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Mónaco venció a Mayer y selló el 2-0

BUENOS AIRES -- De menor a mayor. Con vaivenes, pero sin sobresaltos. Así fue el curso de Juan Mónaco en el segundo punto de la serie ante Alemania. Un camino movido, pero controlado. Lejos de las histéricas cinco horas de Berlocq-Kohlschreiber, el argentino sacó adelante un duelo clave ante Florian Mayer (rival que lo aventajaba por 5-1 en el historial) y puso a su país 2-0 arriba en la eliminatoria. Fue 6-7 (4), 6-3, 6-3 y 6-4 en 2 horas y 43 minutos.

Marcábamos las diferencias con el primer choque de la serie en cuanto a la extensión y el dramatismo circundante. Pues bien, desde el juego la brecha se haría aún más notoria: menos puntos cortos, menos subidas a la red; más peloteo de fondo de cancha, mayor búsqueda de tiros ganadores desde la base. Tal fue la fórmula que primó en la mayor parte del encuentro. Una batalla más táctica que la de primer turno, con Mónaco asumiendo el rol de favorito que marcaba el ranking y mostrando un perfil agresivo, buscando líneas.

Pero la contracara que presentaron ambos fue la fragilidad en el servicio. Solo en el primer parcial, repartieron cuatro quiebres y otros tantos desaprovechados puntos de break, entre los que figuró un set point que Mónaco desperdició en 6-5. Así llegó el desempate y una pequeña racha de Mayer, que tomaba ventaja en el marcador y borraba las sonrisas que había dejado el triunfazo de Berlocq.

El N°12 del mundo sintió el golpe y dio cuenta de ello en la segunda manga. Menos errático que en el inicio, quebró por duplicado y sacó 5-2 apenas 25 minutos después de la caída en el primer capítulo. Pero entonces, los baches: break de Mayer, el alemán al servicio y de nuevo otro quiebre en escena. En cero cedió el teutón el último juego, cerrándolo, de yapa, con una doble falta.

Con la paridad, Mónaco se soltó y empezó a encontrar espacios, se animó a buscar rápidos tiros ganadores y tuvo recompensa ante un Mayer que no abandonaba nunca su revés a dos manos, ni siquiera para golpear la volea o el slice. Sacando 3-4, entonces, el alemán repitió la escena del segundo parcial y una doble falta en break point en contra sentenció su suerte. Mónaco luego ganó su game en cero y tornó la balanza decisivamente a su favor.

El desnivel era evidente. Mónaco crecía, defendía puntos casi perdidos, levantaba a la gente (un globo ganador y una derecha paralela en los primeros games del cuarto capítulo tuvieron un festejo estruendoso en todo el Mary Terán de Weiss). Mayer ya se paseaba en su inercia, dejando que su rival hiciera o dejara de hacer. Y Mónaco no cesó en su búsqueda. En el séptimo game pisó el acelerador y logró el quiebre necesario para terminar de desmoronar a su rival. Minutos después, llegaría el sello en el resultado: 6-4 (el último game lo ganó en cero), abrazo interminable con el capitán Martín Jaite y puño apretado de cara a la gente. Necesitada victoria del nuevo N°1 argentino. Y fundamental golpe de efecto para el dobles, ya sin Kohlschreiber y ahora con el pase a cuartos a un solo paso.