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¿Por qué Mariano Rivera es dos integrantes del Salón de la Fama en uno?

Mariano Rivera fue el más grande relevista en temporadas regulares de todos los tiempos y el relevista más grande de todos los tiempos en postemporada. He allí la razón por la cual fue exaltado al Salón de la Fama en el primer año de elegibilidad. Suficientemente simple.

Sin embargo, esa vieja frase de Bill James con respecto a Rickey Henderson (“Si pudieras dividirlo en dos, tendrías a dos jugadores miembros del Salón de la Fama”) nos despertó esta interrogante: Si Mariano Rivera nunca hubiera lanzado un solo pitcheo en postemporada, ¿habría sido exaltado como miembro del Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad? Y de forma similar: si de alguna forma éste nunca hubiera lanzado un pitcheo en temporada regular, ¿habría sido exaltado como miembro del Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad?

Nos creemos capaces de responder esas incógnitas, las cuales (tomando en cuenta que este artículo fue publicado) casi con toda certeza serán respondidas con un enfático “sí”.

1- Si Mariano Rivera nunca hubiera lanzado un pitcheo en temporada regular, ¿habría sido exaltado como miembro del Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad?

Hay que superar la irracionalidad básica de esa premisa. Uno no ve toda la película pensando: “¿Por qué una mordida de araña radioactiva le dio sentidos de araña?” Nunca lanzó un pitcheo en temporada regular porque no fue así.

En dicho caso, aquí está la carrera de este señor: 141 innings. Ningún otro pitcher ha llegado al Salón de la Fama lanzando menos entradas, a menos que tomemos en cuenta a Stan Musial y George Sisler. Sin embargo, estas son las instrucciones dadas a los votantes:

5. Votación: La votación debe basarse en el récord de un jugador, su capacidad para jugar, integridad, deportividad, carácter de un jugador y los aportes de éste al (los) equipo (s) en el (los) cual(es) éste jugó.

Su capacidad para jugar, integridad, deportividad y carácter quedan intactos en este escenario. Su récord, obviamente, quedaría limitado, pero sigue siendo digno de admiración:

  • Su efectividad en postemporada (0.70) es la menor en la historia de la postemporada, con un mínimo de 30 innings (Los únicos que se le acercan lanzaron aproximadamente 30 entradas o se trata de Sandy Koufax). Pónganlo de esta forma: Solo se han producido tres campañas en la historia del béisbol en las cuales un pitcher tuvo efectividad de 0.70 o menos en temporada regular con un mínimo de 50 innings lanzados. La carrera de Rivera en postemporada fue esencialmente dos de esas, con más elementos en juego y contra los mejores equipos.

  • Tiene la mayor cantidad de salvados en la historia de la postemporada, casi dos veces y medio la cantidad del pitcher que le sigue en la lista y casi el triple del líder entre lanzadores activos.

  • Tiene la mayor cantidad de probabilidad de triunfos añadida (WPA) en la historia de la postemporada y esta cifra es increíble: el WPA de Rivera en postemporada es de 11.7. El jugador que le sigue tuvo WPA de 4.1. El WPA más alto de un bateador (¡de todos los bateadores en la historia!) es de 3.2. De hecho, Rivera tiene un WPA mayor que la suma de la segunda, tercera y cuarta mejores carreras en postemporada. ¿Se acuerdan de la carrera de Madison Bumgarner en la postemporada de 2014, cuando pareció llevar por sí solo a los Giants al título? El WPA de Rivera de por vida es siete veces lo obtenido por Bumgarner.

Todo lo anterior encaja en la categoría de “récord”, pero no es exactamente cuestión de instinto entender cómo esto se traslada en el factor final que se menciona en las instrucciones de votación del Salón de la Fama: “aportes al equipo”. Ciertamente, se trata de un aporte al equipo, aunque, ¿cómo podemos catalogar a esos 141 innings en una escala similar a las 10,000 apariciones al plato (en temporada regular) de Hank Aaron, o en una escala similar a los 4,000 innings de campaña regular y 81 innings de postemporada lanzados por Bob Gibson? Pues lo podemos hacer, mis amigos, gracias a la métrica de probabilidades de triunfo de campeonato añadida (cWPA, por sus siglas en inglés).

