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Historias de Padres: Mike Trout, Kris Bryant, Justin Upton y otros

"Cada vez que quería batear o atrapar, lo conseguía", dijo Jeff Trout (derecha), refiriéndose a su hijo Mike. "Pero nunca lo apresuré, si él quería ir a pescar ese día, íbamos a pescar". Courtesy of MLB Productions

Los padres de cinco All-Stars de las Grandes Ligas (Mike Trout, Kris Bryant, Max Scherzer, Nolan Arenado y Justin Upton) nos revelan los momentos cuando entendieron que sus hijos tenían lo necesario para convertirse en peloteros profesionales.

Jeff Trout, padre de Mike, jardinero central de Los Angeles Angels :

Cuando Mike tenía 7 años, jugaba tee ball. Todos los chicos a esa edad corren hacia la pelota a esa edad. Es un desastre. Mike jugaba al campocorto y un chico grande se dirigió al plato. El niño bateó una fuerte línea y Mike se movió dos o tres pasos hacia su izquierda y se zambulló hacia ella. De hecho, estaba paralelo hacia el piso mientras atrapaba la pelota. Fue la clase de jugadas que ahora haría Andrelton Simmons, campocorto de los Angels. Vi a mi esposa y me dijo: “¿Alguien tomó eso en video?” Nadie lo hizo. Sin embargo, solo le dije a Mike: “Oye, amigo, buena atrapada”. Fue increíble pero no hice mayor alboroto.

He estado suficiente tiempo alrededor de deportistas y niños y los deportes como para saber que, incluso a esa edad, ya Mike se encontraba un peldaño por encima de sus pares en lo atlético. Era un poco más veloz, algo más ágil, tenía mayor coordinación entre mano y ojo y excelentes instintos. Igualmente, entendía que hay mucha presión alrededor del juego en sí. Uno no necesita ver padres que hacen que su día completo gire en torno a lo bien que jugó su hijo en Pequeñas Ligas.

Mike hizo una volcada jugando al baloncesto, con 5 pies, 9 pulgadas de estatura en el noveno grado. A una edad tan temprana, ya hacía cosas en lo atlético que me hacían pensar: “Quizás se trate de una clase especial de chico”.

Si bien Mike era talentoso, fue expuesto a toda clase de cosas y nunca fue encasillado al crecer y creo que eso le hizo mejor persona y mejor jugador. Es el menor de nuestros tres hijos. Mi hija es corredora de bienes raíces. Mi otro hijo es abogado y dueño de su propio negocio de consultoría. Mike es el bebé. Tres hijos exitosos por derecho propio.

No fui uno de esos padres que decía: “Oye, sigue trabajando para llegar a Grandes Ligas”. Siempre se trató de ir a la universidad y la educación. Ese fue nuestro foco. Creo que eso le quitó mucha presión de encima a Mike. Mi esposa y yo solo queríamos que él jugara y disfrutara del deporte. Y luego, pensamos que quizás un día, éste le ayudaría a costearse una educación universitaria. Ambos somos maestros y por ello ese era nuestro objetivo.

Nuestra mentalidad era de ir a pescar o comprar helado después del partido. La gente se asombra tanto al escuchar eso porque ven lo talentoso y pulido que Mike es como atleta y pensarían que pasaba el 90 por ciento de sus días jugando al béisbol. Nada más lejos de la verdad. Practicó todos los deportes, asistió a clases de arte, jugó golf, cazó. Hay demasiados padres por estos días que sólo presionan, presionan, presionan a sus hijos a involucrarse en el deporte.

Le dimos todas las oportunidades y herramientas para que fuera lo mejor posible como atleta, como jugador. En cualquier momento que él quería batear o jugar a atrapar la pelota, accedía a hacerlo con él. Pero no era yo quien lo sugería. No le desperté para que practicara bateo. Y si él quería, por el contrario, ir a pescar, pues nos íbamos a pescar. – Relatado a Anna Katherine Clemmons

Mike Bryant, padre de Kris, tercera base de los Chicago Cubs:

Cuando Kris tenía 5 años, quería batear después de una práctica de mi hijo mayor. Jugábamos coach-pitch. Entonces, llevé a todos sus hermanos menores al campo para que yo les lanzara algunos pitcheos.

