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Los ingredientes necesarios

PARIS -- La comparación con Marat Safin es válida y no sólo por la altura, los latigazos de derecha o esa contradictoria apariencia de Frankenstein que podría ayudar a cruzar la calle a una abuela. Jerzy Janowicz se gana al público con sus bromas ("el objetivo era sacar a 250 km/h hoy, pero no llegué", dijo al micrófono) y cierto entrenamiento en el arte dramático, como cada vez que le toca agradecer en público. Así compró a los parisinos en Bercy.

En los últimos tres partidos, la misma foto: los encargados de iluminación del Palais Omnisports sólo dejan prendida la luz dirigida a su cara. El maestro de ceremonias que le hace la pregunta que corresponde: cómo se siente. Janowicz ensaya muecas, respira profundo, lleva el micrófono a su mentón, cierra los ojos, mueve la cabeza como si nos explicara que no va a poder decir palabra... Esos segundos, diez, quince, provocan la ovación, y algún que otro lagrimeo. La remata con un "merci beaucoup" con voz quebrada. "Estaba llorando como un bebé; como un bebé de dos metros y algo", dice.

Janowicz es el primer finalista de un Masters 1000 que llega desde la clasificación desde 2007, cuando el argentino Guillermo Cañas perdió la final de Miami ante Novak Djokovic. El polaco debió ganar dos partidos para llegar al cuadro principal y en poco más de dos meses será favorito en un Grand Slam, porque la final de París lo llevará hasta el puesto 25º del ranking, aproximadamente. Janowicz quería que el rival en la definición fuera Ferrer. "Me da igual si estoy jugando en un future o la final del mundo, pero debo reconocer que tenía piel de gallina cuando fui a sacar en el segundo match point. Me dije que no debía cambiar nada, hacer lo mismo, y así fue: lo terminé con un dropshot".

El polaco de 21 años aporta la novedad del gigantón que les pega a todas pero sabe cambiar por dejadas. El rival, entonces, no sabe que esperar: en el caso de Janowicz, los armados del golpe no difieren demasiado. "Nunca vi a un tenista así de alto que se mueva tan bien como Janowiz. Además le pega, tiene mano, es inteligente. ¿Dónde se escondía?", escribió en twitter Ivan Ljubicic.

La novedad del drop forma parte de las curiosidades del combo. Es una estrategia que sólo comenzó a utilizar en los últimos meses, en los que logró tres challengers y accedió a tercera ronda en Wimbledon. Así lo confirma su entrenador, el finlandés Kim Tiilikainen, en diálogo con ESPNtenis.com en la sala de jugadores de Bercy.

"Surgió este verano. Él le pega tan pesado desde la base y tira tan atrás al rival, que lo puede hacer automáticamente. Lo mismo con el servicio; lo devuelven tan atrás que a veces piensa en hacer saque y red. Ahora los rivales no saben dónde pararse. Si no devuelven en forma perfecta, sale el drop, y no vas a querer correr drops 40 veces por partido. El dropshot vino después del saque. Jerzy tiene buenas manos, sensibilidad, eso le ayuda", explica quien también es capitán de la Davis de Finlandia.

"Cuando nos sentamos por primera vez a planificar, hace tres años, le dije que tenía dos opciones: si quería jugar como Ferrer, tiene que trabajar como él, ir al gimnasio dos horas, jugar partidos de seis. Si no quiere hacer eso, debe terminar los puntos más rápido. ¿Cuál eliges? Eligió la segunda", sonríe Tiilikainen. "Se vio en este torneo, Jerzy no depende tanto del oponente. Y algo importante: recién en los dos últimos partidos jugó en gran nivel desde la base. Los anteriores, jugó solamente bien y lo ayudó el servicio. Ganar sin jugar al máximo es muy importante".

El entrenador está en la misma órbita que su dirigido. "Todavía no podemos creer lo que pasa, pero no lo creemos en serio, no es sólo decirlo. Estos jugadores a los que les gana sólo existían en televisión. Podíamos pensar que le ganaría a Kohlschreiber y a Cilic. Murray fue algo como 'ok, ¿qué está pasando?'; Tipsarevic y hoy, increíble. No me sorprende que pase ahora, pero sí que pase tanto. No es suerte. Jerzy elevó su nivel.

