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Sam Miller | Escritor de ESPN 5y

¿Dodgers, mejor preparados para octubre que Astros y todos los demás?

Hace un año, los Oakland Athletics contaban con una de las mejores ofensivas de todo el béisbol de las Grandes Ligas. Pero, por un extraño capricho del destino, fueron fácilmente el peor equipo de la Liga contra rectas de alta velocidad: ostentaban un promedio de bateo de .191 contra pitcheos por encima de las 95 millas por hora (el registro más bajo de la liga), un average de embasado sopesado (wOBA) de .268, un promedio de contacto de 72.3, también el más bajo de la liga.

Peculiaridades extrañas de este tipo no importan demasiado en el transcurso de una larga temporada. Aproximadamente el 12 por ciento de los pitcheos enviados superan las 95 millas por hora, y si puedes acabar con el resto de los lanzamientos, poco importa lo demás. Pero, en la postemporada, se registra una cantidad muy superior de rectas de alta velocidad y el destino de toda una temporada puede depender de un solo juego en el cual te enfrentas a un caudal de rectas veloces. Esa “peculiaridad” termina siendo una verdadera desventaja cuando, digamos, te enfrentas a los New York Yankees en un partido por el comodín, en el cual el ganador se lo lleva todo:

  • Luis Severino: 36 de 87 pitcheos con velocidad superior a las 95 mph

  • Dellin Betances: 8 de 25 pitcheos con velocidad superior a las 95 mph

  • David Robertson: 0 de 12 pitcheos con velocidad superior a las 95 mph

  • Zack Britton: 6 de 13 pitcheos con velocidad superior a las 95 mph.

  • Aroldis Chapman: 12 de 17 pitcheos con velocidad superior a las 95 mph

Eso representa un total de 154 lanzamientos, 62 de ellos por encima de las 95 millas por hora, más del triple del promedio en la temporada regular. Oakland apenas pudo ligar dos carreras, y en retrospectiva uno se podría convencer de que el partido había terminado mucho antes de empezar.

Seguro se preguntan, ¿cuál es entonces el equipo que bateó mejor esas rectas a 95 millas por hora? De hecho, fueron los Boston Red Sox. Los campeones de la Serie Mundial.

Existe una hipótesis razonable en este caso: Esta indica que, más allá de la calidad general de un equipo, las probabilidades de que un club que clasifica a los playoffs tenga éxito también podría verse afectada por lo bien que pueda batear contra rectas de alta velocidad. Todos los equipos que han clasificado a los playoffs este año han contado con buenas ofensivas durante el béisbol de temporada regular, pero el béisbol de postemporada no es nada regular.

El terreno se mueve: Una mayor cantidad de innings es responsabilidad de los relevistas (y una mayor cantidad de pitchers abridores trabajan en el relevo). Una mayor cantidad de innings pasan a ser responsabilidad de los mejores pitchers. Una dosis de adrenalina y muchas cosas en juego podrían darles un impulso extra a los lanzadores. Como resultado, casi el doble de los lanzamientos es enviado a una velocidad superior de 95 millas por hora durante la postemporada. Esto sigue siendo cierto incluso con una velocidad de 95 millas por hora haciéndose más común durante la temporada regular. El año pasado, aproximadamente uno de cada cuatro pitcheos durante la postemporada fue al menos de 95 millas por hora y casi la mitad de las rectas tuvieron esa velocidad.

Si cambia el terreno, entonces eso debería favorecer al equipo que prospere más sobre este nuevo terreno, de una forma similar a cómo una cancha de arcilla podría favorecer a un gran tenista por encima de otro gran tenista con el mismo nivel de juego, pero con características diferentes.

Este mes de octubre, estamos a punto de ver una historia de un equipo intimidante contra las altas velocidades del pitcheo, en Los Ángeles. Los Angeles Dodgers son un club fantástico contra los envíos a alta velocidad, casi de manera sorprendente. Los Astros, un súper equipo con nivel aparentemente similar en la mayoría de los aspectos, se han mostrado sumamente mediocres contra los pitcheos de alta velocidad de este año. Sabemos que ambos de esos equipos son grandiosos, pero ¿acaso nos estamos pasando a una cancha de arcilla que favorece a un equipo por encima de otro? ¿Están los Dodgers armados para octubre con elementos que no tiene Houston? ¿La hipótesis razonable sobrevivirá esta prueba a la cual será sometida?