Tal como lo menciona la web The Baseball Gauge, el cWPA toma la premisa de la métrica de probabilidad de triunfos añadida, pero la aplica en el transcurso de una temporada: Tomando en cuenta la tabla de posiciones, o la etapa de la postemporada y la situación del partido, ¿cuántas probabilidades hay de que una jugada determinada afecte las oportunidades de que un equipo gane la Serie Mundial? Un sencillo con las bases limpias en el Día Inaugural apenas vale una muy pequeña porción del cWPA; un sencillo que remolque a David Justice y a Sid Bream en el Juego 7 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional (convirtiendo una desventaja en el noveno inning en una victoria dejando en el terreno al rival) vale .340 en cWPA, más del tercio de todo un campeonato, porque las probabilidades de que esos Braves de 1992 de ganarlo todo mejoraron de 1 en 6 antes del hit a 1 en 2 después del batazo.

Las probabilidades de triunfo de campeonato añadida de Rivera, solo en sus apariciones en postemporada, suman 1.792, lo cual implica que, si un pitcher promedio hubiera sido el cerrador de los Yankees en vez de Rivera, los del Bronx pudieron haber aspirado ganar dos Series Mundiales menos. Esa cifra de 1.792 es todo un récord, para sorpresa de nadie, muy por encima del 1.230 de cWPA de Bumgarner en juegos de postemporada (lo cual lo ubica en el segundo lugar), el 1.150 de Rollie Fingers, dueño del tercer puesto y el 0.095 de Babe Ruth, que se ubica en el quinto lugar. El cWPA de Rivera es más alto que el cWPA combinado de los pitchers dueños del segundo, tercer, cuarto y quinto puestos en la lista de salvados en la historia de las postemporadas. De hecho, lo duplica.

Sin embargo, Rivera en este escenario no tiene aportes en temporada regular; mientras que el resto sí. Por eso, sumemos lo hecho en temporada regular (las miles y miles de apariciones al plato sumadas por jugadores miembros del Salón de la Fama) para todos entre los líderes históricos:

1. Mickey Mantle, 3.099

2. Ruth, 2.887


3. Lou Gehrig, 2.217


4. Willie Mays, 1.916


5. Stan Musial, 1.814


6. Rivera, solo postemporada, 1.79

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7. Duke Snider, 1.779

Ahora nos encontramos al mismo nivel: en lo que respecta a sumar campeonatos, en relación con jugadores promedio, el aporte de Rivera a su equipo sólo durante la postemporada es apenas superado por cinco jugadores, los cuales se encuentran todos entre los doce peloteros más grandes de todos los tiempos. Asumiendo dentro de esta peculiar premisa que los votantes no usen en contra de Rivera limitar su genio a la postemporada, queda claro que su aporte queda dentro de los mejores entre los mejores grandeligas de todos los tiempos. Aún más: su lugar en el liderato en cWPA no es el resultado de una sola apertura (como es el caso de Jack Morris) o de una sola jugada (como Hal Smith); sino de un nivel de grandeza sostenido entre 16 postemporadas, 96 apariciones y cinco títulos de Serie Mundial. ¡Elegido!

2- Si Mariano Rivera nunca hubiera lanzado un solo pitcheo en postemporada, ¿habría sido exaltado como miembro del Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad?

La respuesta a la primera parte es sencilla. Trevor Hoffman es un miembro del Salón de la Fama que jugó en la misma era de Mariano Rivera que no causó controversias para su elección y los argumentos de ambos para estar en el Salón de la Fama son ligeramente similares y claramente se inclinan a favor de Rivera:

  • Hoffman: 1,089 innings, 2.87 efectividad, 601 salvados, 7 Juegos de Estrellas

  • Rivera: 1,283 innings, 2.21 efectividad, 652 salvados, 13 Juegos de Estrellas

Rivera lanzó casi 200 innings más que Hoffman y permitió 38 carreras menos. La diferencia entre el ERA+ de Rivera y el de Hoffman es mayor al de la diferencia entre el de Hoffman y el de Todd Van Poppel. Ni siquiera se acercan. Y si bien en este escenario Rivera lanzó lastimosamente cero innings en postemporada, los argumentos de Hoffman no dependieron en nada de su actuación en postemporada: 13 innings, efectividad de 3.46, cuatro salvados y par de blown saves. Y cero anillos de Serie Mundial.

No obstante, Hoffman no logró ingresar sino hasta su tercer año de elegibilidad. Con la excepción de Dennis Eckersley (quien ganó 150 partidos como abridor y sirve como la excepción que demuestra la regla), ningún otro relevista ha sido exaltado en su primera votación:

  • Rollie Fingers: segunda votación

  • Hoyt Wilhelm, octava votación

  • Goose Gossage, novena votación

  • Bruce Sutter, 13ª votación

Lee Smith nunca fue votado para su consagración en Cooperstown; sin embargo, fue elegido dentro de la clase de este año por el Comité de la Era del Béisbol de Hoy. Por ello, quizás existan demasiados votantes que no serán capaces de elegir a un cerrador de élite (un mero pitcher relevista) en la primera boleta a menos que no tengan otra opción. En cuyo caso, nuestro Rivera que no lanzó en postemporada debe tener no sólo la misma calidad de los miembros del Salón de la Fama previamente mencionados, sino que tiene que ser mucho mejor. Tiene que ser igual de valioso como un no relevista.

