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Las huellas de Marcelo Bielsa

MÉXICO -- Sucedió hace 20 años, pero como dice un famoso tango, ese tiempo no es nada.

En junio de 1992, César Luis Menotti le recomendó a Francisco Ibarra, entonces director de futbol del Atlas, que contratara a Marcelo Bielsa, el técnico que había hecho campeones a los Leprosos de Newells Old Boys con un innovador proyecto que daba prioridad a las fuerzas básicas. "Es el ideal, dijo Menotti, aunque la verdad es que está un poco loco".

Una comitiva de Atlas, encabezada por Ibarra y por el presidente en turno, Fernando Acosta, visitaron a Bielsa en su domicilio de Rosario. Se encontraron con un hombre parco, intenso, ferreo, que respiraba futbol las 24 horas del día.

Su hermano Rafael Bielsa, un distinguido político argentino, declara que desde la infancia Marcelo había sido el mismo: prefería la pelota antes que la almohada". Complementa la idea para describir la intensidad de su hermano: "Un día se acercó y me dijo, nos estamos acercando a los 30 años y no hemos hecho nada de nada".

Ese hombre llamó la atención de los directivos del Atlas, que le ofrecieron todos los instrumentos para hacer de Atlas un equipo triunfador. Marcelo, por su parte, quería alejarse de la intensa presión del torneo argentino y encontró en Guadalajara un espacio para volverse "menos evidente y más reflexivo. Para entender que el fútbol no es la vida". Su única condición para aterrizar en México fue no dirigir en su primer año al equipo de Primera División.

En julio de 1992 se hizo cargo de las fuerzas básicas. Fernando Acosta, el presidente en turno, recuerda: "El trabajo que organizó fue impresionantemente rápido, efectivo y eficiente. Organizó una red de captación de jugadores muy importante, que todavía existe en 92 ciudades de México". El resultado fue sorprendente.

Más de 11 mil jóvenes se probaron en el centro de alto rendimiento de los rojinegros. Además, Bielsa comenzó a capacitar a todos los entrenadores. Según Efraín Flores, su asistente más cercano y ahora con una larga carrera en Primera División "en la capacitación veíamos mucho futbol y empezábamos a diseñar como un manual de funciones por cada posición del campo y le dábamos muchas definiciones. Nunca había visto nada parecido".

De esta captación surgieron algunos nombres célebres del futbol mexicano: Pável Pardo, Jared Borgetti, Juan Pablo Rodríguez, Rafael Márquez y Daniel Osorno. Completa Acosta: "Llegó el momento que en la selección nacional de México llego a tener 10 elementos surgidos de la captación de Marcelo Bielsa en el Atlas".

Un año más tarde, para la temporada 93-94, Bielsa debió asumir la responsabilidad del primer equipo. Ahí resurgieron los principales aspectos de su personalidad. Samuel Albo es socio del Atlas y fue uno de los mejores amigos de Bielsa. En una tarde soleada en el club Atlas Colomos cuenta: "Si el resultado del equipo era bueno el fin de semana salíamos a comer o a cenar. Nos tocó ir a Puerto Vallarta, a Las Vegas; pero si perdíamos era del entrenamiento a la casa y de la casa al entrenamiento. Llamábamos a su mujer y nos decía: ya sabes, está debajo de la cama".

La presión comenzó a explotar en su cabeza. Atlas terminó la temporada en quinto lugar general y fue eliminado por Santos de Torreón en los cuartos de final de aquella liguilla del 94. Bielsa, quien había luchado contra su ansiedad jugando nueve hoyos todos los días, pidió a los directivos que lo regresaran a su puesto en las divisiones inferiores.

Sin querer comenzaba a repetir algunos de los vicios que lo habían hecho tomar su equipaje y salir de Argentina.

Bielsa lo describió con la precisión de palabra que lo caracteriza: "En la medida en que uno se compromete con lo afectivo exageradamente, como me pasó en Newells, hay más decepciones que satisfacciones. Allá comprendí que el futbol es mi profesión y no mi vida".

Bielsa hablaba de la misma vida que lo había hecho conocer Guadalajara. Ernesto Urrea, otro socio del Atlas con el que tejió lazos amistosos, dice con una sonrisa de dientes enteros: "Nunca he visto a nadie que coma tanto como Marcelo Bielsa. Le encantaban los antojitos mexicanos. Llegaba a cualquier restaurante y decía: a mí deme todo lo que está en la carta. Y se acababa todos los platillos".

Samuel Albo completa: "Como es un hombre humilde le gustaba comer en cualquier lugar. Claro que le gustaba un buen bife, pero igualmente disfrutaba los tacos que vendían en cualquier esquina. Siempre me decía, vamos a este lugar donde nos sentamos en la reja de refrescos y nos preparan unas tortas muy buenas".

Ese fue otra huella que dejó en su camino por Guadalajara. Muchas voces coinciden en que a Marcelo no le importaban las apariencias. Pedía para transportarse uno de los coches más económicos que daban en Atlas y su ropa siempre era la misma: pants deportivos, los mismos con los que se retrata en sus oficios actuales.

No fueron sus únicos excesos. Marcelo y su equipo, en el que tenía mucha influencia Claudio Vivas, su actual asistente en el Athletic de Bilbao, grabaron y editaron cerca de tres mil videos. La escena sería citada varios años después, cuando al Mundial de 2002 llevó en su camioneta más de 8 mil cintas con análisis detallados de cada equipo y todos sus jugadores. Dice Efraín Flores que nunca había visto tantos videos. "Pero siempre era ver los partidos con una intención. Desmenuzaba todos los movimientos de los jugadores y tenía una profundidad inédita para analizar el campo".

Después vino su paso por el América. El equipo de los proyectos cortos pensó en un esfuerzo a largo plazo, pero fracasó. Bielsa duró 35 jornadas, a pesar de que había clasificado al equipo a la Liguilla. El divorcio terminó con una indemnización de 600 mil dólares y con un dolor de estómago que lo hizo volver a Atlas.

Bielsa, el hombre que cuida todas las letras de todas sus palabras, retomó su filosofía: "Los momentos de mi vida con los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida con los que yo he empeorado tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peores; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones".

Garmán Villa es uno de los jugadores que hablan de el Loco con cariño y admiración: "Fue el mismo Bielsa que conocí en mi país el que tuve después en Barcelona: recto, ilusionado, trabajador. Su única filosofía es el trabajo. Cuando en el entrenamiento tomábamos agua nos decía que no debíamos caer en esas tentaciones, que debíamos volvernos fuertes".

Bielsa volvió un año al Atlas como director deportivo y continuó con su proyecto de formación. Después se embarcó a Argentina, Chile y España.

Francisco Ibarra aún lo recuerda como el hombre que plantó la semilla para que florecieran muchos jugadores del Atlas.

Fernando Acosta dice que "desafortunadamente no alcanzó a cosechar todo su trabajo. Le tocó a otra persona. Quizá con dos años más hubiera visto a todos los jugadores que él mismo formó.

Hace veinte años que llegó este hombre parco, intenso, ferreo y también locuaz. Bielsa transpira las mismas ideas en el Athletic de Bilbao. Y 20 años le han alcanzado para hacer mucho más.