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Brian Windhorst | Escritor senior de ESPN 5y

Lo peor del Team USA en el Mundial es la apatía

DONGGUAN, China – A veces, el peor insulto posible es la apatía.

En la noche del miércoles, cuando Francia se impuso a la Selección de Estados Unidos, algunos jugadores galos tenían lágrimas en sus ojos y la estrella Rudy Gobert afirmó que había hecho realidad un sueño de su niñez. En la noche del jueves, cuando Serbia se catapultó hasta alcanzar ventaja de 25 puntos en el primer cuarto y terminaron venciendo a los estadounidenses 94-89 por primera vez en la historia de ese país, cobrando revancha por un revés por 30 tantos en el partido por la medalla de oro de la edición 2016, la reacción fue… la nada.

Cero emociones. Simplemente, se limitaron a dejar la cancha.

Es cierto que el partido no tenía realmente nada en juego: Estados Unidos ya había clasificado para los Juegos Olímpicos de Tokio y Serbia se encontraba eliminada y simplemente jugaba por orgullo. Sin embargo, cuando Australia superó a Estados Unidos en un partido amistoso escenificado el mes pasado en Melbourne, lo celebraron como uno de los grandes logros en la historia del baloncesto de ese país.

Nikola Jokic, el All-NBA de primer equipo por el cual Estados Unidos se preocupaba por enfrentar durante semanas, prácticamente se mantuvo jugando ese partido a velocidad media. Anotó 9 puntos y sumó 7 asistencias; no obstante, Serbia no requería que la estrella de los Denver Nuggets alcanzara niveles de grandeza.

“Pasa a la historia”, expresó el base de los Sacramento Kings, Bogdan Bogdanovic, quien arrolló a la selección de Estados Unidos, sumando 29 puntos. “Pero se trata de otro partido más”.

Vaya.

La crónica completa del partido reflejará que, después de haber quedado con 25 puntos de desventaja, Estados Unidos luchó con fuerza para remontar. Gregg Popovich se mantuvo entrenando, colocando alineaciones diferentes en la cancha y probando distintos esquemas. Khris Middleton y Myles Turner fueron líderes de una remontada significativa. Harrison Barnes tuvo su mejor partido del Mundial, con 22 puntos. Kemba Walker sumó 18 tantos, a pesar de una molesta lesión en su cuello.

Pero…

“No estamos presentes para conseguir victorias morales, aquí estamos para ganar”, dijo Donovan Mitchell. “Perder dos partidos consecutivos duele mucho”.

Estados Unidos jugará este sábado en Beijing para quedarse con el séptimo puesto del Mundial. Será el peor resultado en la historia de este torneo para ese país. Es triste afirmar que esta posición quizás sea justa. Ese es el sitial donde pertenecen en este evento. Si hubieran logrado la victoria sobre Francia, probablemente no contaban con el arsenal para ganar dos juegos más.

La promoción de las semifinales mundialistas de este viernes hecha por la FIBA gira en torno a este eslogan: “El trono está vacío”. Traduzcámoslo de esta forma: el Rey ha muerto.

Desde que este grupo partió de Australia para disputar una gira de tres partidos de exhibición, tiene récord 7-3. Si Turquía no hubiera arruinado varias oportunidades concretas de imponerse a los estadounidenses en un encuentro disputado la semana pasada, habría sido 6-4.

Cuesta mucho juzgar a este equipo. Es cierto que han mostrado carácter y no han tomado atajos. Su intensidad para comenzar los partidos pudo haber sido mejor. Y fue sumamente curioso el hecho que Popovich no convocó a una práctica completa durante aproximadamente dos semanas a pesar de que cierta cantidad de jugadores confrontó problemas con su enceste, para lo cual algo de trabajo extra quizás pudo haber rendido dividendos. Este equipo nunca realmente asumió la filosofía ofensiva de movimiento de balón que Popovich intentó inculcar durante el campamento de entrenamiento y eso les hizo un equipo más fácil de marcar por parte de los defensores. Pero, siendo sinceros, quejarnos de esto sería algo quisquilloso.

Este equipo no rindió por debajo de su capacidad y eso es un hecho aleccionador. Aún esta por verse si esto se convierte en un llamado a la acción por parte de una mayor cantidad de jugadores estadounidenses. Obviamente, ese debe ser el primer paso. Quizás Popovich tendrá que hacer mayores esfuerzos de reclutamiento durante los próximos 10 meses. Quizás Jerry Colangelo, quien armó este equipo junto con otros ejecutivos de USA Basketball, necesita evaluar este proceso. No obstante, lo habrían hecho de todas formas, incluso de haber ganado una medalla. Esto no constituye una acusación en contra de ellos.

Analizando esta situación de forma completamente justa, es un verdadero logro el haber clasificado a los Juegos Olímpicos y no haberse visto obligados a disputar una serie de partidos eliminatorios durante el próximo verano. En este momento, nadie sabe qué hubiese ocurrido en semejantes circunstancias.

Estados Unidos se quedó con 10 jugadores en la jornada del jueves debido a que Jayson Tatum (tobillo) y Marcus Smart (piernas) estaban fuera de acción. Perder a Tatum fue el tiro de gracia, debido a que éste era un jugador crucial gracias a su estatura y la forma en la cual Popovich quería jugar con los aleros moviéndose hacia abajo para marcar a los gigantes de los rivales. Simplemente, no había suficiente talento para compensar la situación.

Brook Lopez, quien es un buen hombre y jugador de calidad para los Milwaukee Bucks, no convirtió una canasta durante todo el torneo y terminó siendo una pieza poco más que utilizable. Mason Plumlee tiene una medalla de oro y es un gran jugador para tener en el roster, pero hablamos de un suplente de su equipo de la NBA que se enfrentó al hombre que le supera en la jerarquía de los Nuggets, quien formó parte del roster de Serbia (Jokic). Simplemente era demasiado pedirle.

En el vestuario, poco después del partido, los estadounidenses se veían mutuamente y se entendieron que aún hay mucho por hacer, con miras al futuro inmediato de la selección de su país. Y probablemente, muchos de ellos no tendrán una segunda oportunidad vistiendo ese uniforme.

Independientemente de lo que se quiera decir con respecto a este grupo, estos jugadores mantuvieron sus ojos bien abiertos durante todo el tiempo. El entendimiento de su situación, al igual que la indiferencia colectiva de los serbios, lo dijo todo.

“Para algunos de nosotros y tentativamente, para todos nosotros, el partido del sábado será la última oportunidad que tengamos de vestir la camiseta de la selección de Estados Unidos”, expresó Barnes. “Tenemos que disfrutar esa oportunidad”.

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