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Sólo sirve si es hazaña

Verón terminó herido en su rostro y en su orgullo Fotobaires.com

BUENOS AIRES -- La historia de Estudiantes se hizo grande a base de hazañas y epopeyas. Desde la victoria ante Palmeiras en su primera final de Libertadores hasta el impactante triunfo sobre Boca en la definición del Apertura 2006, cada vez que el equipo platense estuvo entre la espada y la pared sacó a relucir un plus que lo transformó en un especialista en situaciones límite.

En esta final, tendrá una nueva oportunidad para hacer aún más grande esa leyenda. En el primer partido, el conjunto de Alejandro Sabella no pudo descifrar el enigma planteado por el disciplinado Cruzeiro, que llegó a La Plata con un objetivo claro y lo cumplió: el cero en su arco.

La gente de Estudiantes vivió esta definición como uno de los encuentros más importantes de su historia. Desde muy temprano, la ciudad estuvo convulsionada ante la inminencia de un evento que hace cuatro décadas era algo muy común y en los últimos tiempos se había transformado casi en una utopía.

El estadio Ciudad de La Plata se vistió de gala. El cotillón y el impresionante humo de las bengalas ocultó por unas horas el temor y la paranoia generalizada por la gripe A. Los 40.000 hinchas que se reunieron en la esquina de 32 y 25 sólo tenían un objeto en mente: la Copa Santander Libertadores.

En la cancha, el cuadro liderado por Juan Sebastián Verón no pudo disfrutar de esta fiesta del fútbol sudamericano en ningún momento. Sufrió el partido desde el comienzo, porque Cruzeiro siempre buscó incomodarlo, casi sin pensar en sus propias posibilidades de desnivelar el marcador.

Como si hubiesen visto los videos en blanco y negro de aquel molesto y mañoso Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, el conjunto brasileño utilizó todas las armas para alcanzar su meta del día. Pegó, hizo tiempo y habló con el árbitro, porque el fin justifica los medios. Bajo esta premisa jugó y se llevó a Minas Gerais aquello que vino a buscar.

Lo mejor del local se vio en los primeros minutos, cuando el reloj jugaba a favor y la impaciencia no era una indeseable compañía. En ese período presionó muy bien con Gastón Fernández y Mauro Boselli e intentó abrir la cancha. Luego, la obligación atentó contra el juego prolijo y todo se hizo más confuso.

En un encuentro que fue más luchado que jugado, Juan Sebastián Verón fue el mejor de Estudiantes. La Bruja entiende este deporte mejor que ninguno y casi siempre hizo lo que le pedía el partido. Metió cuando tuvo que meter y jugó las pocas veces que el adversario se lo permitió. Hasta recibió un codazo por el que debió ser atendido. Sí, como un boxeador, se retiró con el pómulo cortado y una mueca de fastidio.

En el segundo tiempo, el equipo de Sabella se quedó sin ideas claras y sólo intentó con pelotazos y pelotas paradas. Decenas de centros inundaron el área del arquero Fabio, que se hacía un poco más grande ante cada remate forzado de los hombres de rojo y blanco. Cruzeiro cortaba el juego en forma sistemática y Estudiantes busca la cabeza de sus jugadores más altos de la misma manera. Así, se hizo un partido demasiado ordinario.

El visitante recién intentó salir cuando su rival evidenció el desgaste realizado y bajó la intensidad. En ese momento, sobre el final, el conjunto azul se dio cuenta que podría haber ganado la primera final. Tuvo dos ocasiones muy claras en el arco de Mariano Andujar y el Pincha casi sufre una derrota que habría sido muy difícil de digerir.

La imagen de Verón tras el partido y los aplausos de la multitud permiten soñar con un final feliz. El capitán salió golpeado, maltratado, herido en su orgullo. Cualquiera en una situación como esta se achicaría, cedería ante la presión de una instancia definitiva. Pero los grandes no, los elegidos desean llegar a estas encrucijadas, a estos momentos en los que hay dos posibilidades: la gloria inimaginable o la desazón infinita.

Estudiantes sabe que puede ir al estadio Mineirao en desventaja y volver con la Copa Libertadores en sus manos. Es consciente de sus virtudes y de sus defectos. Eso fue lo que lo llevó hasta esta final. Deberá hacer pesar toda su historia, cada gol de los antepasados, cada grito de los padres y abuelos de aquellos que hoy coparon el Ciudad de La Plata tiene que atormentar a los jugadore del Cruzeiro, como ellos en la fría noche platense atormentaron a los simpatizantes del Pincha.

Hace diez años que un equipo brasileño no le gana la Copa a uno de otro país. Hace 39 años que Estudiantes no obtiene el trofeo más importante del continente. Falta una semana para saber qué racha se rompe. Depende de Verón y sus muchachos. Ellos y el club que defienden saben mejor que nadie el significado de la palabra hazaña.