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Intrigas de balanza

BUENOS AIRES -- La cosa fue así. Fuimos a charlar un rato, mano a mano, con Ignacio Beristaín, el entrenador del retador mexicano Felipe Orucuta. La charla, que se prolongó más de una hora, se interrumpió cuando, a eso de las 15.00 (BUE), llegó el momento de partir rumbo al Luna Park, para la ceremonia del pesaje.

El combate con el campeón supermosca WBO Omar Narváez, será el sábado a la noche en el Luna Park. Límite de la división: 115 libras, o sea 52,200 kilogramos.

"No sé por qué retrasaron el pesaje", nos dijo Nacho cuando llegamos. "Estaba programado para las doce y lo corrieron para las cuatro de la tarde". Le explicamos que, seguramente, era una cuestión de la cadena TyC, que el sábado transmitirá la pelea, en forma conjunta con el canal de aire, América TV.

Lo cierto del caso es que, cuando llegaron los autos para movilizar al grupo rumbo al Luna Park, comenzaron a correr algunos minutos. Solamente Beristaín estaba en el lobby. Luego apareció uno de sus ayudantes y luego, sin apuro alguno, el propio Orucuta, vestido de jeans y buzo deportivo. Despreocupado y feliz, "El Gallito" nos dijo que estaba todo muy bien.

"Si este muchacho respeta el orden que le demos, mañana va a ganar, porque es un tremendo pegador", nos aseguró Nacho, mientras esperaban al tío de Felipe, o sea el señor Benjamín. Finalmente, apareció, aunque faltaba una persona más. "¿No deberían ya estar allá para controlar el peso?", preguntamos, aunque no era nuestra función.

"No, el muchacho está bien, ya lo controlamos y estaba apenitas un poco arriba", dijo Beristaín quien luego, cuando los tuvo a sus tres hombres juntos, dijo: "Basta, no esperamos más a nadie, nos vamos". Llegamos en dos autos a las 15.45.

Rato más tarde, se supo que el mexicano estaba excedido, según trascendió, en 800 gramos. Narváez subió a la báscula, pesó 52 kilos, o sea unas 114 libras y media, y luego de efectuar un par de reportajes para la televisión en vivo, se fue con todos sus hermanos: tarea cumplida.

Mientras se esperaba que "El Gallito" bajara de peso, volvieron a circular versiones y dudas sobre esta pelea. Se afirma por ahí, que el retador número uno, Daniel Rosas (15-0-1, 10 KO) dio un paso al costado por una lesión en una mano, pero que eso permitió el enroque con Felipe Orucuta, faltando un mes para la pelea.

De esa manera, Narváez -quien venía entrenando para pelear con Rosas- se encontró de pronto con un rival distinto en estilo. Orucuta es diez centímetros más alto, tiene diez años menos y pega duro: al menos eso indican sus 23 nocauts en 27 victorias (los últimos 9 en línea) y su única derrota es, justamente, frente a Rosas, en diciembre de 2012.

Orucuta fue designado retador número uno por una votación de los miembros de la WBO, cuyo presidente, Francisco Valcárcel, vino a Buenos Aires para presenciarla, ya que el supervisor será el panameño Rolando Marcos Hermoso, prestigioso dirigente de OMB Latino.

La presencia de Beristaín, quien dirige a Orucuta desde principios de este año, da la sensación de darle mayor seguridad al boxeador. El prestigioso técnico, que dirige desde niño al gran Juan Manuel Márquez, y que ha dirigido en el pasado a grandes campeones como Humberto "La Chiquita" González, Gilberto Román o Ricardo "Finito" López, no deja de ser una especie de señal de alerta: si él está en una esquina, hay sinónimo de gran confianza en el peleador.

Algo es cierto y es que con semejante físico, el mexicano está más cómodo en la división de los gallos (118 libras), división en la cual -como ya indicamos en la nota anterior- ya ganó dos títulos internacionales. Finalmente, Orucuta registró 52,050 kilos, 114 libras y media, una media libra menos que el límite.

¿Este detalle, es realmente tan importante? Según como llegue el mexicano, sí. O sea, si haber bajado esos 800 gramos fue un gran sufrimiento -Beristaín se quejó de que la humedad de Buenos Aires no era lo ideal para bajar de peso-, seguramente le traerá problemas. Si, en cambio, se recupera de a poco y sin ingestiones exageradas, no sería de extrañar que el sábado a la noche suba con unas 123 libras, o sea unos 56 kilos. Esto le dará, sin dudas, mucho más vigor, pero también podría hacerlo más lento.

Narváez, un mosca natural de 112 libras, se mueve bien en las 115, pero le cuesta trabajo lastimar o conmocionar a sus adversarios. Del mismo modo, también le cuesta la pelea friccionada y física, que le ofreció, por ejemplo, el colombiano William Urina en el Luna Park, allá por junio de 2011, que lo obligó a un combate de trincheras.

Así las cosas, Omar Narváez, a los 37, y con una marca de 38 victorias con 20 nocauts y una sola derrota, luchará, como siempre, para imponer su gran experiencia. No olvidemos que en total en sus dos reinados, totaliza 22 defensas exitosas. Y hay que agregar una extraña y lúcida capacidad para envolver a sus rivales en una telaraña, aunque lo llamen "El Huracán".

Suele decirse que vale más maña que fuerza, y en este aspecto, Narváez ha demostrado muchas veces de que el Diablo podrá saber por Diablo, pero más sabe por viejo.

En este aspecto, al menos para nosotros, y tal vez para él mismo, Orucuta es una intriga. Sí, es seguramente más fuerte, es más joven, es más alto, pero nunca salió de su país y seguramente, nunca enfrentó a un campeón tan lleno de mañas y de habilidades como Omar Narváez.

Por allí, en ese estrecho corredor que no todos logran transitar con éxito, pasará una de las principales claves del triunfo del boxeador mexicano. Deberá estar muy en foco y, como Ulises, evitar el canto de las sirenas, que le digan que la fuerza y la juventud son suficientes.

Narváez, curtido en todos los terrenos, está vivito y coleando y asegura que el Huracán tiene mucho tiempo por delante para seguir soplando. Sin dudas, una pelea con enigmas. O la fuerza y le pegada del retador mexicano, o la experiencia del argentino, quien siendo el favorito, estará siempre al borde del abismo, como sucede cuando se enfrenta a un noqueador que, de una sola mano, puede derribar cualquier estantería.

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