Nalbandian, el chico que pegó el estirón

En 1999, casi un año después de ganar el Abierto junior de los Estados Unidos, quedó eliminado del torneo junior de Wimbledon por no presentarse a jugar en semifinales ante un austríaco

BUENOS AIRES -- En 1999, casi un año después de ganar el Abierto junior de los Estados Unidos, David Nalbandian quedó eliminado del torneo junior de Wimbledon por no presentarse a jugar en semifinales ante el austríaco Jurgen Melzer.

¨El motivo de su ausencia? Tras ganarle al inglés Alan Mackin, creyó entender que su siguiente partido era a las 15.30 cuando en realidad se le dijo -y así figuraba en el vestuario- era a las 15.05.

Entonces, optó por salir del club para enviar un correo electrónico. Cuando advirtió el error, ya era demasiado tarde. Aquel episodio le dio crédito a los comentarios que lo señalaban como un chico poco afecto al esfuerzo. El mundillo del tenis creía estar delante de un talentoso despreocupado, una promesa ajena a las responsabilidades que supone la alta competencia.

Nalbandian sabía que para pegar el salto y convertirse en un profesional de primer nivel debía, antes que nada, comprometerse de lleno con ese objetivo. Pero igual le costaba. Prefería entrenarse junto a su hermano Javier en Unquillo, su pueblo natal, antes que hacerlo en Buenos Aires con un coach de mayor experiencia y rodeado por los mejores jugadores del país.

Acostumbrado a la tranquilidad de su pago chico cordobés, no se imaginaba alejado de sus afectos ni quería adaptarse a un mundo diferente, más vertiginoso y frío. En noviembre de 2000, ya inmerso en el circuito profesional, sus continuas derrotas lo condujeron al puesto 400 del ranking mundial.

"Creo que en aquel tiempo debería haberme sacrificado un poco más. Me gusta entrenar, pero uno nunca queda conforme con lo hecho. A veces me reprocho porque en su momento no practiqué un poco más fuerte", reconoce, autocrítico. Consciente de que había tocado fondo, se puso a disposición de Gabriel Markus, su actual entrenador, y ahora se embarcó nuevamente en la ruta del éxito.

En marzo de este año, se convirtió en el único tenista argentino que ganó el torneo de Estoril (Portugal), el primero de su carrera en el circuito ATP, y ahora está sorprendiendo al mundo con sus actuaciones en su estreno en Wimbledon. Su victoria ante el ecuatoriano Nicolás Lapentti lo convirtió hoy en el primer argentino en llegar a las semifinales del mítico torneo.

Nalbandian ocupa el puesto 28 del ránking mundial, pero la próxima semana alcanzará el objetivo que se propuso al comenzar al año: "Estar entre los veinte mejores del mundo". La clave de su venturoso presente, según él, tiene que ver con el aspecto psicológico: "Si estás bien de la cabeza, le podés ganar a cualquiera". Su abuelo Jorge, un armenio ya fallecido, llegó a Unquillo en los años 20 con documentos falsificados y escapándole al hambre.

Se casó con una argentina y desde entonces las bases de la familia se asentaron en ese pueblito cordobés. "Unquillo es chiquito. Somos unos 15 mil habitantes y nos conocemos todos. Mi familia es una de las más viejas del lugar. No me ven como a un personaje destacado o famoso. Para la gente de allá, yo soy el hijo de Norberto, el marroquinero, y de Alda, o el nieto de Jorge", afirma David, cuyo principal hobby es ir a pescar al dique Los Molinos.

Admirador de Boris Becker y fanático de River, de chico su padre lo llamaba Hilacha. "Me puso el apodo porque decía que siempre estaba desalineado y nunca me importaba cómo me quedaba la ropa", cuenta, estirando cada vocal como buen cordobés.

Cuando tenía cuatro años, algunas familias de Unquillo entre las que estaba la suya, decidieron construir dos canchas de tenis en el ombligo de un cerro. "Las hicieron de cemento para que fueran más fáciles de mantener", dice. Después de que el tenis le ganó una pulseada interna al fútbol, el básquet y la natación, Nalbandian comenzó a transitar la extraña experiencia de pasar la adolescencia entre aviones y raquetas.

Por culpa de los continuos viajes no le quedó más opción que abandonar el colegio secundario en tercer año. "Es algo que voy a lamentar siempre, pero la verdad es que tuve que hacerlo por las exigencias del tenis", explica con cierta carga de remordimiento. Su resonante victoria en el Abierto junior de los Estados Unidos a los 16 años lo posicionó como una de las grandes esperanzas del tenis argentino.

En octubre de 1998 le ofrecieron jugar la Copa Davis para Mónaco y rechazó la propuesta "porque no quería representar a otro país que no fuera la Argentina". Al año siguiente comenzó a jugar torneos profesionales, primero de tropiezo en tropiezo y ahora transformando en realidad todas las expectativas que despertó cuatro años atrás al conquistar el mundo en Flushing Meadows.

DYN

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