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Yasiel Puig se confiesa, ante su nuevo inicio con los Rojos

GOODYEAR, Arizona – Yasiel Puig ya había logrado ajustar un guante rojo para el momento en el cual su nuevo equipo condujo su primer entrenamiento completo en esta ciudad la semana pasada. Los tacos, el bolso, los guantes de bateo; todos de color rojo, en perfecta armonía con el uniforme de los Rojos de Cincinnati que vestirá por lo menos, durante los próximos cinco meses, quizás un poco más. “Por cierto”, dijo Puig, comenzando a sonreír, “este es mi color. Me encanta el rojo”.

Cualquier rastro de la época tumultosa de Puig con Los Angeles Dodgers por ahora han desaparecido, aunque sólo en apariencia. Los Dodgers siguen siendo una presencia muy evidente en los pensamientos de Puig, actuando principalmente como fuente de motivación en la búsqueda que éste tiene por demostrar que puede (y que, independientemente de lo que digan los números, siempre ha podido) batear contra esos dichosos zurdos.

Puig está, a pesar de la amargura persistente, agradecido por la oportunidad, agradecido por las experiencias, agradecido con la afición y, sí, agradecido por el color.

El azul, según anunció Puig, es su segundo color favorito.

“Estos son los dos colores que quiero presentes en mi casa, en mi armario: rojo o azul”, dijo Puig. “Hay muchos equipos rojos, hay muchos equipos azules. No solo está Cincinnati y no solo están los Dodgers, ¿saben? Quizás Texas, Anaheim, no sé. Hay muchos equipos que usan el rojo, los St. Louis Cardinals… no lo sé. También me puedo quedar aquí. Uno nunca sabe”.

Puig será agente libre al final de la temporada y, en caso de que lo hayan olvidado, él se los recordará con mucho gusto. Esa idea jamás parece alejarse mucho de su mente. Tras ser una estrella al principio, para después lesionarse y luego asentarse como un jardinero derecho productivo, aunque jamás espectacular con estadísticas muy diferentes de sus enfrentamientos entre diestros y zurdos. Puig está mirando a un futuro incierto en el mercado abierto: una realidad que solo se ha visto magnificada por el deterioro continuo de las condiciones de la clase media del béisbol.

“No sé que va a ocurrir”, dijo Puig. “Si no tengo mi mejor año ahora, quizás el año que viene no use ningún color”.

Puig descansaba en una silla plegable a las afueras del complejo de los Reds y provocó sonoras carcajadas por parte de los aproximadamente 12 miembros de los medios de comunicación que lo rodearon en una soleada tarde de lunes, momentos después de que terminara su primer día oficial con su nuevo equipo. Puig llegó a Goodyear una semana antes de lo requerido y comenzó inmediatamente a trabajar en la búsqueda de formas de ser más efectivo contra pitchers zurdos, los mismos que en tantas ocasiones obligaban a relegarle al banco en Los Ángeles.

Parece que las heridas causadas por esa situación aún no han sanado del todo.

“Si eres grandeliga”, dijo Puig, “necesitas jugar a diario”.

Cuando estaba sano, Puig jugaba contra el 92 por ciento de los abridores siniestros enfrentados por los Dodgers entre 2013 y 2016. A pesar de ello, durante los últimos dos años, ese número cayó hasta el 75 por ciento, según la investigación de ESPN Stats & Information. Su OPS contra zurdos bajó hasta .612 en dicho periodo, 302 puntos por debajo de lo que éste producía contra diestros, una variación muy rara en un toletero derecho.

"Durante el último par de años no trabajé fuertemente porque aún tengo un contrato vigente. Ahora, pienso que trabajaré fuerte, como no lo hice en ningún año de mi vida." Yasiel Puig

Turner Ward, el querido coach de bateo de los Dodgers que también se mudó a Cincinnati en temporada baja, cree que Puig comenzó a abrirse al frente demasiado rápido a la hora de enfrentarse a pelotas que iban en su dirección. Ward aspira que un ligero cambio a la forma en la cual Puig se para en el plato para enfrentarse a los siniestros hará mucho por él, aludiendo a un ajuste similar hecho por Justin Turner hace un par de temporadas. Puig ha conversado con Ward casi a diario con respecto a su deseo de poder jugar contra zurdos y lo ha demostrado con su trabajo, buscando constantemente los servicios del lanzador de prácticas de bateo Rolando Vallés, también zurdo. Puig comprende la necesidad que tiene de mejorar, pero se mantiene firme en su creencia de que los Dodgers no le dieron oportunidades suficientes a ese fin.

“En ocasiones, el equipo hace algo que cree es bueno para uno”, dice Puig, “y no termina siendo tan bueno”.

Puig reiteró en múltiples ocasiones lo siguiente, durante una entrevista de 20 minutos de duración: No se le confió para batear ante zurdos durante la temporada regular y luego se le colocó en una posición difícil al pedírsele súbitamente que les enfrentara en la postemporada.

“Si no juego durante la temporada”, dice Puig, “¿por qué me quieren poner a jugar en los playoffs?”

Aunque suene imposible, Puig se muestra como si aún estuviera afectado por esa situación y a la vez, haberla superado por completo.

Pasó de jugar con un equipo que clasificó en ocasiones consecutivas a la Serie Mundial a estar en otro que perdió 95 partidos en la temporada anterior; de estadios a casa llena y clubhouses llenos de estrellas, a noches frías y la irrelevancia general. Sin embargo, Puig parece estar lleno de energía por la promesa de un nuevo comienzo. Puig denominó al primer entrenamiento con todo el equipo “un día asombroso”, insistió en la importancia de trabajar “como familia” y prometió, más de una vez, que este equipo de los Reds se divertirá más y ganará más encuentros que los equipos del pasado.

