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David Schoenfield | Escritor senior de ESPN 5y

Lo que hace que cada integrante de la clase 2019 sea un Salón de la Fama

Los últimos dos años de votaciones al Salón de la Fama nos han demostrado que la mentalidad del electorado ha cambiado hasta dar paso a un Salón de la Fama más grande e inclusivo que gratifica a jugadores recientes con la misma generosidad con la cual las generaciones previas crearon una galería de placas repleta de peloteros de los años 20 y 30.

Sin embargo, esa comparación no es justa. Con la elección de seis jugadores el año pasado y seis más que serán inducidos en Cooperstown este domingo, la vara para ser elegido sigue muy por encima de los estándares impuestos por el Comité de Veteranos a finales de los 60 y principios de los 70. Esa fue la época en la cual Frankie Frisch hizo elegir muchos candidatos dudosos de su era, muchos de ellos excompañeros suyos en los Giants y Cardinals.

El grupo de este año, conformado por seis peloteros, incluye a cuatro jugadores extremadamente bien calificados, incluyendo a dos que lograron entrar en su primera votación. Dos de los miembros de este sexteto son íconos de sus respectivas franquicias y otro fue tan adorado que el número de su uniforme fue retirado mientras seguía jugando en activo con otro equipo. No hay catchers del Siglo XIX o comisionados que se hayan hecho de la vista gorda con el uso de esteroides. Estos son seis jugadores, que en su totalidad comenzaron sus carreras en 1980 o después. A continuación, el por qué cada uno de ello puede ser denominado Miembro del Salón de la Fama.

Mariano Rivera

El primer jugador elegido de forma unánime al Salón de la Fama no requiere introducción. Se trata del cerrador más grande de todos los tiempos y su consideración ni siquiera es motivo de debate… y eso es antes de considerar que el panameño podría ser el pitcher más valioso en postemporada de todos los tiempos, con su récord 8-1 y efectividad de 0.70, con 42 rescates en 96 apariciones y 141 episodios en los playoffs, ayudando así a los Yankees a ganar cinco Series Mundiales.

Su historia es un testimonio destacado del camino impredecible dentro de una carrera en el béisbol. Rivera se sometió a una cirugía Tommy John en Ligas Menores. Los Yankees lo dejaron sin protección en el draft de expansión de 1993 y en una ocasión casi lo llegaron a cambiar por Félix Fermín. Se convirtió en relevista solo después de haber confrontado dificultades en su primera incursión en Ligas Mayores como abridor. Aprendió su cutter a principios de su carrera en Grandes Ligas y armó su resumen curricular digno del Salón de la Fama con ese pitcheo singular que dejó un camino lleno de bates rotos y elevados débiles hacia el infield.

En sus 18 temporadas como relevista, Rivera tuvo efectividad superior a 3.00 en solo una ocasión: una desagradable marca de 3.15 en 2007. Permaneció siempre humilde y admirado en todo el béisbol. ¿A quién le puede disgustar Mariano Rivera? Terminó con 652 rescates, 51 más que Trevor Hoffman, el número 2 en la categoría. Después de ellos, nadie más suma 500. Los cerradores vienen y van y se queman rápidamente. Rivera tuvo tanta calidad que incluso en su temporada final, a los 43 años, sumó 44 salvados y efectividad de 2.11. Probablemente podría seguir siendo el cerrador de muchos equipos hoy en día de haber seguido lanzando.

Una estadística de Mariano Rivera para tener en cuenta: Su ERA+ ajustado de 205 es el mejor de todos los tiempos: 105% mejor que el promedio de la liga. El número 2 en esta lista es Clayton Kershaw con 158 y el número 3 es Pedro Martínez, con 154. Perfecto, Rivera fue relevista y no lanzaba tantos innings como los abridores que se encuentran por debajo de él en la lista. Otra estadística avanzada denominada WPA (probabilidad de triunfos añadida, por sus siglas en inglés), considera la situación específica de un juego y cómo la actuación del pitcher incide en ella y Rivera se ubica en el quinto lugar de la categoría, solo por debajo de Roger Clemens, Lefty Grove, Greg Maddux y Warren Spahn.

