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A 45 años del día más triste del olimpismo

La escalofriante imagen de un terrorista de Septiembre Negro en el balcón de la Villa Olímpica Getty Images

Regularmente el ser humano tiende a borrar aquellos momentos tristes y engorrosos de su existencia. Hay días que es mejor no recordar. Pero a veces ese ejercicio inconsciente no debe evitarse. Revivir el momento doloroso para hacer conciencia de hasta dónde la insensatez humana puede llevarnos y así evitar tropezar nuevamente con la misma piedra.

El 5 de septiembre de 1972 ocurrió en Múnich, durante la celebración de los XX Juegos Olímpicos (26 de agosto al 11 de septiembre), uno de esos hechos lamentables que ensuciaron la historia del movimiento olímpico y del deporte en general.

Aquel fatídico día, en la segunda semana de los Juegos, ocho palestinos de la organización Septiembre Negro entraron por la fuerza a las dependencias israelíes en la Villa Olímpica. Después de matar a dos deportistas, tomaron a nueve como rehenes. El incidente dejó 17 personas muertas, entre ellos todos los secuestrados y un policía.

Septiembre Negro, una organización terrorista palestina, reclamaba a cambio de los atletas, cuyo único delito era ser israelíes y estar en el lugar y el momento equivocado, la liberación de más de 200 presos palestinos.

Los ocho terroristas que componían el grupo se aprovecharon de las débiles medidas de seguridad en la Villa Olímpica para acceder, armados con fusiles AK-47 y granadas escondidas en bolsos deportivos, en el inmueble 31 de la calle Connolly, sede de la delegación israelí.

Dentro de aquel recinto fueron asesinados el entrenador Moshe Weinberger y el pesista Yoseef Romano, quienes intentaron neutralizar de manera infructuosa a sus victimarios.

Tras varios ultimátum de los agresores, la posición del embajador israelí que se negó a negociar con los terroristas y la mediación del ministro del interior de la entonces República Federal Alemana, Hans-Dietrich Genscher, la situación dio un giro inesperado.

Ante la imposibilidad de alcanzar el objetivo de liberar a los presos palestinos, los terroristas exigieron volar a El Cairo, Egipto. Ellos, junto a los rehenes, fueron trasladados en dos helicópteros al aeródromo militar Fürstenfeldbruck donde la policía alemana le tendió una trampa.

Al sentirse engañados, los secuestradores se atrincheraron en los helicópteros. Pasadas las 12 de la noche comenzó el cruce de fuego. Al final la confrontación dejó a cinco terroristas muertos y tres detenidos, desafortunadamente también murieron todos los rehenes y un policía.

El incidente provocó la interrupción durante ese día y el siguiente de los Juegos, y generó un debate en el seno del Comité Olímpico Internacional sobre si la justa debía ser suspendida. Los miembros alemanes del comité organizador clamaban por la suspensión del resto de los Juegos, pero el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, fue el principal defensor de que continuaran, argumentando que no podían dejar que ese triste acto detuviera el movimiento olímpico. Con el apoyo del comité olímpico de Israel, se decidió continuar y finalizar los Juegos.

Al siguiente día se celebró un acto de homenaje a los atletas israelíes en el Estadio Olímpico, con casa llena y la participación de más de 3,000 atletas, entrenadores y varios familiares de las víctimas. Uno de ellos falleció de un infarto cardíaco durante el acto.

La ceremonia no estuvo ajena a las controversias. Brundage apenas mencionó a los atletas asesinados y dio igual atención a la controversia con Rhodesia que generó la ira de las naciones africanas. Finalizó con una aparición de la leyenda olímpica de Berlín, Jesse Owens, quien dijo a la multitud: "Los Juegos no deben ser cancelados. Eso sería rendirnos".

Los de Múnich 72 se anticipaban como unos Juegos memorables, y lo fueron en el aspecto deportivo. La entonces Alemania Occidental quería borrar para siempre la imagen de los Juegos de Berlín 1936, el nazismo y la Segunda Guerra Mundial y encontró en los Juegos una buena manera de presentarse como una nación de paz. Tristemente, la imagen más recordada es la del terrorista asomado por uno de los balcones de la Villa.

Aquí, los momentos deportivos más memorables de Múnich 1972:

-Mark Spitz se convirtió en el más grande rey de la natación al ganar siete medallas de oro -con siete récords mundiales- una marca que se mantuvo hasta que Michael Phelps ganó ocho en Beijing 2008.

-Olga Korbut, la jovencita de la Unión Soviética, cautivó al mundo con su sonrisa, su tenacidad y su espectacular rutina en las barras asimétricas que completó con un 'Korbut Flip', una salida nunca antes vista en la gimnasia.

-La Unión Soviética, con una canasta en el último segundo de Alexander Belov, venció al poderoso equipo de Estados Unidos por primera vez en unos Juegos Olímpicos, en la final del básquetbol olímpico. Estados Unidos protestó el partido alegando que el tiempo había expirado, pero la decisión de la duela se mantuvo. Los estadounidenses nunca recogieron la medalla de plata.

-Lasse Viren y Valeri Borzov se convirtieron en dobles ganadores en el atletismo; el finlandés en 5,000 y 10,000 metros (en estos últimos, se cayó y se levantó para romper el récord mundial) y el soviético en los 100 y 200 metros.

Fuentes: David Miller, From Athens to Athens; Dave Wallechinksi, The Complete Book of Summer Olympics; Alejandro Caravario, La matanza de Munich; Alejo Vetere, La masacre de Munich, en primera persona: "Fui el último en salir del departamento"; M. RUBÍN 40 años de la masacre de los Juegos Olímpicos de Munich 1972