Guillermo Cañas y un regreso con gloria

Para Guillermo Cañas, el 2001 fue su año soñado. Pasó, nada más y nada menos, que de olvidado a figura excluyente del circuito mundial. . Es respetado por sus rivales, sobre todo porque demostró potencial para estar en la conversación en cualquier tipo de torneo y superficie

El 2002 recién empieza y viene combinando buenas y malas, pero sin duda el 2001 fue su año soñado. Pasó, nada más y nada menos, que de olvidado a figura excluyente del circuito mundial. De un 2000 para borrar de un plumazo a un 2001 excelente, histórico por donde se lo mire.

Guillermo Cañas no sólo volvió a pertenecer a la elite del tenis argentino, sino que se convirtió en una figura de categoría mundial. Es respetado por sus rivales, sobre todo porque demostró potencial para estar en la conversación en cualquier tipo de torneos y de superficies.

En eso, la solidez para afianzarse y ser un jugador completo, se potencia lo de este porteño bonachón, humilde y respetuoso. A los 24 años, Cañas se transformó en la estrella del tenis de su país.

UNA TEMPORADA IMBORRABLE
Sus logros de la temporada 2001 fueron, a saber: salió campeón en Casablanca (en polvo de ladrillo), fue finalista en Hertogenbosch (césped), Stuttgart (polvo) y Viena (cemento, bajo techo) y llegó a los octavos de final de Roland Garros y de Wimbledon.

Hacía 25 años que un varón argentino no llegaba a esa rueda en la lenta arcilla de París y en el veloz pasto de Londres en menos de un mes, desde que lo hiciera Guillermo Vilas en 1976. Y fue el primero en cumplir esa actuación en el Abierto británico en 22 temporadas (el último había sido José Luis Clerc, en 1979).

A todo esto, es fundamental recordar que Willy Cañas empezó la temporada 2001 en el 231º puesto del ranking mundial (era el 16º de su país). Terminó el año en el Nº 17 y fue el 14º mejor tenista del 2001, tal como figura en la Carrera de Campeones.

MUCHO MÁS QUE NÚMEROS
Con su eliminación en el certamen Masters Series de París-Bercy, en canchas rápidas, Cañas se despidió hasta el 2002. Participó en 24 torneos, ganó 45 partidos y perdió 23 y consiguió una efectividad del 66%, más una bolsa superior a los 600.000 dólares.

Estos números representan, justamente, la continuidad en un alto nivel. La que comenzó allá por febrero, cuando llegó a los cuartos del ATP de Buenos Aires. Derrotó en un partido ajustadísimo al batallador español Francisco Clavet en la primera ronda y la historia, según él mismo lo dijo, dio un vuelco rotundo. Luego le clavó un magistral 6-0 al brasileño Gustavo Kuerten antes de ser eliminado.

Desde entonces, entendió que podía luchar y terminar imponiéndose, a sabiendas de que siempre le habían costado los partidos chivos y que sufrió cuatro o cinco derrotas de esas que pegan duro.

Cañas se recuperó de una operación en la muñeca izquierda que lo marginó cuatro meses en la temporada pasada. Pero, esencialmente, supo capitalizar los errores y las grandes dudas que lo habían caracterizado para pasar a ser un jugador con presencia e inmutable ante las paradas bravas.

SUS PUNTOS FUERTES
Se apoyó en el sustento clave de Pablo Martín, su nuevo entrenador y compinche. Y la dupla da que hablar. Con el correr de los meses, Willy empezó a ser tan valorado en las superficies rápidas como en las lentas. Este es el punto. Una vez que les encontró la salida a los problemas de falta de confianza para cerrar partidos casi liquidados, derrochó su arsenal de variantes.

Sus golpes de base son fuertes, punzantes, con un drive que le sirve para desparramar adversarios. Pero si bien mejoró el servicio, su arma letal sigue siendo la devolución, ya que a los reflejos innatos le agrega intuición y se afirma bien para que ese tiro sea la llave de su éxito.

Así, este Willy se metió en la pelea en toda clase de campeonatos. Se dio el gusto de vencer dos veces al ruso Yevgeny Kafelnikov, otras dos al inglés Tim Henman, una al ruso Marat Safin, al estadounidense Michael Chang, al alemán Nicolas Kiefer... Y continúan las firmas.

Es que lo de Cañas fue bueno en serio. Tuvo convicción y dejó muy en claro que es el argentino más regular, con mejores perspectivas en cuanto a que sabe adaptarse a las diferentes canchas.

Como si no estuviera en otra esfera respecto del chico dubitativo de otros años, se ganó un lugar en el equipo argentino de Copa Davis que volvió al Grupo Mundial después de nueve años.

De local, formó el dobles junto con Luis Lobo en el tercer punto del decisivo choque contra la República de Belarus.

Y ya en febrero del 2002, se dio el gusto de jugar el primer singles ante Australia y tomar parte en una histórica victoria por 5-0.

"Ya soy otro". Su frase, a mitad de esta temporada, sonó a cosa juzgada. Siguió su andar seguro en el supercompetitivo circuito internacional y ahora ya todos saben que Cañas es "el" hombre de la armada argentina.

La gente se divertía e ilusionaba con la fulminante aparición de Guillermo Coria y luego se sumaba a las buenas nuevas de Gastón Gaudio, Mariano Zabaleta, David Nalbandian, José Acasuso y el revival de Juan Chela. Hoy, son nueve los argentinos entre los 100 primeros.

Pero la calidad y la versatilidad de Cañas no tienen comparación, al menos en este momento. Este Willy está en otra dimensión. Y se lo merece.

Gustavo Goitía es periodista especializado en tenis desde hace 12 años. Se ha desempeñado como redactor en el diario La Nación, la revista VIVA de Clarín, el Diario Deportivo Olé y como comentarista en el canal TyC Sports. Actualmente es redactor del Diario Clarín y columnista de ESPNdeportes.com.

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GUILLERMO CAÑAS