Vamos a responder tres interrogantes: ¿Estamos midiendo el elemento correcto? ¿Es esto que estamos midiendo real o una mera racha fugaz? ¿Es lo suficientemente relevante como para que nos importe?

¿Estamos midiendo el elemento correcto?

No basta decir que los Dodgers batean para .276/.354/.485 contra pitcheos a velocidad superior a 95 millas por hora y que los Astros solo ligan para .234/.335/.390. Por un lado, eso captura solamente la actuación de cada equipo contra lanzamientos que marcan el punto final de un turno al bate. Si los Dodgers batean de foul contra un primer pitcheo en recta por todo el medio, o persiguen una recta en cuenta 2-0 fuera de la zona y fallan, estarían fallando contra dichos pitcheos, aunque no afectaría esa línea ofensiva.

Por eso, no solo podemos ver sus wOBA. Tenemos que ver sus wOBA y a sus promedios de persecución de pitcheos (con el fin de ver cuál es el porcentaje de pitcheos por fuera de la zona que el equipo desestima, con toda razón) junto a su promedio de swings fallidos, por eso, tenemos que monitorear la actuación de sus bateadores durante todo el turno. Incluso tendríamos que considerar el promedio de halados y el poder en aislamiento.

Por otro lado, dichas estadísticas no capturan bien el grado hasta el cual cada equipo es mejor o peor que el promedio en dicho terreno específico. Ya sabemos que estos equipos han sido tremendamente exitosos este año y si los Astros batean para .234/.335/.390 contra cada pitcheo, a cualquier velocidad, todo el tiempo, no importaría tanto si el 10, 20 o el 99 por ciento de los lanzamientos fueran hechos tan rápido. Tendrían igual éxito, independientemente del terreno cambiante. El punto aquí es ver y entender si estos equipos son particularmente aptos, o particularmente vulnerables a los pitcheos más veloces.

Con el objetivo de entender lo anterior, vimos el desempeño de cada equipo contra pitcheos a velocidades superiores a 95 millas por hora, comparados con sus resultados contra el resto de las rectas y lo hicimos en el caso de las cinco métricas antes mencionadas: wOBA, promedio de persecución de pitcheos, promedio de swings fallidos, promedio de pitcheos halados y poder aislado. Posteriormente, clasificamos a dichos equipos dentro de cada una de esas cinco métricas y los catalogamos en base a sus rankings acumulativos. (También comparamos su desempeño contra pitcheos de alta velocidad relativo a su actuación contra el resto de los lanzamientos, sin limitarnos a las rectas más lentas: los resultados fueron más o menos similares).

El wOBA de los Dodgers contra rectas con velocidad mínima de 95 millas por hora fue de hecho mayor que su wOBA contra rectas de menor velocidad, siendo el único equipo en tener dicha peculiaridad. El equipo promedio tenía aproximadamente 88 por ciento de esa productividad contra rectas a alta velocidad. Los Twins, con 99 por ciento de productividad, fueron los que más se acercaron a los Dodgers entre los equipos con probabilidades de clasificar a los playoffs. Los Astros, con 78 por ciento de productividad, fueron últimos entre los equipos con probabilidades de pasar a los playoffs y se ubicaron en el puesto 29 entre todos los clubes de Las Mayores.

Sin embargo, tal como expresamos previamente, estas estadísticas solo comprenden el pitcheo final de cada turno al bate. En lo que respecta al promedio de persecución, los Dodgers fueron el segundo mejor equipo de todo el béisbol y el mejor entre los posibles participantes de los playoffs: no persiguieron con mayor frecuencia a pitcheos por encima de 95 mph en comparación a rectas más lentas. Los Astros se ubicaron en el puesto 22. (Los Twins, un equipo que sabe conectarle a envíos a alta velocidad, también persiguen con mucha frecuencia. Ocuparon el puesto 17 de todo el béisbol mayor en este promedio relativo de persecución). En lo que respecta al promedio de swings fallidos, los Dodgers fueron, nuevamente, el segundo mejor equipo de toda la pelota mayor, sólo superados por los Washington Nationals. Los Astros se ubicaron ligeramente por encima del promedio.

