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Díaz: "No cuelgo los botines pero los guardo en una repisa"

Díaz, envuelto en llanto. El duelo ante Sudáfrica en Durban fue su último partido profesional. Getty Images

BUENOS AIRES--Martes 10 de noviembre. Tres y 24 de la tarde. Teléfono en mano. Whatsapp en línea. Y, ¿cómo fue todo? "Medio mal...", llegó del otro lado.

Ese día Matías Díaz aterrizó en Buenos Aires desde su Mendoza natal y se sometió a los análisis, obligados, respecto de su condición cardíaca. ¿Cómo? Rebobinemos.

El pilar de Los Pumas había sido convocado para el Mundial de Inglaterra luego de trabajar arduamente para ingresar en la lista de Daniel Hourcade. Sin embargo, los chequeos que se hizo por un malestar durante un entrenamiento determinaron que no podría ser parte de la cita vernácula debido a una hipertrofia en el corazón. Era un potencial caso de muerte súbita si seguía jugando.

“El momento en el que me enteré sentí muchas cosas, estaba negado a bajarme de esa lista. En mi cabeza pasaba: ‘Si me tengo que morir jugando un partido me moriré pero yo no voy a dejar este equipo’. Pero yo no tenía nada que pudiera hacer. La decisión la toman los médicos y yo ya no podía hacer mucho”, le reveló a Scrum.

-¿Cómo lo manejaste en los días que se sucedieron?
-La realidad es que ya venía haciendo la digestión de esto. Ya me habían bajado del partido contra Sudáfrica y sabía que estaba la posibilidad. Lo más duro fue cuando se confirmó, sin dudas.

-¿Qué te dijeron tus amigos y compañeros del seleccionado?
-Los chicos me apoyaron. Les comenté lo que me pasó por el grupo de whatsapp. Esperé un día para que todos los que quisieran me pudieran escribir y luego me salí. Pensé que era lo mejor ya que después no me iba a hacer bien leer cosas que posiblemente me hicieran extrañar el doble.

-¿Qué se sintió ver al equipo en cancha en el primer partido sabiendo que podías estar ahí?
-Es muy feo, pero a la vez me sirvió mucho para realmente acordarme cuál fue el motivo por el que empecé a jugar y lo que era mi sueño que era jugar en Los Pumas. Ahora fue como una renovación de amor, me di cuenta del verdadero amor que tengo por jugar con este equipo.

-¿Cómo viste a la distancia a Los Pumas?
-Pienso que fue un muy buen Mundial de los chicos, ellos se lo merecen por el gran esfuerzo que hacen día a día. Realmente se vio un equipo muy maduro que supo actuar realmente muy bien bajo presión. Estoy muy feliz por su trabajo, dedicación y por el rugby argentino. Los noté en un excelente momento, atrevidos, con coraje y posición en el campo de juego para plantársele a cualquiera dentro y fuera de la cancha.

-¿Cuánto pesa emocionalmente ser parte de este ciclo?
-Es realmente muy gratificante y motivador para futuro, se están empezando a ver sus frutos y eso es realmente muy bueno.

-Hoy por hoy, ¿cómo continúa tu evolución? ¿Hay plazos para volver a jugar?
-Si bien mejoré en algo no es lo suficiente como para poder jugar. Tenía una capa de 18 milímetros de fibra y ahora tengo 17, cuando el máximo es de 13 o 14. Cualquier persona puede fallecer de una muerte súbita. Cualquiera. Pero yo tengo más riesgos, sumados a los antecedentes de mi papá...Por el momento no los cuelgo a los botines pero si los tengo que guardar en una repisa y dejar que se llenen de tierra. Quién sabe de acá a dos años tal vez mi corazón cambie y mejore. Pero por el momento no puedo. Mi ventaja es que soy joven, tengo 22 años. Por el momento voy a hacer otra cosa.

“Hay que poner el pecho, voy a ver qué hago pero estoy tranquilo. Hay que bancarla”, cerró. Su salud le puso un freno a su carrera. Pero él espera que haya sido simplemente una pausa y no un punto final.