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Padres famosos e hijos toleteros: Vlad Jr., Bichette y Biggio

El manager de los New Hampshire Fisher Cats John Schneider jugó un rol protagónico en una de las promociones más conmovedoras del béisbol en 2018 cuando hizo swing a un primer pitcheo ceremonial hecho por su esposa antes de un encuentro reciente y una bruma de humo azul reveló que un segundo hijo Schneider estaba en camino. Marido y mujer compartieron abrazos y lágrimas de felicidad, la multitud aplaudió y el momento generó 804 “me gusta” en Twitter.

Luego, John Schneider volvió a su programación regular, la cual comprende la supervisión del desarrollo de los hijos de otros.

Tres peloteros que forman parte de su roster en New Hampshire este verano tienen apellidos que suenan muy familiares. El antesalista Vladimir Guerrero Jr., hijo del ex outfielder y flamante miembro del Salón de la Fama, es ampliamente considerado como el mejor prospecto del Béisbol de Grandes Ligas, ahora que los Atlanta Braves han ascendido a Ronald Acuña Jr. proveniente de Ligas Menores. El campocorto Bo Bichette, hijo de Dante, es una criatura del béisbol con desempeño arrollador tras un lento arranque. Y el segunda base Cavan Biggio, hijo de Craig, asciende en los rankings de prospectos como bate de poder a la zurda.

En un escenario perfecto en cuanto a desarrollo de peloteros, los tres descendientes de peloteros grandeligas ascenderían juntos y disfrutarían de una duradera estadía en las Mayores como anclas del infield de los Toronto Blue Jays. Por ahora, se conforman con ganarse sus respectivas promociones destruyendo al pitcheo de la Liga del Este.

Al preguntarle a Schneider si espera que, algún día, pueda recordar los eventos de este verano maravillado al ver a sus jugadores llegar a las Grandes Ligas y si está de acuerdo con el plan trazado por el programa. Ha sentido que está viviendo un sueño desde la pasada zafra, cuando fue manager de los tres jugadores en el Dunedi de la Florida State League en Clase A.

“Pienso al respecto ahora”, dijo Schneider, “porque se trata de algo único. Uno no llega usualmente a ver a uno de ellos, con los padres que tienen y las carreras que éstos tuvieron, con las carreras que ahora disfruta como peloteros, a motu proprio. Solo contar con un pelotero así es bonito. Al tener dos uno piensa: ‘Wow’. Con tres, uno realmente necesita dar un paso atrás y entender qué pasa”.

En cuanto a su comportamiento, los trillizos del béisbol en Toronto son un grupo disparejo. Guerrero, de 19 años, tiene una sonrisa siempre lista y un área serena y feliz. Bichette, de 20, trata cada turno al bate, enfrentamiento de videojuegos o partido de Ping Pong como un reto personal. Y Biggio, el más veterano del grupo a sus 23 años, aporta sabiduría y perspectiva al grupo. “Es como el chaperón en la fiesta de adolescentes”, dice Schneider, entre risas.

Quienes giran en torno a los Fisher Cats han notado por parte de ellos atención al detalle, más allá de sus talentos y dotes producto de la genética. Se muestra en la forma en la cual corren las bases, estudian a los pitchers rivales o se inclinan en el dugout para buscar alguna evidencia de que el pitcher está mostrando sus lanzamientos. El ingenio en el béisbol no se pierde en el relevo generacional.

“Definitivamente, tenemos un nexo en el terreno, fuera de él y en el clubhouse”, dice Biggio. “Todos sabemos que contamos con algo muy especial y que hemos pasado por cosas muy especiales. Son tres orígenes diferentes y al final, somos lo mismo”.

Vladimir Guerrero Jr.: Máquina de ligar hits

Previo a un encuentro recientemente disputado en el First Energy Park de Reading, Pensilvania, Vladimir Guerrero Jr. sale del dugout para tomar su práctica de bateo con la misma marcha característica con la cual su padre llegaba al plato durante 16 temporadas en Grandes Ligas.

