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La última gran pelea

EL MUNDO ESPERA

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OSCAR DE LA HOYA vs. FLOYD MAYWEATHER JR.
Sábado 5 de mayo, MGM Grand

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La pelea entre De la Hoya y Mayweather nos hace remontar al pasado, cuando el boxeo todavía importaba y la gente hacía preguntas como "¿Dónde vamos a ver la gran pelea este fin de semana?"

Antes del 5 de mayo, casi todos los grupos de amigos forzarán a aquel con la televisión más grande a organizar una fiesta pague por ver, sabiendo que ese amigo con el plasma gigante finalmanete va ceder.

Parecen aquellos viejos tiempos, ¿no?

¿Cuando fue la última vez que el boxeo capturó al atención de fanáticos casuales del deporte? Consideren esto: Cuando A-Rod se convirtió en Roy Hobbs, quizás entre su noveno y decimosegundo cuadrangular, casi todos los fanáticos del deporte dijeron, "Que increíble lo de A-Rod". Y en los próximos días, todo el mundo hablará acerca de la pelea de Mayweather, aunque sea una frase inocente como por ejemplo "Espero que Oscar no se lesione, es tan buen mozo", o "Alguien tiene que lavarle la boca con jabón a Mayweather".

Sin lugar a dudas, es la pelea más importante de los últimos años. También será la última gran pelea. Aquí hay una lista de 10 grandes boxeadores que podrían ser descriptos como populares y famosos en este momento:

1. Oscar de la Hoya.

Y no hay más. De la Hoya es el único boxeador que sigue importando. Al igual que sucede con cualquier otro gran atleta, Oscar genera una amplia gama de opiniones; tiene clase, nunca ha vencido a nadie en su mejor momento, es egocéntrico, es un guerrero, está sobrevalorado. Pero al menos la gente tiene opiniones acerca de él. No se puede decir lo mismo de Mayweather, el mejor boxeador libra por libra vivo, pero también alguien que podría aparecer en un capítulo de Lost como uno de los otros y no ser reconocido por nadie en la isla. Necesitamos que la brillantez de Floyd de un paso adelante.

¿Qué sucederá cuando Oscar se retire? Sólo resta una pelea importante que no involucra a Mike Tyson y a un oso: los hermanos Klitschko no cumpliendo con su palabra y batallando por el título peso pesados, algo que no sucederá a no ser que los dos se vayan a la bancarrota (imposible) o que una mujer se interponga entre ambos (improbable, pero no imposible). Entonces a no ser que Don King contrate a dos hermanos para que se peleen o alguien improbablemente emerja como el Tiger Woods del boxeo, esta podría ser la última gran pelea. Y quizás no sea tan buena pelea: las apuestas originalmente tenían a Floyd como un favorito 3-1, en gran parte debido a que es una versión más letal de Sugar Shane Mosley, el mismo que venció a Oscar dos veces.

El resultado no importa tanto como el breve regreso del boxeo a la opinión pública, algo que ha sido impulsado por el De la Hoya/Mayweather 24/7, un reality show de la previa de la pelea televisado por HBO. El primer episodio mostró a Floyd repartiendo flatulencias por todos lados y a 50 Cent sorprendiendo a Floyd en su lugar de entrenamiento.

Mientras tanto, el pobre Oscar tiene que balancear sesiones de sparring con la vida de familia y sus tantos negocios. Y mientras vemos a Oscar en su enorme cocina o entrenando frente a cientos de personas -rol de un Rocky Balboa-, Floyd parece jugar más el rol de Clubber Lang.

Tendríamos que remontarnos a Leonard-Durán para encontrar universos tan distintos entre ambos boxeadores. Floyd no sólo se ha posicionado como el villano, sino que quiere ser el villano, lo que lo hace distinto a Jones Jr., Holmes, Tyson, Hagler, a quienes no les interesaba cumplir ese rol para vender una pelea. En el fondo, todos los boxeadores en los últimos 25 años quieren ser amados. Floyd quiere ser recordado. Gran diferencia.

Para nuestros propósitos, ha sido una revelación ver a dos boxeadores superiores promover una pelea sin fingir el odio hacia su rival. Floyd genuinamente odia a Oscar y resiente su fama. Oscar genuinamente odia a Floyd por no mostrarle respeto. Todos esto lo hace un evento especial: en un mundo en el que de los referís de la NBA reparten faltas flagrantes como multas de estacionamiento, a los lanzadores en béisbol no se les permite proteger a sus compañeros y los jugadores de hockey le pegan un palazo en el casco a su rival para que se entrometan otros tres jugadores y así poder tomarse revancha, es lindo ver como dos atletas todavía pueden arreglar sus desacuerdos simplemente moliéndose a golpes.

¿Entonces por qué tiene que desaparecer el boxeo? Por supuesto que es un deporte completamente corrupto, pero ese ha sido el caso desde siempre. ¿El problema más importante? La falta de estrellas. Los niños ya no crecen deseando ser el próximo Ali o Sugar Ray; ahora quiere ser el próximo LeBron, Griffey, Brady o Tiger. Ese pensamiento de ser golpeado en la cabeza durante 20 años, ya no suena tan convincente. Cincuenta años atrás, antes de que la gente conozca algo mejor, Allen Iverson podría haber sido el boxeador de peso mediano más dominante del mundo. En el 2007, vale millones de dólares, y existe la posibilidad de que pueda tener una conversación articulada cuando tenga 70 años.

¿Qué futuro le suena mejor a un chico de ciudad que es un buen atleta? Es irónico que Muhammad Ali, en un momento el atleta más popular del mundo y el embajador del boxeo, dañó la credibilidad del deporte más que cualquier otro al estar en su actual condición física. Quizás es un gran hombre y tuvo una gran carrera. Quizás fue un guerrero, pero nadie quiere terminar como él. Hasta el boxeador más talentoso del deporte (Mayweather) comenzó a pelear sólo porque su padre y tío (dos ex boxeadores) lo convencieron. Críado en otra familia, seguramente sería un jardinero central o un base armador.

El boxeo podría haber frenado un poco su declive con un plan de negocios que incluya una presencia constante en un canal de cable, un cinturón por división, mejor marketing y promoción y un líder carismático como Dana White. Pero es un sueño y lo sabemos: demasiados corruptos ganan dinero por esa desorganización, por lo cual así seguirán las cosas. El deporte se asemeja a una mansión descuidada que parece que puede ser salvada; sólo hasta que un inspector te dice que la humedad y las termitas arruinaron el núcleo.

Necesitamos demoler la casa y volver a construirla. Y en los años que le sigan a la pelea entre De la Hoya-Mayweather, probablemente hagamos eso.

Hasta entonces, disfrutemos de la última gran pelea. Llama a tu amigo y dile que vas a ir a su casa el 5 de mayo.

Al igual que en las viejas épocas.