Un comienzo para ilusionarse

El balance tras la primera es muy positivo para los latinos. Tres de los cuatro equipos superaron el primer corte y lo hicieron con resultados y rendimientos que anidan esperanzas de un futuro mejor

Tras la primera etapa del Mundial de Indianápolis se impone el tradicional balance. Parcial, es cierto, pero indispensable, para medir lo hecho por los equipos, confirmar si se alcanzaron objetivos o resaltar dónde hubo falencias o aciertos. Al trazar la línea para hacer la cuenta, el resultado no puede ser otro que positivo para los equipos latinoamericanos. No es solamente que tres de los cuatro equipos superaron el primer corte, si no que además lo hicieron con resultados y rendimientos que anidan esperanzas de un futuro todavía mejor. Con Argentina y Brasil disfrutando de resultados perfectos, que le dieron la punta en los grupos D y B, y Puerto Rico, segundo detrás de los brasileños pero confiados en sus fuerzas, apenas Venezuela quedó al margen de la lucha grande.

Los argentinos están respondiendo con firmeza, al menos hasta ahora, a lo que se esperaba de ellos. Si bien su rendimiento deja espacio para algún cuestionamiento, los números avalan su trabajo: tres victorias y por primera vez termina una etapa como líder en su grupo. Tras despachar sin brillo a Venezuela en el debut, superó con amplitud un partido clave ante Rusia. En ese juego Argentina dejó atrás toda una tradición de frustraciones ante equipos europeos. Y esa no fue una victoria más. Fue un triunfo, por momentos aplastante, frente a una potencia, que si bien atraviesa dificultades, sigue siendo una potencia, con una historia de casi cincuenta años que la respalda.

La definición del grupo, inesperada, terminó siendo ante la sorpresiva Nueva Zelanda, que si bien por momento fue un rival incómodo, terminó entregándose. Los argentinos mostraron poder ofensivo (el mejor del torneo con 196,3 puntos por juego), buena actitud defensiva, aún a costa de ponerse en problemas de faltas, decisión para definir en velocidad y buena puntería desde lejos, con 40% en triples. Pero el toque diferente lo puso Emanuel Ginóbili (21,3 puntos de promedio). Sus últimos dos partidos fueron un ejemplo de eficacia y espectacularidad, que dejan volar la ilusión de su futuro NBA. Sin embargo, Argentina también expuso limitaciones en el juego interior y falta de capacidad rebotera, algo peligroso pensando en que equipos con muchos centímetros como China, Alemania y Estados Unidos serán sus rivales en la segunda etapa.

Lo de Brasil es enormemente valorable. Sin el pivote Nené, lo que significa una notoria carencia en una zona vital, el equipo de Helio Rubens expuso cualidades para legitimarse como ganador del grupo. Lo suyo fue de menor a mayor y el agónico triunfo ante Turquía, con un triple sobre la chicharra de Marcelinho, pareció potenciarlo anímicamente, ya que los brasileños se recuperaron luego de estar en cómoda desventaja durante gran parte del juego.

Hay que remarcar que sus victorias más importantes fueron ajustadas, pero también debe decirse que el equipo tuvo una extraordinaria puntería en sus tiros externos (47%), sobre todo en el valioso trío perimetral formado por Marcelinho (22,3 puntos), Rogerio (16,3) y Guilherme, una saludable actitud defensiva y un mayor cuidado del balón. El calendario le puso por delante a Angola, Yugoslavia y España en la segunda fase, lo que le permite ser optimista en su plan de meterse entre los ocho mejores y, tal vez, dar alguna sorpresa mayor.

También Puerto Rico parece haber encontrado un rendimiento superior al esperado, que le sirvió para limpiar la pobre imagen que dejó en el Premundial de 2001. Al menos la alcanzó para meter el golpe inicial frente a Turquía, subcampeón de Europa, que le despejó el camino a la clasificación y no lo obliga a un esfuerzo extremo para acceder a cuartos de final. Como se esperaba su juego giró sobre lo que produce Piculín Ortíz (16,7 puntos y 8,6 rebotes), una figura sin fecha de vencimiento, cerca del cesto.

Pero esta vez, hay que reconocerlo, le facilitó el trabajo Larry Ayuso (30 puntos de promedio), que con un impresionante 61% en triples (19-31) destrozó defensas desde lejos y liberó la pintura para que se mueva el pivote. Frente a Brasil, los borícuas protagonizaron un partido tan parejo como emocionante, en el que la pareja Ayuso-Ortíz volvió a sostener al equipo, aunque esta vez no tuvieron apoyo del resto. Sin embargo, Puerto Rico ratificó que será un equipo complicado para la segunda fase y que nadie se sentirá confiado de cruzarlo en cuartos de final.

Para Venezuela sus tres derrotas fueron un cachetazo. No por esos resultados en sí, más allá de que en las tres caídas siempre quedó lejos de su rival, si no porque sus tres presentaciones marcan el fracaso indiscutible de un estilo de juego. Ese que no valora la defensa (recibió 97 puntos en contra de promedio) ni el precio de la posesión del balón (18 pérdidas por juego). Precisamente los principios básicos en los que se apoya en básquetbol a nivel internacional. Apenas Víctor Díaz (21,7 puntos) confirmó, por si hiciera falta, su capacidad anotadora y Richard Lugo (13,3 puntos y 10,3 rebotes) cumplió con su parte, mientras que de Oscar Torres (13,7 puntos) se esperaba un poco más.



ALEJANDRO PÉREZ es periodista especializado en básquetbol desde 1986. Se desempeña como cronista del diario Clarín desde 1994. Además, es el relator de los partidos de básquetbol internacional de ESPN, columnista del SportsCenter Latino y de ESPNdeportes.com.

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