A PASO LENTO

Así como Bernard Tomic y Milos Raonic siguieron un camino más rápido para llegar al top 100, a Janowicz le tomó más de tres años, con las consecuencias que ello trae: "Los sponsors pueden verte potencial, pero si no subís cuando tenés 18 años, te dejan muy rápido. Este año no fue fácil, estaba calculando el dinero a ver si podía seguir conmigo. Algunos se desarrollan a los 18, otros a los 25. Así es el tenis. Tu cabeza no está preparada del todo y depende de muchos factores. Podrías escribir una película de esto, desde los momentos difíciles a estar en boca de todos", reflexiona Tiilikainen.

Según el entrenador, hay una combinación de elementos necesaria. "Muchas cosas deben hacer click, como tener el ranking para llegar a estos torneos. Si hubiera perdido un par de partidos hace unos meses, no habríamos llegado. Segundo, (toca madera de la mesa), que se mantenga sin lesiones. Tercero, algo de suerte", y ahí va el ejemplo.

Janowicz pudo no haber viajado a París. La idea inicial era jugar el challenger de Ginebra para pelear una posición en el Masters de challengers que se realizará en San Pablo el 27 de noviembre. "Lo pensamos mucho. Ginebra o París, Ginebra o París", cuenta el finlandés. "Finalmente, pusimos como opción uno a París. Estaba un lugar afuera de la clasificación, pero pudo entrar". Lo que era una gira de challengers que seguía en Bratislava es reemplazada por una semana increíble que determina el final de su actividad por 2012. No habrá viaje a Brasil, sino vacaciones.

Además de la suerte, el cambio de actitud del polaco fue clave. "A veces estaba muy enojado en la cancha, pero creo que realmente no sabía cómo debía ser. Lo podías ver dormido y otras veces muy enojado", cuenta el coach. "Ahora no se duerme, pero no puede estar demasiado excitado. El balance es fundamental".

Janowicz afirma que está durmiendo (en la cama, no en la cancha) mejor que el jueves, cuando apenas pudo descansar dos horas. Sus padres no vendrán a ver la final, porque mejor dejar todo así. "Mi calle en Polonia está bloqueada. Hay como nueve o diez autos, la televisión. No hay forma de entrar a mi casa ahora", dice Jerzy, que no pertenece a ningún centro de entrenamiento de dueño famoso, sino que practica con otros jugadores polacos en Lodz (su ciudad) y Poznan, donde reside Tiilikainen con su esposa polaca.

"Son 250 kilómetros de distancia. A veces viene él, la mayoría de veces voy yo", dice el coach. Janowicz espera no tener que preocuparse más por el dinero. "Después de torneos así, deberían llegar sponsors, ¿no?", nos pregunta. Al menos, un contrato de ropa y raquetas debería cerrar. Por la final de París ya se llevará 301.000 dólares, casi lo que tenía en su carrera (352.000). Ya no podrá irse de los torneos con cara larga, como aquel challenger ganado, que en mano le reportó 2.800 dólares, menos de lo que debió gastar.

"Él se sentía culpable por el dinero que invertían los padres pero ellos nunca dejaron de creer. Siempre sabían que algo pasaría, al menos que llegaría al top 100. Luego, nadie sabe", dice el entrenador. "Igualmente, cuando Jerzy logra un resultado, mira cuántos puntos hizo, no cuánto dinero ganó. Este año quería llegar al cuadro del US Open, entonces pensaba que tenía que ir a tal o cual challenger, y así. Nunca pensó en jugar torneos sólo por dinero, o interclubes, porque lo perjudicaría en el circuito. Siempre supimos el camino y la familia lo entendió", agrega.

La apuesta termina de pagarse. Janowicz enfrenta la incógnita común en estos casos: ¿Una cenicienta de pocos días o la nueva estrella del tenis? "No sabemos qué puede pasar de ahora en más. Tendrá malos torneos de vez en cuando, pero es una estrella del futuro, sin dudas", confía el entrenador. Sin apuro, esperaremos el desenlace.

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