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Estrategias de pitcheo en una temporada corta: Sin novedades desde el montículo

Si hay un deporte ultraconservador en el contexto profesional de los Estados Unidos, ese es el béisbol. No es coincidencia que los más jóvenes dirijan su mirada hacia ligas más adaptadas al siglo XXI como el fútbol americano, la NBA o el soccer europeo. Es un hecho y no una suposición que, desde hace tiempo, el béisbol perdió la condición de deporte nacional de la nación de las barras y las estrellas.

La ortodoxia beisbolera se refleja de distintos modos y alcanza el paroxismo cuando resulta pecaminoso disfrutar un jonrón porque hiere los sentimientos de un atribulado lanzador. Aferrarse a lo tradicional y la poca flexibilidad de pensamiento de varios mánager en postemporada --que dirigen como si fuera temporada regular, cuando no debería ser así-- impulsa la creencia de que en una campaña acortada de 60 partidos es poco probable que los equipos revolucionen sus estrategias de pitcheo.

No lo han hecho en una temporada típica, en la cual tienen tiempo de recuperación, no lo harán en campaña acortada donde el margen de error es mínimo. Empiezas mal y ¡chao!

No confundir adaptar con revolucionar.

Los abridores seguirán siendo utilizados como hasta la campaña de 2019. Si ocurren variantes estarán subordinadas, fundamentalmente, a lesiones, peloteros que renuncien a jugar, contagios de Covid 19 y rendimiento.

Pero en este caso puntual, aferrarse a la norma tiene sentido. No es un despropósito. Los pitchers han sido expuestos a una preparación atípica, cierto; sin embargo, han ganado muchas horas de descanso y ya no tendrán que realizar --en el caso de los abridores-- 31 o 32 aperturas como en una temporada de 162 juegos.

Su trabajo se resumirá a 12 aperturas y aproximadamente 80 entradas, asumiendo que cada equipo tendrá una rotación abridora de cinco hombres.

Con mayor descanso, sin la necesidad de dosificar y la obligación de ganar desde el inicio para asegurar un puesto en la postemporada, uno pensaría que los mánager les darán más trabajo, pero no será así por cuatro razones concretas:

  1. No hay tiempo para improvisar.

  2. En grandes ligas los roles suelen estar bien definidos. A cada jugador se le paga cifras millonarias para cumplir un determinado desempeño. Por eso no veremos (al menos en la campaña regular) a abridores lanzando juegos completos o en apariciones como relevo. Menos cuando el roster es de 30 jugadores (26 en 2019) y esos cuatro espacios adicionales probablemente serán ocupados por relevistas.

  3. Los abridores no serán sobreutilizados ni el bullpen subutilizado.

  4. Los lanzadores que están cerca de la agencia libre tomarán precauciones adicionales, no por el equipo y sí por su seguridad monetaria futura.

Tampa Bay y Angels, ¿las excepciones?

Muy probable que éstas franquicias sean las excepciones que confirmen la regla.

Los Tampa Bay Rays ya utilizaron con éxito a los Openers -relevistas para abrir durante dos tres entradas-- la campaña pasada y, después de ganar 96 juegos en temporada regular y tener contra las cuerdas a los Houston Astros en la Serie Divisional de la Liga Americana, ponle el cuño que lo volverán a hacer.

Mientras que Los Angeles Angels cuentan con el timonel más irreverente de las Mayores, Joe Maddon, y no debe extrañar que aplique sus heterodoxas teorías -nos gusten o no- para sacarle provecho a un staff de pitcheo que cuenta con el respaldo ofensivo de Mike Trout, Albert Pujols, Anthony Rendon y el japonés Shohei Ohtani.

¿Cuáles? Con Maddon nunca se sabe.

Pero el resto, será más de lo mismo.