Una corajeada que despierta ilusiones

Con una garra digna de su estirpe, los suplentes de Los Pumas lograron dar vuelta un partido que se había presentado muy desfavorable. Al final el resultado fue adverso también, pero invita a pensar con esperanzas en el test match del próximo sábado

PRETORIA, Sudáfrica.- Debo confesar que por un momento me ilusioné, al igual que el resto de los argentinos presentes en el Mpumalanga Stadium de Witbank. No eramos muchos, es cierto. Apenas los 40 integrantes de la delegación oficial, algunos dirigentes que aparecieron sólo para el partido, un par de argentinos radicados en la zona y los cinco representantes de distintos medios que acompañan al equipo. Pero por algunos instantes estas 50 personas pensaron que el triunfo de Los Pumas en el primer partido de la gira era posible, que atrás había quedado un rival muy difícil, ruidosamente apoyado por 30 mil fanáticos, y un referee tan localista en sus decisiones como en su pasaporte.

Es que apenas quedaban seis minutos para el final cuando un try de Pedro Sporleder, convertido por Diego Giannantonio, puso a los argentinos arriba en el tanteador por 36-35. Los Pumas dominaban psicológicamente a su rival, habían olvidado esos terribles 10 minutos iniciales (10-0 abajo) y otros momentos donde la diferencia alcanzó los 20 tantos. Los Pumas, en una corajeada auténtica de su estirpe, estaban a un paso de una gran victoria.

Sin embargo, el final fue triste y con sabor a estafa organizada, propia de otros tiempos en los cuales los locales jugaban con dos refuerzos importantes (atmósfera y árbitro), y muy difícil de digerir. Es que varios minutos adicionales se jugaban ya cuando el wing izquierdo de Sudáfrica "A", Dean Hall, consiguió el try que derivaría en el 42-36 final para los locales.

En realidad, después de tantos años asistiendo a partidos internacionales, también debe afirmarse que esto no fue sorpresa alguna. Sucede en la mayor parte de los países y simplemente le tocó sufrirlo a la camiseta que uno siente. Joel Stransky, apertura de los Springboks que fueron campeones del mundo en 1995, fue algo sarcástico en la antesala de los vestuarios : "El arbitraje fue malo, pero en Argentina yo sufrí uno peor cuando perdimos con Buenos Aires (28-27) en el 93". Muchas voces argentinas, que airadamente protestaban, se acallaron por un rato.

Pero dejemos por un momento de lado los problemas arbitrales y el resultado final para ocuparnos del rendimiento del seleccionado argentino que, decididamente, debe dividirse en dos partes.

La primera fue bastante pobre y nada mejor que recoger las palabras del capitán Nicolás Fernández Miranda para explicarlo: "A nosotros nos cuesta meternos en el ritmo del partido, y ante rivales de tanta potencia eso es fatal". En esos primeros 10 minutos hay que destacar la primera conquista de Hall, superando a media docena de argentinas en una carrera de 80 metros cruzando la cancha de izquierda a derecho. Impresionante. Afortunadamente los argentinos levantaron sobre el cierre del primer parcial y tras una buena maiobra colectiva, que culminó Sambuccetti, se fueron al vestuario con un 25-12 abajo, que no reflejaba el verdadero dominio de los locales.

La seguna etapa tambien favoreció a los sudafricanos en el arranque (se pusieron 32-12), pero una intercepción del tucumano Nuñez Piossek achicó la diferencia y provocó la reacción de un equipo que a, partir de entonces, fue protagonista y monopolizó la pelota, tuvo concentración y mucha eficacia en la definición, para ponerse un tanto arriba a tan solo seis minutos del final.

Fueron los minutos en los cuales los delanteros llegaron al pico de su rendimiento (sobresalieron Ledesma, Durand, Bouza y Ostiglia), y los cambios realizados por el cuerpo técnico (entraron Quesada, Hasan y Méndez) le aportaron mucha energía a la corajeada. Fueron los minutos, también, en que los backs pasaron de dominados a dominadores, en que los pases llegaban a destino, los tackles eran precisos y se exhibía un elogiable control de la pelota en acciones de contacto.

Pero después pasó lo que pasó, lógico en este tipo de partidos pero indignante cuando toca sufrirlo como si fuera propio. Y aunque suene conformista alegrarse por una "derrota digna", habrá que afirmar que fue una derrota que invita pensar el test match del sábado ante los Springboks con cierto optimismo. "Lo importante es estar en juego", dijo Daniel Baetti, uno de los responsables del seleccionado blanquiceleste: "Si uno juega de igual a igual, algún día llegarán los resultados".

PABLO MAMONE es periodista especializado en rugby desde 1985. Se ha desempeñado como redactor del diario Clarín y como productor de los programas de rugby de ESPN. Actualmente es Director de Noticias del SportsCenter Latino y columnista de ESPNdeportes.com.

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