Solo los Dodgers brillaron en la totalidad de esas tres destrezas: paciencia, contacto y slugging. También se pusieron en la cima en poder aislado relativo y sexto en promedio relativo de pitcheos halados. Entre los equipos con probabilidades o posibilidades de clasificar a los playoffs, los Dodgers fueron mejores que los Astros, Tampa Kay Rays, Milwaukee Brewers, Minnesota Twins, St. Louis Cardinals, New York Yankees, A’s, Chicago Cubs e Cleveland Indians en la totalidad de las cinco métricas. Son una potencia contra pitcheos por encima de las 95 mph y eso se nota, no sólo en un aspecto del bateo, sino dentro de todo el proceso.

Este es el ranking de equipos con probabilidades y posibilidades de clasificar a los playoffs en lo que respecta a su desempeño relativo contra pitcheos superiores a 95 mph:

1- Dodgers

2- Twins

3- Cardinals

4- Nationals

5- Braves

6- Brewers

7- Yankees

8- Cubs

9- Indians

10- A’s

11- Astros

12- Rays

¿Es esto que estamos midiendo real o una mera racha fugaz?

Cada vez que revisamos estadísticas comparativas, especialmente en una temporada particular, existe una buena probabilidad de que la característica interesante que identificamos sea, de hecho, apenas el resultado de analizar cifras de un millón de formas distintas hasta hacer muestreos cada vez más pequeños. En lo personal, no me preocupa la actuación de los Cubs en la carretera durante este año o la actuación de los Twins en circunstancias “clutch”. Los eventos aleatorios se clasifican en formas aparentemente no aleatorias.

Porque “contra pitcheos a velocidades de 95 millas por hora” no es necesariamente un evento aleatorio, ciertamente no lo es más que “contra curvas” o “contra pitcheos altos”. Razonablemente, se trata de una destreza separada con la que cuentan algunos grandeligas y otros no.

A fin de probar lo anterior, revisamos las cifras de actuación individual de los peloteros contra pitcheos por encima de 95 mph durante los últimos seis años, en comparación con su desempeño general y después, encontramos la correlación entre cada año y el siguiente. (Una correlación de 1 implica una correlación perfecta entre un año y el siguiente y una correlación de 0 significa que no existe. Lo hemos limitado a jugadores que calificaron al título de bateo en ambas temporadas, aproximadamente un total de 90 peloteros por cada par).

Se produjo, en esos seis años, una correlación sumamente consistente en el promedio relativo de contacto de los peloteros: La correlación más baja en cualquiera de los años clasificados es de 0.3, la mayor es de 0.47 y el promedio se ubica en 0.37. Es aproximadamente similar a la correlación año a año en un promedio de bateo general de un bateador en pelotas en juego: algo es producto de la suerte y algo es producto de la aptitud.

Se ha producido cierta correlación, aunque considerablemente menor en el wOBA relativo de los peloteros: 0.12. Algo sumamente débil.

Lo cual nos lleva a decir que el elemento que estamos midiendo parece ser real y también producto de una racha evidente en un pequeño muestreo: Algunos jugadores realmente son mejor en este elemento que otros, aunque dentro de una sola temporada puede producirse una buena cantidad de ruido. Lo cual es bueno para los Dodgers (y los Nationals, que cuentan con promedios de swings fallidos y persecución de pitcheos comparables a los de los Dodgers) y malo para los Astros (y Rays) aunque no es tan malo como el primer párrafo del presente artículo les haría creer.

¿Es lo suficientemente relevante como para que nos importe?

Sin importar cuán mejores son los Dodgers en esta metafórica cancha de arcilla, ¿importa lo suficiente como para modificar nuestras expectativas? Ciertamente vemos mayor cantidad de pitcheos por encima de 95 millas por hora en la postemporada, aunque siguen siendo una menor parte de todos los pitcheos en un partido (e incluso una minoría aún más pequeña de todo el béisbol que vemos en un partido) y la brecha de destrezas entre los clubes es casi con certeza más pequeña de lo que hemos observado durante la temporada regular. Adicionalmente, solo porque un equipo pueda batear rectas a 95 millas por hora no significa que puedan batear contra pitchers que lanzan por encima de las 95 mph. Quizás estarían engañándose y haciéndose más vulnerables a pitcheos rompientes.

