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Un combate que hará historia

EL MUNDO ESPERA

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OSCAR DE LA HOYA vs. FLOYD MAYWEATHER JR.
Sábado 5 de mayo, MGM Grand

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LAS VEGAS -- Ciertos hechos dejan huellas indelebles en la vida de un ser humano. Para la mayoría de los mortales, el nacimiento de un hijo, una boda o una graduación son los ejemplos más comunes. A partir de esos eventos, uno ya no vuelve a ser el mismo. Para bien o para mal.

El sábado 5 de mayo de 2007 será uno de esos días trascendentales en la vida de muchos de los que dedican sus vidas al boxeo. Porque la magnitud del combate por el título de los superwelter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) entre Oscar de la Hoya y Floyd Mayweather Jr. es tal, que tendrá un enorme impacto entre quienes están involucrados directa o indirectamente con él.

Sólo hay que echar un vistazo a la enorme cantidad de material que se ha venido publicando o difundiendo en los últimos meses para darse cuenta de que estamos frente a la pelea más importante de nuestra generación.

Por un lado, el Golden Boy, para muchos el mejor boxeador de los tiempos que vivimos. Aún cuando esta definición sea debatible, nadie puede poner en tela de juicio que, al menos, Oscar ha sido uno de los grandes de verdad. Y ni que hablar de su popularidad.

Su protagonismo significó una enorme inyección de vitalidad, indispensable para que la popularidad del boxeo moderno no decayera hasta límites muy peligrosos tras la "extinción" de las dos últimas camadas de peleadores estrella, como Sugar Ray Leonard, Marvin Hagler, Thomas Hearns, Roberto Mano de Piedra Durán o, más tarde, Mike Tyson, Evander Holyfield, Lennox Lewis o Julio César Chávez, entre otros.

Si bien es cierto que en los últimos dos años y medio ha realizado sólo dos combates (ante Bernard Hopkins y Ricardo Mayorga) y que desde hace un buen tiempo ya no existe ese manto de invencibilidad que solía rodearlo, De la Hoya es uno de esos personajes mágicos, que se las ingenian siempre para estar en boca de todos.

Evidentemente, la Madre Naturaleza le otorgó algunos dones especiales: talento para boxear, inteligencia para conducir brillantemente su carrera y un magnetismo imposible de resistir.

Todo esto ha hecho posible que estemos a sólo unos días de una pelea que marcará historia en varios aspectos.

Porque, justamente, la inactividad de Oscar -devenido en exitoso promotor desde hace algunos años- es uno de los condimentos más atrayentes en toda esta historia, porque le abre la puerta a la hazaña deportiva, tan venerada por los aficionados.

Después de todo, Oscar ya cuenta 34 años y en sus últimos enfrentamientos ante los mejores oponentes (Hopkins y Mosley) no le fue nada bien, sin contar una cuestionable victoria ante el alemán Felix Sturm.

Entonces, ¿por qué habría de tener grandes posibilidades de triunfo ante un hombre más joven, más veloz, más hambriento y mucho más activo, como Mayweather Jr.?

Si nos atenemos estrictamente a la lógica, todo pareciera indicar que El Niño Bonito es el gran favorito. Pero como decíamos antes, la estatura de ciertos personajes escapa a cualquier análisis meticuloso, dejando lugar a un final abierto, lo que en definitiva, genera el interés de todos.

Es el caso de los Diego Maradona, de los Michael Jordan, de los Peter Sampras, hombres todos ellos que en momentos decisivos de sus carreras fueron capaces de abstraerse de la realidad que los envolvía para imponer sus cualidades.

Sin querer ingresar del todo en el terreno de las siempre odiosas comparaciones, De la Hoya (38-4, 30 KOs) es capaz de ello.

Como en sus mejores épocas, realizó una preparación de ocho semanas para este combate, en el gimnasio Wilfredo Gómez, de Guaynabo, Puerto Rico, bajo las órdenes de su nuevo entrenador, Freddie Roach, y de su preparador físico, Rob García. Y hasta se dio el lujo de tener sparrings como Shane Mosley.