Todos hacían lo suyo. Algunos no lo hacían muy bien y bateaban rodados muy débiles. Luego, era el turno de Kris. Pesaba como 45 libras. Tenía un inmenso bate de 31 onzas en sus manos. Entonces, el primer pitcheo que le lancé y ¡Boom! Dispara la pelota a 140 pies de distancia hacia los jardines. Kris arroja el bate detrás de él. En vez de caer, se elevó. Miro hacia donde cayó la pelota y pienso: Santo Cristo, mi hijo puede batear.

Luego, comienza a soltar media docena de elevados hacia el outfield. Parecían elevados suaves de Grandes Ligas. A sus 7 años, dispara pelotas hacia el outfield durante los partidos. A los 8, comienza a llevarlas más allá de la cerca.

A los 12, bateó 12 cuadrangulares en 67 turnos. Negoció 20 boletos. En ese momento, pude entender que era sumamente bueno. Le dije: “No le digas a nadie. Yo no lo haré tampoco. Sigue haciéndolo”. Entonces, Kris comenzó a soñar en lo que podía ocurrir. Mi hijo tenía suficiente calidad como pelotero para poder soñar alto. – Relatado a Robert Sánchez

Brad Scherzer, padre de Max, pitcher de los Washington Nationals:

Cuando era pequeño, Max me dijo: “Quiero ser pelotero de Grandes Ligas”. Pero en un momento, quería ser bombero o policía. En el bachillerato, nunca manejaba la idea de ser pelotero profesional. Nunca tuve un instante en particular en el cual entendí que podía ganarse la vida como beisbolista. El béisbol tiene un camino lleno de baches. Algunas cosas malas pueden ocurrir. Siempre le hablaba sobre tomar las cosas un paso a la vez.

Claro, sí pude ver algo en la mirada de Max, específicamente su entusiasmo por el deporte, especialmente el béisbol. Cuando tenía 2 años, llegaba a casa después de trabajar y ya le encontraba en el sótano, esperándome para que jugáramos juntos.

Max era un cliché. Desde temprana edad, era un chico a quien se podía entrenar. Era curioso. Le gustaba aprender. Podías ofrecerle una sugerencia y le veías pensando: “Vaya, esa es una buena fórmula”. En sus días de Pequeñas Ligas, veías aquellos padres sumamente inflados por los logros de sus hijos. Tenían metas a corto plazo. Y le mostraba eso a Max. Le decía: “Estos padres están tan preocupados por cómo le irá a su hijo en sexto grado y cómo le irá en secundaria”. Max también lo podía ver. Tenían las prioridades equivocadas.

Tener éxito en este deporte se trata de estar en el puesto correcto y tener el entrenamiento apropiado y Max lo entendió. Debes decir: “¿Qué pasos necesito seguir? ¿Qué clase de entrenamiento? ¿Qué necesito aprender? Max nunca se preocupó por una temporada completa. Siempre se preocupaba por el partido que tenía por delante.

A pesar de su éxito, nunca me adelanté. Tampoco lo hizo Max. Siempre veía el próximo paso. Estoy seguro de que, eventualmente, convertirse en pelotero de Grandes Ligas era una meta realista, sin embargo, nunca conversamos al respecto en aquél entonces. Sabía que llegar hasta allá significaba tener que, primero que todo, seguir innumerables pasos. Había que tener metas en grande, pero mantenerse realista sobre los pasos necesarios para lograrlos. No se pasa directamente de estrella de sexto grado a las Mayores.

Max tuvo una molestia en su hombro durante su tercer año de secundaria. Nunca me preocupé porque contaba con buen récord académico. Mientras crecía, siempre le dijimos que la escuela ayuda con los deportes y que los deportes ayudaban con la escuela. Incluso, cuando los St. Louis Cardinals lo tomaron en el draft después de la secundaria, Max estaba preparado para ir a la universidad. Necesitaba primero contar con una educación. En aquél entonces, estaba creando una vida en la cual el béisbol sería una de sus alternativas, no la única. Eso le quitó mucha presión de encima. – Sánchez

Fernando Arenado, padre de Nolan, tercera base de los Colorado Rockies:

Supe que Nolan contaba con lo necesario para llegar lejos en su tercer año de secundaria. Su equipo acababa de ganar un campeonato (estadal). Su equipo viajero jugaba por todo California. Asistió a los Area Code Games. Fue hasta Georgia y Florida y su equipo ganó un importante torneo con bates de madera. Podías ver que todo se juntaba.

