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Serena Williams apunta a otra final más en Wimbledon

En las semifinales femeninas de Wimbledon, las diferencias numéricas entre Serena Williams y las otras tres jugadoras son casi tan palpables como el desgaste del césped en La Catedral del tenis tras nueve días de competición.

La estadounidense, rival este jueves de la alemana Julia Goerges, exhibirá a un lado de la pista 23 Grand Slams, mientras que entre la letona Jelena Ostapenko y la alemana Angelique Kerber, rivales en la otra semifinal, solo suman tres, y Goerges es la novata, ya que nunca había pasado de cuartos en un 'major' hasta este Wimbledon.

Sobre el papel, cuesta pensar que cualquiera de las tres sea capaz de mirar de tú a tú a Serena, y es que, al profundizar en sus cifras, la ventaja de una de las mejores jugadoras de la historia se acrecienta.

La menor de las Williams ha ganado 72 títulos en su carrera, ha pasado 319 semanas como número uno y posee siete bandejas de plata del All England Club. Entre Goerges, Ostapenko y Kerber acumulan 18 títulos, 34 semanas en el número uno -todas de Kerber- y ninguna ha vencido en Wimbledon. Solo Kerber sabe lo que es pisar una final -y perderla- en 2016, precisamente ante Serena. Además, y como recuerda la WTA, Serena ya tiene una hija, mientras que sus rivales aún no saben lo que es la maternidad.

Por tener, tiene hasta un ránking mayor (181) que sus tres rivales juntas -Ostapenko (12), Kerber (10) y Goerges (13)-, aunque el próximo lunes, como mínimo, aparecerá en el puesto 51, pudiendo escalar hasta el 'top 30' con una final y al 'top 20' con el título.

Dentro de estos números de estrella, la propia Serena se reconoce un modelo a seguir. "Más ahora que soy madre. Me gustaría serlo para mi hija, para los niños y para todos aquellos que necesiten inspiración", afirmó tras remontar a Camila Giorgi, única que le ha arrebatado un set en el torne, y meterse en semifinales.

No extraña, por lo tanto, que una de las tres contendientes a quitarle el título haya crecido con sus éxitos de fondo. Ostapenko nació en 1997, cuando Serena ya llevaba dos años profesional. Ahora, 21 años después, la posibilidad de encontrarse en una final, con la que es su ídolo, está a un partido de distancia.

"Siempre disfruto viéndole jugar y aprendo cosas. Creo que lo que más admiro de ella es su personalidad y su juego", dijo la letona.

Antes de un posible duelo generacional de 15 años de diferencia, Ostapenko y Serena se medirán a dos duros escollos llegados de Alemania, Kerber y Goerges. Ochenta y siete años han pasado desde que Alemania no colocaba a dos de sus jugadoras en la penúltima ronda de Wimbledon. Entonces fueron Cilly Aussem y Hilde Krahwinkel. En el Abierto de Australia de 1990 se repitió la historia con Steffi Graf y Claudia Porwick, y en 1993 en Roland Garros, fue la última de las tres ocasiones, con Graf y Anke Huber.

Kerber, aún echando de menos aquel glorioso 2016 que le coronó como número uno y le deparó los Grand Slams de Melbourne y Nueva York, vuelve a unas semifinales en Wimbledon desde 2016.

Lo hace habiendo cedido solo un set, en segundo ronda, y sin la presión de ser la máxima favorita para lograr la corona. Su duelo contra Ostapenko, campeona de Roland Garros en 2016 y primeriza en unas semifinales en el All England Club, será el primero entre ambas en el circuito WTA, pese a ocupar una el décimo escalón del ránking (Kerber) y otra, el duodécimo (Ostapenko).

Por su parte, Goerges, rival de Serena, es de reciente recuerdo para la estadounidense, ya que se encontraron en este Roland Garros, con una concluyente victoria por 6-1 y 6-1 para la americana. Ahora, en una plaza como el distrito SW19, que Serena conoce con más precisión que París, la estadounidense tratará de alcanzar su décima final en el All England Club y demostrar que, ante las novatas, ella es la verdadera reina.