Roy Halladay

Halladay, quien falleció en un accidente aéreo mientras piloteaba en noviembre de 2007, fue un táctico de largos brazos que fue capaz de lanzar una variedad de rectas en hundimiento, splitters, cutters y curvas con ubicación precisa y movimiento mágico. Apenas ganó un total de 203 juegos, cifra baja para un abridor miembro del Salón de la Fama; sin embargo, su extraordinario valor en la cúspide de su carrera (en 10 temporadas entre 2002 y 2011 con los Toronto Blue Jays y Philadelphia Phillies sumó marca 170-75 y efectividad de 2.97, dos premios Cy Young, quedando segundo en otras dos oportunidades dentro de la votación para este reconocimiento) le hizo merecedor de su elección en el primer año de elegibilidad.

¿Hubiera sido exaltado con 85% de los votos de no ser por su prematuro deceso? Quizás no en la primera boleta; no obstante, su WAR de por vida de 65.4 (su carrera terminó de forma sumamente abrupta debido a problemas en sus hombros sufridos en 2012 y 2013) sigue siendo una cifra sólida para un abridor miembro del Salón de la Fama. Halladay lanzó bastante fuerte, pero fueron su dominio y precisión los factores que le dieron tanta calidad. En ese periodo de 10 años de dominio total, tuvo promedio de apenas 1.5 bases por bolas por cada nueve innings. Fue líder de su liga en cinco oportunidades en la categoría de promedio entre ponches y boletos y fue uno de los últimos de una raza en extinción: el abridor que era capaz de completar un partido. Fue líder de su liga en siete ocasiones en la categoría de juegos completos y en cuatro veces comandó la estadística de innings lanzados. Halladay era el pitcher que otros pitchers ansiaban ser.

Halladay tuvo dos momentos brillantes: Su juego perfecto con los Phillies el 29 de mayo de 2010 y su partido sin hits en la Serie Divisional contra los Cincinnati Reds en esa misma campaña, en lo que era la primera apertura en playoffs de su carrera, que terminó con un boleto otorgado en un total de 104 lanzamientos. El cátcher de los Phillies Carlos Ruiz resumió la actuación de Halladay esa noche de la siguiente forma: “Oh, Dios mío”.

Quienes jugaron al lado de Halladay le recordarán por sus entrenamientos legendarios. “Roy Halladay es el competidor definitivo”, dijo su compañero Chase Utley cuando Halladay se retiró en 2013. “De lejos, es el trabajador con mayor tesón que jamás haya visto y trataba cada partido como si fuera su último. No fue coincidencia que se trataba del mejor pitcher de su era”.

Una estadística de Roy Halladay para tener en cuenta: “Doc” Halladay lanzó nueve juegos completos en cada temporada entre 2008 y 2010 y un total de ocho en 2011. En la pasada temporada, ningún equipo sumó más de cinco. Halladay ganó su segundo Cy Young en esta década; sin embargo, parece provenir de los tiempos de antaño.

Mike Mussina

Mussina ganó 270 partidos. Su WAR de por vida supera a Bob Gibson, Tom Glavine, Carl Hubbell, Jim Palmer y a Juan Marichal. Fue excelente durante la postemporada, con efectividad de 3.42 en 139.2 innings. No obstante, cuando Mussina apareció por primera vez en las boletas de votación del Salón de la Fama en 2014, apenas recibió un 20% de los votos. Necesitó de algo de tiempo, pero los votantes lograron entender y reconocieron la larga carrera de actuaciones consistentes de Mussina en su sexto intento.

