el traspaso de Arron Afflalo a Denver Nuggets a cambio de una selección de segunda ronda. Previamente también había "regalado" a Amir Johnson a Milwaukee Bucks y luego a Chase Budinger a Houston Rockets en 2009.

Su récord en el draft también decayó considerablemente: Rodney Stuckey, Jonas Jerebko, Austin Daye y Brandon Knight simplemente no funcionaron.

Greg Monroe y Andre Drummond fueron aciertos y son las caras del futuro, junto a Kentavious Caldwell-Pope, pero los resultados hasta ahora indican que no han tenido demasiada química jugando juntos.

Para empeorar la situación, este último verano, Dumars le dio contratos millonarios a Josh Smith (4/$54M) y Brandon Jennings (3/$25M), dos jugadores que tampoco rindieron como se esperaba esta temporada y que le darán un gran dolor de cabeza al próximo gerente general.

Quizás para resumir la situación en la que Dumars deja al club, uno puede apuntar a un hecho tan simple como penoso: Detroit no juega playoffs desde 2009, la muestra más clara de que la organización hace rato que no tiene rumbo.

SABER DECIR ADIÓS

Parece que ni Dumars ni los Pistons pudieron darse cuenta a tiempo de que su sociedad ya no funcionaba.

Después de la debacle con Gordon y Villanueva, el nuevo propietario Tom Gores tendría que haberle puesto fin al reinado de Dumars.

Sin embargo, al dejarlo seguir cometieron el mismo error fichando a Smith y Jennings, tapando el crecimiento de Monroe y perdiendo a un joven prometedor como Knight.

Está claro que la lealtad es la marca registrada de organizaciones coherentes y exitosas, pero en el caso de los Pistons ignoraron la realidad enfrente de ellos.

Los Spurs tienen a Gregg Popovich y a R.C. Buford a cargo hace 20 años porque funcionan y no paran de ganar, no porque sean buenas personas o cuenten buenos chistes.

Lo mismo sucede con Pat Riley en Miami Heat, con Danny Ainge en Boston Celtics y con Mitch Kupchak en Los Angeles Lakers, pero que no queden dudas de que cuando dejen de ser efectivos ellos mismos se irán, o los despedirán.

La NBA es una liga que está cambiando a un paso muy acelerado, con entrenadores y ejecutivos jóvenes y con mentes frescas y abiertas a todo, incluyendo el uso de las estadísticas y herramientas similares para exprimir cualquier tipo de ventaja sobre los rivales.

Es por eso que muchos "dinosaurios" como Dumars se extinguieron, así como les pasó recientemente a otros como Ernie Grunfeld, Geoff Petrie y Bryan Colangelo, y como seguramente le sucederá a la brevedad a Billy King en Brooklyn Nets.

La teoría de la evolución está más viva que nunca: adáptate o muere.