Minutos después de ser negociado el 21 de diciembre (como parte de un canje que involucró a siete jugadores, inspirado en mayor medida por el deseo de los Dodgers de despejar nómina y evitar redundancias), Puig se puso la gorra de los Reds y publicó un video que parecía tener ambiente de celebración en su perfil de Instagram. El cubano fue abrumado por la cantidad de aficionados de los Reds que respondieron dándole cálida bienvenida. Sintió el mismo amor cuando llegó a Cincinnati para reunirse con coaches y miembros de la gerencia durante el invierno y fue el mismo caso cuando se encontró con sus nuevos compañeros este mes.

“Apenas hemos pasado como cinco días juntos”, dijo Puig, “y todos me tratan como si hubiera estado aquí durante los últimos cinco años”.

Algunos peloteros de ligas menores le han apodado “Coach Puig” por la forma en la cual les ha ayudado con su defensiva, lo cual hace sonreír a Puig. A sus 28 años, con cinco temporadas en Grandes Ligas, Puig asume la posibilidad de convertirse en mentor. Se lamentó por no haber contado con suficientes mentores durante su carrera, mencionando a solo tres peloteros veteranos (Adrián González, Albert Pujols y Robinson Canó) que se tomaron algo de tiempo para ayudarle.

“Este es el año, finalmente, en el cual puedo entender que soy capaz de ayudar a mucha gente”, dijo Puig. “No se trata de uno mismo; no se trata de lo que uno hace. Si uno no puede ayudar a quienes están a tu alrededor, no estás haciendo nada en este deporte”.

Puig espera que sus jóvenes compañeros imiten su energía, pero se alejen de sus malos hábitos: que no lancen excesivamente fuerte a la hora de hacer cortes en el fildeo, que no corren a lo loco por las bases y que no descuiden los detalles. Aspira que sus nuevos colegas trabajen fuertemente.

“Nunca trabajé fuertemente”, dice Puig. “Quizás esa fue la razón por la cual no disfruté de mis mejores años”.

¿Nunca trabajó fuertemente?

“Durante el último par de años, no trabajé fuertemente porque aún tengo un contrato vigente”, dijo Puig, con una ligera risa. “Ahora, pienso que trabajaré fuerte, como no lo hice en ningún año de mi vida”.

A principios de su carrera, Puig deslumbró a todos. Bateó para una línea ofensiva de .305/.386/.505 mientras mostraba defensiva de elite y una energía contagiosa entre 2013 y 2014, siendo invitado a un Juego de Estrellas y quedando a poca distancia de alzarse con el premio al Novato del Año de la Liga Nacional. Entre 2015 y 2016, Puig se vio limitado a intervenir en 183 partidos. Entre 2017 y 2018, su línea ofensiva decayó hasta llegar a .264/.337/.490.

Puig sumó 4.7 victorias sobre reemplazo (WAR, por sus siglas en inglés) según la fórmula FanGraphs, quedando en el séptimo puesto entre jugadores de posición de los Dodgers. Era eficiente, más no grandioso. Su estilo desconcertó a los aficionados, enfureció a los oponentes y en ocasiones, exasperó a miembros de su propia organización. No valía la pena seguir así.

Durante el primer día del campamento de los Dodgers, se le preguntó al manager Dave Roberts si se sentiría extraño no contar con Puig.

“No diría extraño”, expresó Roberts. “Será diferente. Yasiel hizo mucho por nosotros y por la comunidad, por la organización y mucho de lo que hizo restó interés en otros jugadores a nivel individual porque a él le agradaba atraer la atención. Eso es positivo. Y él podía manejarlo bien. Entonces, será diferente. Será un campamento más tranquilo, para bien o para mal”.

Durante los tres años de Ward como coach de bateo de Puig con los Dodgers, éste se convirtió en uno de los confidentes más cercanos del cubano. Lograron establecer una relación fundamentada en la honestidad brutal y con el tiempo, Ward se convirtió en una de las pocas personas que podía hacer contacto con Puig. Ward pudo percibir su gran corazón y entendió que, en muchas ocasiones, las intenciones de Puig eran malinterpretadas. Cuando los Reds empezaron a pensar en la posibilidad de negociar para hacerse con Puig, Ward lo avaló.

“Verle madurar durante los últimos años, ver sus capacidades, realmente sentía que él era candidato al Más Valioso”, expresó Ward. “Creo que cuenta con esa clase de habilidades. Cuando logra sumarlas todas, es sumamente capaz de lograr algo a ese nivel”.

Ward nunca ha visto a Puig trabajar tanto en estas instancias tan tempranas de la pretemporada; sin embargo, prefiere mantener cautela a la hora de expresar entusiasmo. Ward espera ver consistencia en Puig. Desea verle mantener ese mismo nivel de diligencia cuando lleguen los inevitables momentos malos, lo cual ha sido un problema constante en la carrera de Puig.

La presencia de Ward solo debe ser beneficiosa para Puig, al igual que contar con caras familiares, como sus excompañeros en los Dodgers Matt Kemp y Alex Wood. Las dimensiones del Great American Ball Park, paraíso de bateadores, deberían ayudarle también, al igual que la motivación adicional de jugar en el último año de su contrato. Puig afirma que existe también otra fuente de motivación.

“Siento el amor que emana de esta ciudad, de este equipo y el amor que surge por tenerme aquí en esta temporada”, expresó. “Quiero hacer todo lo mejor que pueda a fin de ayudar al equipo a ganar y aportar lo mejor de mí y de mi juego a todos los aficionados y a toda la ciudad. Poder agradecer a esta ciudad por tenerme aquí y darme esta oportunidad de jugar este año, con el uniforme de los Rojos de Cincinnati”.