Los argumentos contra Mussina siempre se resumían a decir “nunca fue el mejor”. Pues bien, la mayoría de los miembros del Salón de la Fama nunca fueron los mejores. Mussina nunca ganó un Premio Cy Young; no obstante, mostró mucha calidad en 18 temporadas con Orioles y Yankees y pudo haber seguido lanzando si hubiese querido hasta ganar 300 partidos; de hecho, ganó 20 en su temporada final. Se ubicó en el Top 10 de su liga en WAR de pitcheo en 11 campañas y entre el Top 5 en siete temporadas (incluyendo el primer puesto en 2001).

Al igual que Halladay, Mussina fue un pitcher entre pitchers. No fue abrumador, pero su curva de nudillos se convirtió en su arma más famosa, además de ser capaz de ubicar su recta, slider y curva con dominio experto. Era sumamente duradero, ganó siete Guantes de Oro y recibió votos al Cy Young en nueve temporadas.

Una estadística de Mike Mussina para tener en cuenta: Se ubica en el puesto 23 en WAR entre pitchers… de todos los tiempos. Es dueño del puesto 13 entre pitchers desde la II Guerra Mundial. Su elección al Salón de la Fama debió haber sido cuestión sencilla.

Edgar Martínez

Bateó .312 y ganó dos títulos de bateo. Tuvo un promedio de embasamiento de .418 en su carrera, liderando su liga tres veces y superando 11 veces los .400, incluyendo nueve temporadas seguidas. Su promedio de slugging  fue de .515. No podía correr, pero como estaba en la base con tanta frecuencia, anotó 100 carreras cinco veces. Pocos bateadores fueron tan respetados por sus compañeros. ¿Por qué a este hombre le tomó intentos ser elegido?

Claro, pasó la mayor parte de su carrera como un bateador designado. Pero de 1995 a 2001, promedió .329/.446 /.574 con 28 jonrones, 42 dobles y 110 carreras impulsadas con un OPS de 164+. Vladimir Guerrero nunca tuvo una temporada con un 164 OPS+. Freddie Freeman nunca ha tenido un 164. Ni Jose Altuve ni Robinson Cano o Nolan Arenado. David Ortiz, el otro más grande de los DH, superó los 164 solo dos veces. Digamos que Edgar podría batear un poco.

Martínez jugó todas sus 18 temporadas con los Mariners y se convirtió en el jugador más querido en la historia de la franquicia, luego de que casi lo arruinaron al no darle una oportunidad regular en las mayores hasta que tenía 27 años. Bueno, quizás tuvo suerte de que no lo dejaron libre  después de haber bateado .173 en la Northwest League en 1983. Tuvo que superar una condición ocular llamada estrabismo, que evita que los ojos se alineen simultáneamente, y pasó casi dos décadas haciendo ejercicios oculares diarios. Después de ganar su primer título de bateo en 1992, se rompió la rodilla la primavera siguiente. La mejor estaba aún por llegar. Toda su carrera fue un milagro.

Una estadística de Edgar Martínez para tener en cuenta: Es uno de los 21 jugadores desde 1900 con una línea de bateo de .300/.400/.500. Sólo otros siete comenzaron su carrera después de la Segunda Guerra Mundial: Manny Ramírez, Frank Thomas, Chipper Jones, Larry Walker, Todd Helton, Joey Votto y Mike Trout.

Lee Smith

El gregario y extrovertido Smith era un hombre de dos épocas: cuando llegó en 1980, se esperaba que el cerrador, o el taponero, lanzara con los corredores en la base y que lanzara más de una entrada a veces. Desde 1982 hasta 1984, Smith promedió 107 entradas por temporada, casi el doble de lo que un cerrador podría lanzar hoy. En 1983, cuando lideró la Liga Nacional con 29 salvamentos con los Cachorros, lanzó al menos dos entradas en 24 de sus 66 apariciones (y al menos tres entradas siete veces). Aroldis Chapman ha lanzado dos entradas 15 veces en más de 500 juegos de carrera, y nunca tres entradas.