Se lo ve muy fuerte físicamente y sin dudas, una de las grandes ventajas que le lleva a su rival estará en el plano mental. Porque, más allá del lógico orgullo que hay en juego, Oscar está completamente acostumbrado a lo que significa una megapelea y en ésta, no tiene tanto que perder como su rival.

De la Hoya ya alcanzó la gloria hace rato y nada ni nadie podrá quitársela. Ni siquiera una derrota categórica ante Mayweather Jr. que, a lo sumo, empañaría un tanto su carrera, la que quedaría justificada por el momento de su vida en que emprendió la empresa.

UNA CUESTIÓN DE ESTILOS
En cuanto a estilos, De la Hoya ha sido siempre un peleador cerebral, de los que saben esperar sin desesperarse el momento justo para dar la estocada. Y sus puños siguen lastimando, de eso no hay dudas.

Por un lado, la lógica indica que una de las claves es que Oscar logre acortar distancias, para poder imponer su mayor fortaleza física y pegada e impedir que Mayweather Jr. (37-0, 24 KOs) le haga la vida imposible, saliendo y entrando como una cobra embravecida. Pero la cuestión es cómo hacerlo.

Quienes optaron por el camino de la persecución (Carlos Baldomir es el mejor ejemplo) terminaron terriblemente frustrados.

Por lo tanto, uno supone que De la Hoya intentará trabajar de contragolpe, sobre el error de Floyd. Esto podría generar un combate más táctico que dinámico, aunque la tensión estaría presente en todo momento, de todos modos.

En cuanto a Mayweather, sus movimientos laterales pueden ser la clave del éxito, de forma tal de no convertirse nunca en un blanco fijo y cuidándose sobremanera cuando realiza desplazamientos hacia su derecha, para evitar el letal gancho de izquierda de Oscar.

A priori, uno imagina a un Mayweather Jr. muy cauteloso, que cuando uno menos lo espere de uno o dos pasos hacia delante y lance combinaciones de dos o tres golpes para alejarse inmediatamente de la zona de fuego.

En definitiva, muy difícilmente veremos a ambos parados en el centro del cuadrilátero cambiando golpes. Pero sí seremos testigos de un muy interesante duelo táctico, que se ve ampliamente enriquecido por los recursos técnicos de los dos.

Muchos argumentan que, al margen de cuestiones tácticas, el hecho de que Mayweather Jr. esté subiendo de peso -será su debut en las 154 libras- puede ser un elemento desequilibrante. Quizás sí lo sea, teniendo en cuenta que realizó sólo tres combates en las 147 libras, mientras que el cuerpo de De la Hoya está acostumbrado a esta categoría desde hace casi seis años.

Sin embargo, aún a pesar de que rara vez logran alcanzarlo, Mayweather ha demostrado tener una mandíbula muy resistente.

Su carrera registra una sola caída oficial, en su pelea ante Carlos Famoso Hernández, pero la misma en realidad se debió a que aquella noche sufrió una lesión en sus manos, que en el sexto asalto lo llevó a doblarse de dolor y tocar la lona con uno de sus guantes.

Fuera de ello, Mayweather Jr. soportó sin ningún problema golpes de hombres con manos pesadas, como Diego Corrales, José Luis Castillo o el propio Jesús Matador Chávez.

El último aspecto a analizar -al cabo, quizás uno de los más importantes- es cómo puede afectar a Mayweather Jr. el hecho de tener que tanto que probar en este combate.

El Niño Bonito es uno de esos raros casos que a pesar de un récord inmaculado, de un talento reconocido y de cuatro títulos mundiales en su haber todavía no consigue reconocimiento. Sólo un triunfo indiscutible el próximo sábado podrá otorgárselo.

Pero su condición de charlatán y arrogante puede resultar su propia trampa. Porque cuando suene el primer campanazo quedará despojado del halo de seguridad que suelen brindarle los micrófonos, los flashes y la corte de obsecuentes que suele rodearlo. Y será sólo un hombre frente a sus propios límites. ¿Será capaz de vencerlos?

Los tiempos de van acortando y los análisis previos llenos de verdades relativas se van extinguiendo para dejarle lugar a los hechos. Al cabo, por ahora lo único realmente irrefutable es que muchos de nosotros no volveremos a ser los mismos después del próximo sábado. Y eso, en términos boxísticos, es mucho decir.