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El día que Magic Johnson hizo una revelación que cimbró a la NBA

MESES ANTES a la mañana del 7 de noviembre de 1991, el Great Western Forum había sido testigo de una conferencia de prensa con varias figuras conocidas. Estaban Magic Johnson, el gerente general de los Lakers, Jerry West, su dueño Jerry Buss y hasta el propio comisionado de la NBA, David Stern.

¿El motivo?. El carismático base del equipo Angelino recibía por tercera vez en su carrera el premio al Jugador Más Valioso de la Temporada anterior. Como se dice en los Estados Unidos, la reunión con los periodistas fue, ni más ni menos, que una especie de celebración del nuevo logro de Magic en su ya legendaria carrera.

Sin embargo, aquella conferencia de prensa programada para las 11 de la mañana del 7 de noviembre de 1991 (un jueves para ser precisos) en el mismo lugar que aquella anteriormente comentada y con varios de los protagonistas de aquella vez, no presagiaba el mismo clima y el idéntico espíritu de celebración. Más bien todo lo contrario.

Los rumores de que Magic Johnson había enfermado del SIDA, se empezaban a escuchar en el mundo de la prensa y obligaron a adelantar la fecha del anuncio.

Los medios más importantes de Los Ángeles estaban en aquella sala del mítico estadio que por entonces era la casa de los Lakers. Preparados para lo que podría venir, aunque muchos imaginaban que no sería.

Cuando apareció Magic caminando hacia el podio, el silencio reinante hizo que los clicks de las máquinas fotográficas resultaran ensordecedores. Algo no estaba bien.

El detalle que había adornado cada presentación de Magic en sociedad, ese día estaba ausente. Acaso como adelantando la tragedia que se avecinaba segundos más tardes.

Su eterna sonrisa, se había desdibujado por completo.

Y aquella conferencia de prensa comenzó con el anuncio más desgarrador posible. “Buenas tardes. Por haber contraído el virus VIH, les anuncio que hoy dejo de ser jugador de los Lakers”.

La Magia estaba amenazada de muerte.


Los días previos al anuncio no fueron fáciles. El equipo estaba en la pretemporada con la sed de revancha luego de haber perdido las finales del año anterior a manos de los Chicago Bulls de Michael Jordan. Magic no había jugado partidos aún por encontrarse enfermo. Gripe decía el informe oficial.

Ese año, como parte de la extensión de contrato que había recibido por parte de los Lakers, Magic se había realizado un examen medico riguroso y completo. Y cuando estaba aterrizando en Utah para uno de los juegos de pretemporada, recibió un llamado de Michael Mellman, el médico del equipo, que le pedía que se tomara el primer avión disponible y regresara a Los Angeles para discutir un tema particular. La compañía que debía asegurar el contrato, no aceptaba firmar la nueva póliza.

Ya en LA, más precisamente en el consultorio del Dr Mellman, conoció los motivos de su viaje de regreso. Su agente Lon Rosen, a su lado, estaba en shock como él. No era para menos: por esos días, recibir una noticia semejante era como escuchar la sentencia de muerte.

Los problemas abundaban. Su esposa Cookie estaba embarazada y a la espera de su primer hijo tras el reciente casamiento en París. Magic tenía que jugar el partido más difícil de su vida: explicarle a su esposa la noticia. Lo hizo de la mejor manera que pudo y contó que Cookie se puso a llorar inmediatamente. Pensaba que su esposo iba a morir en poco tiempo, aunque nunca le preguntó cómo había contraído el virus.

El resto fue prepararse para dar a conocer la noticia a su familia, a su círculo íntimo, sus compañeros de equipo y amigos.

Uno a uno fue enterándose. Desde Jerry Buss y Pat Riley hasta Michael Jordan, pasando por Larry Bird y Kareem Abdul-Jabbar. Todos lo apoyaron emocionalmente, aunque ninguno de ellos podía esconder sus propias emociones. Era un golpe muy duro.

Sin embargo, el encuentro con sus compañeros de equipo en el vestuario luego de una práctica, fue una de las peores experiencias que le tocó afrontar. Con voz temblorosa les dio la noticia y todos se quebraron. Magic les habló del tratamiento a seguir intentando transmitir optimismo. Cuando no hubo más palabras, cada integrante le dio un abrazo. El último fue Byron Scott, quien tras oír de Magic que estaría bien, le respondió que si había alguien que podía vencer al virus era él. Era simplemente una voz de aliento, Scott sabía que no le decía la verdad.