La gente pensaba que estaba un poco gordito, por lo cual él quería mostrar que estaba preparado para jugar a un alto nivel. Mostró que podía competir a diario. Podía batear y lanzar, pero su bateo fue lo que llamó la atención. Finalmente, lo estaban notando. Estaban ocurriendo cosas positivas. Su mamá y yo comenzamos a escuchar rumores de que Nolan podía ser seleccionado en el draft. Era algo que nos llenaba de humildad y emoción, pero Nolan entendía que no podía adelantarse a los hechos. Nunca lo hizo.

Durante todo ese año, seguía asistiendo y demostrando que podía jugar contra cualquiera. Nunca se mostró abrumado. La presión adicional de tener gente viéndole jugar no representaba problema. Sabía que contaba con ciertas destrezas que otros chicos no tenían, incluso si llamaban mayor atención que él. No presumía al respecto. Pero sabía, dentro de mi corazón, que Nolan tenía algo especial. – Sánchez

Manny Upton, padre de Justin, jardinero izquierdo de los Angels:

Pude verlo en Justin cuando tenía 14 años. Acababa de terminar su año de novato en secundaria. Nos dirigíamos a Long Beach, California, para los Area Code Games con el hermano de Justin, B.J., quien había sido tomado en el draft (en el puesto número 2 por los Tampa Bay Rays). Estaba fungiendo como scout con los Chicago White Sox, por lo cual le pedí a los White Sox si podían permitir que Justin jugara con su equipo, quizás darle algo de tiempo. (Los equipos de los Area Code Games reciben nombres de franquicias de Grandes Ligas y cada uno representa un área del país).

Tradicionalmente, los jugadores de los Area Code Games son aquellos que serán tomados en el draft al año siguiente. Pero los White Sox pusieron a Justin como shortstop. Tenía 14 años, jugando al short con esa clase de talento a su alrededor.

Justin no se sentía intimidado. Estaba haciendo lo suyo. Tomaría todas las oportunidades que se le daban. Amaba jugar. Hay que recordar que ya estaba entrenando junto a su hermano y David Wright durante varios años. Compartía con ellos en Virginia. Desde que Justin cursó séptimo grado, bateaba con ellos cada mañana antes de ir a la escuela. Los había visto surgir (al lado de Michael Cuddyer), por ello, contaba con una madurez que no tenía la mayoría de los niños de su edad. No se sentía abrumado cuando jugó en los Area Code Games porque ya estaba jugando a alto nivel.

Terminó jugando con dos equipos. El equipo de Area Code de Virginia no invitó a Justin a sus pruebas porque tenía apenas 14 años. Los Red Sox estaban manejando ese equipo y creo que la persona encargada vio a Justin y dijo que debería jugar con ellos. Para mantenerlos a todos felices, Justin jugó con ambos equipos. Jugaba dos partidos a diario. Para el final de esa semana, ya estaba agotado.

Nunca quise presionar a ninguno de mis hijos para que jugaran pelota profesional. Nunca me puse mi sombrero de scout para evaluarles. Tenía puesto mi sombrero de papá. Por ello, cuando estábamos en California, le dije a Justin: “Sólo sal a jugar y divertirte”.

Conozco a varias personas que eran directores de scouting o directores asistentes. Duane Shaffer era director de scouting de los White Sox y Danny Montgomery de los Colorado Rockies también estaba allí. Conozco bien a ambos, por ello, les dije que necesitaba que fueran honestos conmigo: ¿Veían algo en Justin? Nunca olvidaré su respuesta. Ambos dijeron que Justin tenía legítimas posibilidades de llegar a las Mayores. Dijeron que era uno de los mejores jugadores en el torneo y pensé: “Muy bien. Aquí estoy y mis amigos scouts dijeron que Justin podía ser tomado en el draft”.

Estaba tan emocionado con Justin como me sentí cuando escuché lo mismo sobre B.J. (quien ahora usa su nombre de pila, Melvin). Puedo decirles que uno no se cansa de oírlo. Pocos chicos son tomados en el draft y aquí tuve conmigo al segundo seleccionado de 2002 y el primero de 2005 (cuando Justin fue escogido por los Arizona Diamondbacks). Es toda una bendición. ¿Cómo no emocionarse con ello? -- Sánchez