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Los segundos son los primeros

Federer se cansó de que lo admiren desconocidos AP

BUENOS AIRES -No termino de entender a este tipo.
-¿A quién?
-A Federer.
-¿Por qué?
-A veces pienso que es el mejor deportista de todos los tiempos, y a veces pienso que es un idiota consumado.
-Bueno, eso pasa a menudo con mucha gente.
-Sí, pero no con los deportistas. Por lo general, como se dedican a una actividad contranatura como el deporte, tienen otros parámetros, otra forma de vida, otros valores y otros intereses que los hacen, no sé, especialmente grandiosos o absolutamente mínimos.
-Federer no me parece mínimo en ningún sentido.
-A mí tampoco, no estoy hablando de él ahora. Lo que trato de decir es que hace y dice cosas que no dejan de sorprenderme, dado que cualquier otro, en su misma situación, se comportaría de un modo más mezquino.
-¿Qué hizo, qué dijo ahora?
-Era de esperar que dado que Nadal ocupó el primer lugar en el ranking diera alguna muestra de depresión, o tuviera alguna opinión no digo ya dura, pero al menos sí "al dente" para su contrincante eterno. Y en cambio...
-Dígame, ¿qué dijo?
-Palabras más, palabras menos, dijo que el segundo lugar le gusta, que le quita presión, que ahora se enfrenta a otro abismo, tan inagotable como aquel al que se enfrentaba cuando estaba en la cima. Que es feliz, en suma, y que Nadal se tenía merecido el puesto por el que ha luchado tanto.
-Casi un caballero de la tabla redonda.
-Casi, porque los caballeros de la tabla redonda no eran suizos.
-Usted entiende lo que quiero decir.
-Perfectamente, y estoy de acuerdo; un caballero. Pero es más que eso.
-¿Qué es?
-Es auténtico, pero al mismo tiempo es una máquina de jugar al tenis. Puede comportarse como un robot, pero al final del encuentro largarse a llorar a lágrima tendida. Me desconcierta. Y lo que acaba de declarar lo pone en el podio de mis deportistas preferidos, porque como si todas sus dotes no bastaran, ahora resulta que piensa igual que yo.
-¿Que piensa igual que usted en relación a qué cosa?
-Acerca de que los segundos son los primeros.
-¿Cómo es eso?
-Cuando un deportista gana, cuando es el primero, lo que obtiene es la admiración de todos, digamos de la masa, del gran público. Y el gran público es algo tan informe e inabarcable que pierde entidad, no se sabe bien qué es, por no decir que no se tiene noción de cuántos son. ¿Me sigue?
-Sí.
-El primer lugar lo pone a uno, entonces, en un lugar incierto, aunque lo incierto diste mucho, a primera vista, de una victoria tan flagrante como es ocupar el primer puesto.
-Me estoy perdiendo.
-Un deportista que ocupa el primer puesto no sabe bien por quién es admirado. Sabe que es mucha gente, pero no conoce sus nombres, no sabe qué hacen, a qué se dedican; en definitiva, no sabe quiénes son.
-Sí. ¿Y el que ocupa el segundo puesto?
-El que ocupa el segundo puesto sabe con certeza por quién es admirado: por el primero. En este caso por Nadal. Conoce todo de él, especialmente porque en gran parte él contribuyó a que ocupara el lugar que ocupa. Federer, de algún modo, construyó a Nadal, lo obligó a superarse, a llegar a dónde está. Y como Nadal tampoco es un imbécil, sabe esto, al punto que ha empezado a responder a ciertas preguntas en el más puro estilo Federer.
-Eso lo noté. Digo que la exigencia, ocupando el primer lugar, era la misma, que había cambiado poco su estado de espíritu.
-Exacto. Tal vez me esté yendo demasiado lejos, pero me atrevería a decir que Federer creyó, en determinado momento de su carrera, que se merecía un descanso, ocupar un lugar menos estresante, más relajado, y como un corredor de fondo que antes de llegar a la meta deja pasar al que viene detrás de él, le hizo lugar a Nadal, para que al fin conozca el sabor agrio de la victoria.
-Vamos, ¿qué está diciendo, que Federer se dejó ganar?
-No, no que se dejó ganar en los términos en que usted lo plantea. Pero en cierto sentido, sí, que se cansó de la admiración general y lo que quiere ahora es la admiración particular, de uno solo, del mejor, de Nadal.
-Es un punto de vista interesante.
-¿Eso le parece interesante? Yo conozco un ejemplo más interesante todavía, que no tiene nada que ver con el tenis. Juan Carlos Carmona, el corredor de fondo colombiano, en el último día de los Juegos Olímpicos dijo esto: "El puesto 43 me deja feliz".
-¿Cuántos corrían?
-Eran 98.
-Lo que se dice un optimista.
-Se lo dije al principio: los verdaderos deportistas son un poco genios y un poco imbéciles.
-Pero Federer está más cerca del genio.
-Y permítame decirle que Carmona también.