“Camina como si sus zapatos le quedaran demasiado pequeños, o como si tuviera metida una piedrita dentro de uno”, dijo un scout, quien miraba desde los asientos ubicados frente a la tercera base.

Primero, Guerrero tocó la bola y luego, de forma sistemática, cubrió los jardines con líneas dirigidas a todas las praderas. En plena práctica, los Fisher Cats compitieron para ver quien podía enviar la pelota a la barda opuesta con la máxima autoridad. Vlad Jr. acabó rápidamente con el suspenso al conectar un batazo que llegó hasta la piscina para los aficionados, ubicada más allá de la barda del jardín derecho.

Aproximadamente una hora después, bateó de 4-2 con un boleto en la victoria 7-2 y los pitchers del Reading respiraron en señal de alivio, sabiendo que pudo haber sido peor. Guerrero bateaba para .407 con OPS de 1.124 cuando los Blue Jays lo colocaron en la lista de incapacitados durante cuatro semanas con un esguince en un tendón de su rodilla izquierda y la gerencia de Toronto ha recibido montones de consejos sin ser solicitados, con respecto a las medidas apropiadas a tomar con respecto a él.

A pesar de ciertas discusiones internas sobre la idea de ascender a Guerrero a Triple-A, los Azulejos han decidido mantenerle en Doble-A a fin de que trabaje en su defensiva y corrido de bases, permitiéndole así jugar en un ambiente ganador junto a sus amigos. El equipo grande no va a ir muy lejos, por lo cual los Jays se conforman con mantenerse firmes y seguir un cronograma que consideran el mejor para su desarrollo a largo plazo.

Su bate lo pondría a jugar en Grandes Ligas ahora mismo, concuerda personal de Toronto. ¿Es posible darle una calificación por encima de 80 en la escala de los scouts que oscila entre 20 y 80?

“Con su velocidad con el bate y poder, ambos por encima del promedio, no cuenta con debilidades”, afirma el scout en Reading. “No hace swing a lo loco. Saca la pelota fuera del parque en cualquiera de las posiciones del outfield. No puedes trabajarle mucho porque tiene muchísima velocidad con el bate. Si se es un pitcher, no sé como intentarán hacerle out, porque puede sacarla del parque en cualquier área”.

Vladimir Guerrero padre fue renombrado por ser capaz de contorsionar su cuerpo en las posiciones más extrañas para así hacer daño con pelotas lanzadas fuera de la zona de strike. En contraste, Junior aprendió a tener una filosofía al plato mucho más inteligente gracias a los consejos de su tío Wilton, quien manejaba una academia de béisbol en la República Dominicana. Si bien Vlad padre amaba hacer swing alegre, siempre reafirmó a su hijo la importancia de esperar por buenos pitcheos cuando hablaba de pelota con su hijo.

Vladimir Jr. es un gran conocedor de la vida en los clubhouses de Grandes Ligas, por haber departido con su padre cuando éste jugaba con Los Angels Angels entre 2005 y 2009.

“Recuerdo algunas cosas, especialmente al compartir tiempo con Erick Aybar y Mike Napoli y Kendrys Morales”, expresó Junior mediante un intérprete. “Son recuerdos felices para mí. Cada vez que iba al estadio, compartía con ellos y trataba de aprender de ellos”.

La “Vlad-Jr-manía” subió al Nivel “11” a finales de los entrenamientos primaverales, cuando disparó un cuadrangular para dejar en el terreno a San Luis y darle la victoria a Toronto 1-0. El batazo fue recibido con gran atención y causó mucha nostalgia en el Olympic Stadium de Montreal, donde Vlad padre llegó a ganarse el derecho a asistir a cuatro de un total de nueve Juegos de Estrellas.

“Ese fue uno de los partidos más importantes de mi vida”, dijo Vladimir Jr. “Solo trataba de mantenerme tranquilo y hacer buen contacto. Gracias a Dios pude conseguirlo y batear el jonrón”.

El receso de Junior al estar en Lista de Incapacitados le ha dado un breve receso de toda la especulación. Sin embargo, seguramente se reanudará cuando vuelva a estar sano y retome su producción. Pronto, los pitchers de la Liga del Este recibirán la buena noticia de que ha sido ascendido a las Mayores y se convertirá en problema para alguien más.