Entonces, ¿ha importado? Quizás sí, si lo vemos de una manera. Primero, debemos comprender que todos los equipos batean peor en la postemporada, mientras casi la totalidad de los equipos batean contra rectas fuertes en comparación al bateo contra rectas más lentas. Durante los últimos tres años, los equipos en general han sido aproximadamente un 84 por ciento productivos en la postemporada en comparación con la temporada regular (según el wOBA).

No obstante, los equipos que han mostrado las mejores destrezas contra pitcheos con velocidades superiores a las 95 mph (medido según wOBA relativo y promedio de contacto relativo) han tenido mejor desempeño que lo anterior. Los equipos clasificados entre el mejor tercio de la liga en desempeño contra lanzamientos a alta velocidad fueron de aproximadamente un 88 por ciento productivos en la postemporada en comparación con la temporada regular. Los equipos ubicados en el tercio de la mitad fueron 82 por ciento productivos. Los equipos del tercio inferior fueron un 77 por ciento efectivos.

Por otra parte: realmente no han ganado más partidos. Durante los últimos tres años, se han escenificado un total de 106 partidos de postemporada. El equipo que mostró mejor destreza contra pitcheos superiores a 95 millas por hora (nuevamente, medidos según wOBA relativo y promedio de contacto relativo) durante esos 106 partidos tuvo récord 54-52; una diferencia sin mayor consecuencia. Si esta destreza es real, hablando de forma colectiva dentro de un equipo, y si esta sale a relucir en la postemporada, no ha demostrado ser un factor demasiado relevante. De forma crucial, tanto este párrafo como el anterior se basan en apenas 106 partidos entre oponentes muy similares. Hay tanto ruido en medio que deberían dolernos los oídos.

Comenzamos con una anécdota: A’s, Red Sox. Pero la postemporada tiene una anécdota para cada posición. La Serie Mundial de 2016 tuvo a dos equipos que confrontaron verdaderas dificultades, en términos relativos, contra pitcheos a alta velocidad durante la temporada regular, aunque arrollaron a sus oponentes en los playoffs.

Los Rangers de 2016 fueron un equipo fantástico contra pitcheos a alta velocidad y a pesar de ello, fueron barridos en la serie divisional. Esa es la naturaleza de la postemporada; todo depende de pequeños muestreos y uno nunca sabe cuál de los cientos de factores presentes será el que realmente importe en ese momento. La mayoría no lo serán. En mayor medida, ser el mejor equipo es lo más que se puede aspirar.

El viernes pasado, los Dodgers se enfrentaron a los Mets. Noah Syndergaard, el abridor con la recta más veloz de la liga, lanzó contra ellos y envío 65 pitcheos de al menos 65 millas por hora. Lograron batearle bien (cuatro carreras en cinco innings) y le vencieron por segunda ocasión este año. Al día siguiente, se enfrentaron a otra máquina del pitcheo por encima de 95 mph, y en esta ocasión Jacob deGrom los pintó de blanco. Y al día posterior, se enfrentaron a Zack Wheeler, cuya recta a 95 millas por hora en mayor medida logró maniatar a los Dodgers… hasta que Los Ángeles logró irrumpir en el octavo y noveno episodios contra dos relevistas y ambos estaban regularmente alcanzando las 95 mph. Es bueno que los Dodgers sepan que tienen esa habilidad en el bolsillo.

A veces, cuando se enfrenta a un pitcher de la talla de Syndergaard, esa podría ser la diferencia. Pero en otras, cuando tienes como rival a un lanzador como deGrom, podría no importar en absoluto. No hace que los Dodgers sean invencibles este octubre, pero sí hay una cosa que han aprendido en sus seis apariciones consecutivas en la postemporada, es que uno nunca puede tener suficientes ventajas pequeñas.

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