Al final de su carrera, Smith estaba promediando menos de una entrada por juego. En 1993, lanzó en 63 juegos y 58 innings, y tuvo 46 salvamentos. Se retiró en 1997 como el líder de salvamentos de todos los tiempos con 478. Lideró su liga cuatro veces. Su carrera fue difícil de juzgar, sin embargo. Tuvo solo una temporada con una efectividad de menos de 2.00 y solo cinco con menos de 3.00. Nunca tuvo el nivel máximo de dominio de contemporáneos como Dennis Eckersley, Dan Quisenberry o Bruce Sutter. Apareció en solo cuatro juegos de postemporada (y perdió dos de ellos). Hoffman y luego Rivera superaron su total de salvados. Pero Smith duró para siempre.

Apareció por primera vez en la boleta electoral de la BBWAA en 2003 y recibió el 42% de los votos. Eso suele ser un camino seguro a la elección. Pero nunca llegó allí, alcanzando un máximo del 50% en 2012. En su decimoquinto y último intento, se mantuvo estancado en el 34%. Pasó a la votación del comité especial del juego de hoy. El panel de 16 lo puso con un apoyo unánime. ¿Cómo te sientes al respecto? Eso probablemente depende de cómo te sientes acerca de los cerradores. Smith tendrá ese puesto número 3 durante mucho tiempo. El líder activo en salvamentos es Craig Kimbrel, y aún está 140 por detrás de Smith.

Una estadística de Lee Smith para tener en cuenta:  Aquí hay otro ejemplo de cómo el rol más cercano ha cambiado: en su carrera, Smith heredó 510 corredores. Incluso Rivera tenía solo 367 corredores heredados. Kimbrel ha heredado solo 77 corredores en su carrera (y tuvo dos temporadas con cuatro y una con tres). El trabajo solía ser mucho más difícil.

Harold Baines

¿Y tú pensabas que Jack Morris era una selección polémica? Mientras que Smith obtuvo una buena cantidad de apoyo de los escritores, Baines alcanzó un máximo del 6%. Su elección por el comité del juego de hoy fue una sorpresa increíble.

Era, por supuesto, un muy buen bateador, con una línea de carrera de .289 /.356 /.465, 384 jonrones, 2,866 hits y 1,628 carreras impulsadas. Ocupa el lugar 34 en la lista de  carreras impulsadas, y tienes que sospechar que fue una estadística clave que lo ayudó a ser elegido.

Bateó .324 en 31 partidos de postemporada. Tony La Russa, su manager tanto con los Medias Blancas como con los Atléticos, estaba en el comité, y uno de sus argumentos principales fue que Baines era un buen bateador a los 22 años y todavía un buen bateador a los 40, cuando bateó. 312 con 25 jonrones y 103 carreras impulsadas y formó el equipo All-Star. Pocos jugadores tienen ese tipo de longevidad, y la longevidad generalmente se ha valorado más en las votaciones del Salón de la Fama que en el dominio máximo.

Baines nunca fue una gran estrella. Terminó noveno en una votación de JMV y décimo en otra, y los problemas con sus rodillas lo obligaron a cumplir con sus deberes de DH bastante temprano en su carrera. Su carrera de 38.7 WAR palidece en comparación con la de los más modernos miembros del Salón de la Fama. ¿Cómo entró? Ayuda tener amigos en lugares altos: además de La Russa, su dueño de los Medias Blancas, Jerry Reinsdorf, también estaba en el comité. Baines era un compañero de equipo respetado, un hombre tranquilo que se ocupaba de su negocio. Está dentro y es raro, y está bien. Además, era tan querido en Chicago que los Medias Blancas retiraron su No. 3 cuando lo cambiaron a los Rangers en 1989.

Una estadística de Harold Baines para tener en cuenta:: Baines ocupó el noveno puesto en carreras impulsadas y el sexto en hits en la década de 1980. Aparecer es la mitad de la batalla.

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