Bo Bichette: Competidor

Dante Bichette se ganó su reputación como un pelotero afable y de aspecto descuidado en 14 temporadas con cinco clubes de Grandes Ligas. Cuando Dinger, la mascota dinosaurio de color púrpura de los Colorado Rockies emergió de un cascarón falso en la temporada inaugural del equipo en 1993, era apropiado que Bichette fuera la primera forma de vida humana con la que se toparía. El fallecido Don Baylor, entonces manager de Colorado, recordó en una ocasión cómo Bichette salía del túnel antes de los partidos con una taza de café en sus manos, miraba la pizarra y preguntaba: “¿Quién pitchea hoy?” Después, iba al terreno y bateaba de 4-3 con tres empujadas.

Bichette le puso a su hijo mayor Dante Jr. y a su segundo Bo Joseph. “Bo” era por Bo Jackson y Joseph, como reconocimiento a Joe Girardi, quien fuera su amigo y compañero por mucho tiempo en Denver.

Si bien hubo muchos chistes sobre Bichette por parecer un cadete espacial con ojos llenos de sueño, era todo un profesional cuando la conversación giraba en torno al tema del bateo. Bichette fue gran adepto de los principios esbozados por Ted Williams en su libro “La ciencia del bateo” y terminó desgastando varios ejemplares durante el pasar de los años. Mantenía un cuaderno detallado con notas sobre los pitchers rivales y estudiaba videos de sus turnos antes de que se convirtiera en una moda. Sus dones naturales y horas interminables en la jaula de bateo lo llevaron a ganar cuatro apariciones en Juegos de Estrellas y 274 jonrones de por vida con los Rockies, Angelinos y tres otros clubes de Grandes Ligas.

En 2013, Bichette pasó un verano como coach de bateo con Colorado. Extrañaba su vida en casa en Florida y subestimó las exigencias de la lucha diaria de la temporada, pero su empleo le dio una oportunidad maravillosa a Bo de pasar cierto tiempo en un clubhouse de Grandes Ligas y así aprender de Troy Tulowitzki, Carlos Gonzalez y otros veteranos de los Rockies.

“Podías ver que cuenta con ética de trabajo”, dijo Nolan Arenado. “Siempre quería estar en el estadio día a día, bateando o haciendo algo. Sólo quería jugar al béisbol”.

Los Rockies recuerdan otra cosa con respecto a Bo: Para ser un chico relativamente pequeño, siempre quería hacer swing fuertemente.

“Quería batear duro la pelota, incluso siendo joven”, dijo González. “Cuando tenía 14 o 15 años, bateaba la pelota y la llevaba sobre la barda en las primeras prácticas de bateo en el Coors Field. Incluso, cuando era apenas un niñito, ya hacía swing fuertemente. Recuerdo decirle: ‘Sácala del estadio’. Así se exigía en aquél entonces y ya era exitoso”.

Los Blue Jays le dieron a Bo un bono por $1.1 millones como selección número 66 en el draft de 2016 y lo han ascendido de forma agresiva por todo el sistema. A pesar de un lento arranque este año, cuenta con línea ofensiva de .284/.335/.448 y 26 extrabases en 62 partidos. Algunos evaluadores de talento esperan verle eventualmente en la intermedia, pero Schneider dice que cuenta con manos, brazo y suficiente inteligencia como para mantenerse como campocorto.

Al igual que su padre, Bo se siente más cómodo parado en la caja de bateo. Ha leído “La ciencia del bateo” y archivado varios de sus principios para referencias futuras.

“Es el mejor bateador que ha vivido y enseñó allí sus secretos”, dijo Bo. “Hay muchas cosas buenas en ese libro”.

Cuando Dante Bichette era aún pelotero activo y quedaba en desventaja en los conteos 0-2 o 1-2, ampliaba su forma de pararse al plato, ponía sus pies planos y disparaba la pelota al right field. De forma similar, Bo tratará de ir a lo grande hasta que quede con dos strikes en su contra, para luego acortar su forma de pararse y concentrarse así en hacer contacto. Compara su mentalidad a la de Tiger Woods en la tee box antes de intentar tocar la pelota de forma más elegante para llevarla hasta los greens.