La primera parte es subjetiva; no obstante, Rivera tuvo 12 campañas con un ERA+ superior a 200; lo que es lo mismo, temporadas en las cuales su efectividad ajustada al parque era dos veces mejor que el promedio de la liga. Hoffman, Gossage, Sutter y Eckersley tuvieron dos de estas campañas cada uno. Smith tuvo una. Los 12 mejores años de Rivera suman los mejores dos años de esos cinco lanzadores miembros del Salón de la Fama, más los tres mejores años de Aroldis Chapman.

Sin embargo, ¿eso lo hace tan valioso como no relevista? Su WAR de por vida (56.2) se encuentra en el límite, entre los menores para un no relevista miembro del Salón de la Fama y especialmente baja para un candidato de la era moderna. Sin embargo, las cargas de trabajo de los relevistas son artificialmente limitadas para guardarlos en situaciones altamente comprometidas. Sus bajas cargas de trabajo son producto de la estrategia, no de fallas en su juego. La escala del WAR se distorsiona en el caso de los relevistas, porque los equipos esencialmente están diciendo que un WAR en un noveno inning reñido vale más que un WAR en cualquier otra situación genérica.

Eso nos da una idea de cuán valioso es un relevista, porque los equipos les ofrecen contratos para que éstos se comprometan con ellos. Durante un lapso un poco mayor a la reciente década, los equipos han invertido aproximadamente $5 millones por victoria de un pitcher relevista o un jugador de posición. Por su parte, han invertido casi $11 millones por victoria de un pitcher relevista. O bien todos los equipos son terribles a la hora de invertir su dinero, o piensan que un WAR en situaciones de alto compromiso es mucho más valioso que un WAR en situaciones normales. O incluso el doble de valioso.

Entonces, si “el doble de valioso” es lo correcto, entonces el WAR de 56 de Rivera sería, a los ojos de una gerencia, de un equipo, tan valioso como el 110 de WAR de un pitcher abridor o jugador de posición. Hablamos de los mejores miembros del Salón de la Fama: Greg Maddux, Mickey Mantle.

Ahora bien, esto depende de ciertos supuestos y podría ser sumamente generoso para los relevistas, pero también es ampliamente consistente con los criterios de votación del Salón de la Fama. Para los no relevistas, un WAR de 60 es prácticamente lo que se necesita para ser motivo de una discusión seria y un WAR entre 70 y 80 hace que un jugador se acerque a convertirse en fija. Algunos peloteros logran tener candidaturas serias con WAR de 50.

En el caso de los relevistas, esos estándares prácticamente caen a la mitad: 25 es el mínimo (Sutter, Fingers), 30 representa una candidatura seria (Hoffman y Smith), 35 o 40 los hacen una fija (Gossage, Wilhelm). El promedio de relevista miembro del Salón de la Fama tiene 38 de WAR en temporada regular. Rivera tuvo un 50 por ciento superior a dicha cifra.

Por supuesto, en este escenario Rivera no tuvo apariciones en la postemporada. Tampoco las tuvo Ernie Banks, caso célebre, por cierto, y el cWPA de Rivera en temporada regular (.341) supera al de Banks (.213). El cWPA de Rivera es el 131 más alto de todos los tiempos, apenas superado por Randy Johnson y Pedro Martínez y por encima a los de David Ortiz y Chipper Jones. De hecho, su cWPA (sin aporte alguno en postemporada) sería cercano a la media del cWPA de un miembro del Salón de la Fama incluyendo postemporada. No todos los miembros del Salón de la Fama mejoraron sus aportes durante la postemporada. Rivera en temporada regular estaría por delante del total de aportes en cWPA de Wade Boggs, Tom Seaver, Greg Maddux, Mike Piazza… y Eckersley, elegido en primera votación al Salón de la Fama, cuyo cWPA sufrió un declive sustancial el 15 de octubre de 1988.

El cWPA de Rivera sufrió un impacto aún mayor el 4 de noviembre de 2001, cuando Tony Womack tuvo (según el cWPA) el tercer hit más importante de la historia del béisbol. Un relevista de menor nivel no habría sido capaz de sobrevivir ese golpe. Pero Rivera es el relevista más importante de todos los tiempos. Los dos Rivera, de hecho.