Para el miércoles 6 de noviembre, ya nadie en Los Ángeles creía que una gripe podría durar tanto. Por primera vez en su carrera, Magic se había perdido el juego inaugural ante Houston Rockets en calidad de visitante. Los Lakers perdieron 126 a 121. Los periodistas llamaban a Lon Rosen preguntándole por las razones de su ausencia y éste respondía con evasivas o bien con mentiras piadosas. Había que ganar tiempo para el anuncio.

Los jugadores rivales incluso le preguntaban a Magic cuando regresaría. Ron Harper, de los Clippers, se lo preguntó en el segundo juego de la temporada en el que también perdieron ante sus vecinos.

Lo único positivo por aquellos días fue que los análisis que le practicaron a Cookie habían traído buenos resultados: el bebé por nacer no tenía el virus. El otro fue el encuentro con David Ho, el especialista que había aceptado manejar su tratamiento, que le había traído esperanzas.

Sin embargo la noticia se había filtrado y la prensa preguntaba demasiado. Incluso una emisora local daba anuncio de que había enfermado de SIDA. Fue entonces cuando hubo que actuar rápido. Jerry Buss fue el encargado de avisarle al comisionado David Stern, quien voló hacia Los Angeles. Magic, mientras tanto, ya sabía que tendría que explicar que si bien tenía el virus que provocaba el SIDA, la enfermedad no se le había declarado aún y no tenía daños en su sistema inmunológico.

David Stern, el Dr. Michael Mellman, Lon Rosen, Jerry West, Jerry Buss, Cookie, Karem Abdul-Jabbar y Kurt Rambis lo acompañaban cuando, en la conferencia de prensa, Magic aclaró que era portador de HIV pero no un enfermo de SIDA. Nadie le entendió.

A partir de ese momento, el mundo creyó que la magia tenía fecha de vencimiento.


A 29 años de aquella dolorosa experiencia de tener que escuchar a uno de los mejores de todos los tiempos dar la peor noticia posible, hay mucha gente que recuerda lo que estaba haciendo aquel día cuando se realizó el anuncio.

Todavía recuerdo ese silencio brutal que taladró nuestros oídos cuando escuchamos, mis compañeros y yo, la noticia en la redacción de la revista Sólo Básquet de Argentina. “El básquet perdió la magia”, fue el título de una tapa con Magic en blanco y negro.

No imaginábamos que 29 años después, seríamos capaces de recordar mucho más de la vida de Magic Johnson de lo que habíamos visto hasta entonces. Aquel legendario partido en el Juego de Estrellas de Orlando, su medalla de Oro con el único Dream Team ganada en Barcelona 92, su experiencia (nefasta) como entrenador, su trabajo en la difusión de una enfermedad que con el tiempo dejó de ser el peor mal de la humanidad, aunque siga siendo peligroso y letal en ciertos casos.

También que hayamos atesorado el regreso fugaz y frustrado a la NBA, su controversial y reciente paso como Presidente de Operaciones de sus Lakers y hasta ser testigos de su alegría como dueño de los Dodgers porque su equipo ganó la última Serie Mundial.

Muchas cosas pasaron en la NBA desde entonces. Los Lakers fueron dinastía con Kobe y Shaq, Boston ganó el título 17 de su historial, LeBron formó una dinastía con Pat Riley, Wade y Bosh en Miami, Golden State enamoró a todos con su juego rápido y triples lloviendo desde el cielo. Hasta LeBron y Anthony Davis le devolvieron la Gloria a sus amados Lakers.

Muchas cosas sucedieron también en el mundo. Cambios políticos, calentamiento global, guerras que nunca resuelven nada y hasta una brutal pandemia.

Pero afortunadamente, esos 29 años se convirtieron en la prueba contundente de lo equivocados que estuvimos aquel 7 de noviembre de 1991 cuando imaginábamos que el básquetbol había perdido al mejor mago que nos regaló este hermoso deporte.

Hoy 7 de noviembre del 2020, podemos afirmar y sin temor a equivocarnos, que la MAGIA no se acabó y que no corre peligro de extinción.