Bo Bichette, amante de la vieja escuela, también siente un profundo desprecio por el ponche.

“Creo que, probablemente, es lo más importante en el béisbol, poner la pelota en juego”, dijo. “Nunca sabes lo que puede ocurrir. No soy alguien que vaya a batear 50 cuadrangulares, por lo cual deberé luchar allí. Saber trabajar con dos strikes es sumamente importante”.

Entre su equipo y su familia, el joven Bo cuenta con el sistema de apoyo que le ayuda a sortear los momentos difíciles. Su madre Mariana lo acompaña en muchas giras de los Fisher Cats y habla regularmente con Dante Jr., cuyo viaje profesional ha sido considerablemente mucho más retador. Luego de siete años dentro del sistema de los Yankees, Dante Jr. fue puesto en libertad por los Rockies en los entrenamientos primaverales y ahora juega pelota independiente con los St. Paul Saints. Se siente feliz al ofrecerle a su hermano menor palabras de aliento por teléfono o mensajes de texto.

Al acercarse el Día del Padre, Bo muestra particular aprecio por el hombre que inició la tradición familiar que él aspira mantener.

“Mi padre y mi madre me inculcaron el trabajo duro”, dice Bo. “Si necesito hacer más y necesito algo extra, llamaré a mi papá y él volará a verme el día siguiente. Siempre está allí para mí, siempre enviándome mensajes de texto después de los partidos y cosas así. Él lo ha sido todo para mí en lo que respecta a mi juego de béisbol”.

Cavan Biggio: Pensador

Crecer siendo hijo del futuro miembro del Salón de la Fama Craig Biggio tuvo sus privilegios.

Como jovencitos obsesionados por el béisbol, Cavan Biggio y su hermano mayor Conor comían muchas semillas de girasol, masticaron mucho chicle y podían merodear cerca de las jaulas de bateo internas del Minute Maid Park hasta que los bateadores emergentes de Houston las utilizaban para calentar. Allí, se apartaban para luego recoger las pelotas usadas cuando la jaula se vaciaba. Woody Williams, Roger Clemens, Sean Berry y otros peloteros de los Astros tenían hijos jóvenes, por lo cual era un esfuerzo colectivo.

Muchos niños en Houston eran aficionados de Craig Biggio hace 15 años gracias a su casco lleno de alquitrán y agresivo estilo de juego. Por el contrario, Cavan adoptó a Jeff Bagwell como su pelotero favorito.

“Obviamente que mi papá es alguien a quien idealicé y amaba ver jugar”, dice Cavan. “Cada vez que lo veía batear, estaba al borde de mi asiento. Pero nunca quise ser ese niño a quién le preguntaban: ‘¿Quién es tu pelotero favorito?’ y respondía: ‘Oh, mi papá’.

“Cuando era más joven, lo veía de forma negativa. Siempre quería ser uno más dentro del equipo, haciendo cosas normales y me etiquetaban como hijo de Craig Biggio, hasta que realmente me fastidié de eso. Fue cuando llegué a secundaria cuando pensé: ‘Esto es muy bonito. Mi papá era un gran pelotero y yo intento hacer lo mismo, entonces, ¿por qué no apreciarlo?’”

Los momentos más complicados son los que nadie llega a ver. Craig Biggio pasaba mucho tiempo en la carretera. Por ello, su esposa Patty se aseguraba de alimentar a los niños, que éstos hicieran sus tareas escolares y llegara a los partidos a tiempo. Y FaceTime no existía cuando Biggio se acercaba al final de su carrera en 2007.

“Durante 81 partidos al año y las seis semanas del Spring Training, no estás allí con ellos”, dice Biggio. “La madre es quien recoge a los niños después del partido cuando tienes un encuentro difícil. Quizás estés en California y quieras buscarlos, pero no puedes. Soy muy afortunado por tener a una gran esposa a mi lado. Es difícil para los niños. Su padre nunca estuvo allí para los veranos, porque siempre estaba trabajando”.

