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Michael Brantley: de pensar en el retiro por las lesiones a brillar con Astros

Hubo algunos días en los cuales Michael Brantley pensó que las lesiones acabarían con él, que le arrebatarían lo que se suponía serían los mejores años de su carrera en Grandes Ligas. Brantley era el próximo gran pelotero por surgir, la siguiente estrella en ciernes del bateo para los Cleveland Indians. Su campaña de 2014, en la cual logró aparecer en el Juego de Estrellas, alzarse con el premio Bate de Plata y el tercer puesto en la votación del Juego de Estrellas, consolidó ese estatus.

Una extraña caída en busca de un elevado puso en duda su potencial de un futuro brillante.

Brantley tuvo otra destacada temporada en 2015; no obstante, se lesionó su hombro derecho deslizándose en un intento de atrapada en ese mes de septiembre Cuando no pudo mejorarse con descanso y rehabilitación, Brantley terminó pasando por el quirófano en noviembre pasado. El inicio de sus entrenamientos primaverales se demoró un poco; aunque pudo participar en 11 partidos entre finales de abril y principios de mayo antes de encontrarse con otro obstáculo. Aún había algo que no se sentía bien y para agosto, todos estaban conscientes de la realidad: se requería de una segunda intervención quirúrgica para atender otros problemas en su hombro y bíceps, llenando de más dudas el futuro de Brantley.

“Realmente, uno nunca sabe si va a poder regresar (al juego)”, dijo Brantley la semana pasada.

Brantley remontó de forma destacada en 2018, bateando para .309 con 17 cuadrangulares y 76 carreras impulsadas; y esta temporada se encuentra nuevamente en el centro de la conversación del mundo del béisbol como miembro de los Houston Astros, actuales dueños del primer lugar de la División Oeste de la Liga Americana, aportando un bate zurdo muy necesario dentro de una alineación repleta de toleteros diestros, con nombres tales como Jose Altuve, Alex Bregman, Carlos Correa y George Springer.

Y por primera vez desde su lesión, Brantley tiene nuevamente aspecto de estrella, al menos durante los dos primeros meses de la temporada, ligando para .326/.374/.561 con 10 cuadrangulares y 14 dobletes en 48 partidos. Además, su BABIP de .325, consistente con su promedio de por vida, sugiere que Brantley no es simplemente beneficiario de una racha de buena suerte.

Si hubo algo que aportó a conseguir este nuevo aire en el terreno, mientras la lesión se curaba lentamente, fueron los años y años de rutina bajo los cuales Brantley construyó su éxito. La rutina evolucionó mientras el propio jugador evolucionaba en su carrera en Grandes Ligas. Antes de cada partido durante las seis últimas temporadas, independientemente de si encontraba su nombre en la alineación, Brantley ha cumplido con los mismos pasos para preparar su mente.

Primero, una rutina para trabajar en su ritmo al bate en los tees. Después, una rutina con el bate a una mano antes de practicar con el madero en el terreno. Luego cumple con una variación de la primera parte de su rutina. Día tras día, mes tras mes, año tras año.

Mientras su rutina ayudaba a recuperar su nivel en el terreno, Brantley, de 32 años, expresó que eso no habría ocurrido sin haber contado con todas las cosas que le ayudaron a mantener su mentalidad fuera de él. Cuando sentía que todo se derrumbaba, fueron las pequeñas cosas, como el desayuno y café preparados por Melissa, su esposa, que le ayudaron a superar los días.

“Experimenté algunos días oscuros, rehabilitándome en medio del frio y las cosas no siempre salían bien. Me quedé en Cleveland durante toda la temporada baja, entrené allí y lo hacía durante los fines de semana a cuenta propia porque estaba sumamente comprometido”, indicó Brantley. “Contar con una esposa que me apoyaba, con una familia que me apoyaba para hacer todo esto, significaba el mundo para mí en los días oscuros, en los cuales no te querías levantar de la cama y hacerlo. Veías a los niños y lo hacías por ellos. He allí la motivación extra”.

Después de haberse recuperado por completo en lo físico, Brantley tuvo que hacer otro ajuste este año, al dejar el equipo con el cual había jugado desde su debut en Grandes Ligas para incorporarse a Houston, firmando un contrato por dos años y $32 millones en la anterior temporada baja.

“Se trata de un periodo de ajuste cuando haces tu primer cambio a un nuevo equipo luego de haber estado por largo tiempo con Cleveland”, dijo Brantley. “Aquí, me dieron la bienvenida con brazos abiertos. El staff de coaches ha sido grandioso conmigo. Aquí me hicieron sentir cómodo de forma sumamente rápida”.

Aparte de su bate zurdo, Brantley aportó otra presencia veterana al clubhouse de Houston. Visto desde la distancia, muchos de los peloteros de los Astros admiraron la capacidad de Brantley para siempre tomar un buen turno al bate. Sin embargo, jugadores y entrenadores se dieron cuenta rápidamente de que Brantley aportaba tanto fuera del terreno como dentro de él.

“Él siempre está viendo”, dijo Springer. “He aprendido que él está viendo permanentemente y siempre está escuchando, sólo que lo hace a su propio estilo de Michael Brantley. No se pierde de nada y sabe bien lo que sucede con todos. Es muy observador y puede darse cuenta si hay algo malo con mi swing o con el swing de José. Solo ha estado aquí durante tres o cuatro meses y es un testimonio de su habilidad porque está siempre pendiente de todo lo que ocurre”.

El éxito de Brantley (mantiene ritmo para superar con creces su tope personal de 20 jonrones en una temporada con el mejor porcentaje de slugging de su carrera) ha agregado una dimensión adicional al orden ofensivo de los Astros. Durante la primera cuarta parte de la temporada, Houston cuenta con wRC+ de 134, estadística que calcula el valor de la producción ofensiva de un equipo en relación con la era en la cual está jugando. Esa cifra (a pesar de que su tamaño de muestreo sigue siendo pequeño) coloca a los Astros por encima de los míticos Yankees de 1927 (wRC+ de 126) y los Yankees de 1930-31 (wRC+ de 124), equipos que contaban con alineaciones en las cuales se encontraban unos sujetos llamados Babe Ruth y Lou Gehrig.

“Sé que voy a ver buenos pitcheos para batear porque él constituye una presencia importante dentro de nuestro orden ofensivo”, indicó Bergman.

Los compañeros de Brantley están conscientes de todos sus esfuerzos, las cosas que éste debió hacer para volver a este nivel. Esto le ha convertido en el modelo a seguir de la consistencia. Día tras día, mes tras mes, año tras año. Es lo que le ha hecho merecedor de un nuevo apodo y un rol de líder dentro del clubhouse. 
“Le llamo ‘Tío Mike’. Siempre está pendiente de mí, no me deja caer”, indicó Springer. “No deja que me crea demasiado. Sólo quiere asegurarme de que haga las cosas apropiadas de manera consistente, que me prepare para jugar de la misma forma a diario, lo cual es algo que realmente no solía hacer antes. Sólo hay que ir al terreno y hacer lo que necesitaba hacer. Obviamente, respeto el tiempo que él ha acumulado en este deporte y le respeto como persona. Cuando él habla, yo le escucho”.