Olímpicos
Martín Grimson 4y

Cuando hablen de saltar... recuerden a Sotomayor

BUENOS AIRES -- En Barcelona 1992, Javier Sotomayor tocó el cielo con las manos. Si bien el 'Rey de las Alturas' estuvo lejos de su mejor marca en esa competición, luego de una larga espera pudo darse el gusto de conquistar su única medalla dorada en Juegos Olímpicos.

Tras 8 años de ausencia por cuestiones políticas, Cuba volvía a competir en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. El país caribeño se había adherido al boicot a Seúl 1988 impulsado por Corea del Norte, y en Los Ángeles 1984 también había faltado a la cita olímpica apoyando a la Unión Soviética.

El atleta cubano llegaba como el principal candidato a ganar el oro en Barcelona ya que era el mejor del mundo en salto alto desde el año 1988. Cuatro días antes de los Juegos de Seúl, el atleta cubano conseguía quebrar el récord mundial por primera vez en Salamanca, España, superando los 2.43 metros. El oriundo de Limonar sobrepasaba por un centímetro la marca del sueco Patrik Sjöberg conseguida un año antes.

La no asistencia de Cuba a Seúl 1988, le impidió al 'Salta Nubes' pelear por su primera presea dorada cuando ya era el dueño de la mejor marca mundial. Fue el segundo atleta de color que establecía un récord en salto de altura, luego del estadounidense John Thomas en el año 1960. Y el tercer cubano en conseguir una plusmarca universal antecedido por el saltador de triple Pedro Pérez Dueñas (1971) y el corredor Alberto Juantorena en 1976.

En 1989, en Budapest, Sotomayor pasó los 2.43 metros y se consagró campeón del mundo quebrando el récord bajo techo. Esa misma temporada volvió a incrementar la plusmarca mundial a 2.44 metros en los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se disputaron en San Juan, Puerto Rico.

Una lesión en el pie lo obligó a ponerle una pausa a su carrera en 1990, año en el que sufrió la muerte de José Godoy, su amigo y entrenador. Guillermo de la Torre lo reemplazó y en su reaparición, Sotomayor se colgó otra presea dorada más en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

La tremenda habilidad del atleta cubano, que logró saltar el listón 24 veces por encima de la barrera de los 2,40 metros a lo largo de su carrera, quedó plasmada en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Cinco atletas superaron la barrera de los 2.34 metros, pero el cubano fue el único que lo logró en su primer intento. Sus oponentes fallaron en la siguiente altura de 2.37 metros y Sotomayor se aseguró la presea dorada por una menor cantidad de saltos. No pudo sobrepasar la varilla en los primeros dos intentos, y en su tercera oportunidad apostó por superar el récord olímpico de 2.39 metros, pero no lo pudo conseguir.

Al podio se subieron cinco atletas. El tercer puesto lo compartieron el polaco Arthur Partyka, el estadounidense Hollis Conway y el australiano Tim Forsyth, mientras que la medalla de plata fue para Sjöberg. No fue una definición espectacular, pero si de una gran igualdad.

Y luego de conseguir el premio más importante de su carrera Sotomayor regresó en 1993 a Salamanca, donde se sentía como en Cuba por ser una ciudad chica. Allí dejó un sello imborrable en la historia del atletismo al saltar, un 28 de julio, la varilla de 2.45 metros, una plusmarca que aún sigue vigente 29 años más tarde.

Lamentablemente, no pudo llegar a Atlanta 1996 en buenas condiciones físicas y cedió la corona olímpica. Y tras su sanción por doping en los Juegos Panamericanos de 1999, se llevó una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.

El nombre de Javier Sotomayor estará escrito por siempre en el cielo, donde supo llegar gracias a sus potentes piernas que le permitieron saltar a 50 centímetros por encima de su propia altura. El ídolo cubano, que estuvo muy comprometido con la revolución de su país, sigue esperando que alguien supere su marca. Pero por más que algún día lo logren, su supremacía en esta especialidad será eterna.

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