La situación cambió drásticamente en 2009, dos años luego que Biggio se retirara de los Astros. Se dedicó a entrenar a sus dos hijos en la secundaria St. Thomas de Houston. Súbitamente, lo tenían a su lado a diario. Papá se aseguraba de tratar a sus hijos como a cualquier otro jovencito, lo cual significaba que debían correr para fildear las pelotas, adherirse a los fundamentos del béisbol y a su credo de “jugar de forma correcta” y “respetar al deporte”.

Cavan declinó la oportunidad de firmar con los Philadelphia Phillies tras salir de secundaria para jugar al lado de su hermano en la Universidad de Notre Dame. Los Blue Jays lo seleccionaron en la quinta ronda del draft 2016 y bateó para .273 sin cuadrangulares en sus primeras 280 apariciones al plato como profesional.

El poder comenzó a surgir en 2017 y Cavan regresó a su hogar en Texas el invierno pasado e hizo varias alteraciones a su postura previa a los pitcheos y la posición de sus manos. Sus 13 cuadrangulares y porcentaje de slugging de .579 en 61 encuentros esta temporada han causado que las expectativas con respecto a él. Ha jugado a la segunda base, la tercera, primera e incluso ha hecho en Menores algunas incursiones en los jardines. Si sigue bateando como hasta ahora, los Blue Jays podrían darle un rol similar a los de Marwin Gonzalez, Ben Zobrist y Scott Kingery en el equipo grande a fin de aprovechar su versatilidad.

“Siempre ha sido un joven autodidacta y que consigue impulso en sí mismo”, dice Craig Biggio. “Lo único con lo cual le he ayudado es a lanzarle y hacer prácticas de bateo. Podría darle algún consejo ocasionalmente, pero es muy bueno a la hora de hacer ajustes y mantener sus ojos y oídos abiertos. Todo esto ha sido gracias a su propio esfuerzo”.

Biggio habla con evidente orgullo a la hora de recordar los logros de sus tres hijos. Conor se graduó de Notre Dame y actualmente cursa un MBA en la Universidad Rice de Houston. Su hija Quinn, la mejor, se dirige a South Bend para jugar softbol en otoño con las Fighting Irish de Notre Dame. Y ahora Cavan está inmerso en el negocio familiar, bateando desde el lado izquierdo del plato.

La tecnología moderna permite a papá estar pendiente, turno por turno. Craig Biggio puede monitorear el progreso de Cavan a través de una aplicación en su celular o ver sus partidos en la computadora mientras está sentado en el palco del gerente general Jeff Luhnow durante los encuentros de los Astros. No percibe muchas similitudes con él en el juego de Cavan. Sin embargo, hay momentos en los cuales Patty le hará un gesto para indicarle como sus acciones o maneras son sumamente similares.

Contrario a Craig, quien tiene el récord de la era moderna de Grandes Ligas con pelotazos recibidos con 285, Cavan no tiene el hábito de inclinarse con las rectas, pero no se aleja de ellas.

“Lo soportará, si tiene que hacerlo”, dijo Craig. “Todo lo que necesite hacer para ayudar a ganar al equipo”.

Mientras Craig se mantiene al tanto, Cavan se ha mostrado más cómodo con su estatus de hijo de un miembro del Salón de la Fama e ícono del deporte en la ciudad de Houston. Piensa con respecto a las responsabilidades inherentes a ello cada vez que pisa el terreno.

“Siempre pienso: ‘No quiero avergonzarle o manchar el apellido’”, dice Cavan. “Quiero que la gente diga: ‘Juega tal como lo hacía su padre’, lo cual es un buen halago. Quiero mostrarle que soy su hijo por la forma en la que juego”.

El orgullo por el linaje familiar está por estos días en boga por todo el sistema de granjas de Toronto. Los Fisher Cats estarán de gira este domingo, jugando en Altoona, Pensilvania. Sin embargo, cada día es Día del Padre en New Hampshire.