Los hilos negros de sutura salían de algunas incisiones cicatrizadas, como huellas de su más reciente lesión.

Por sexta vez desde 1995, el infatigable serpentinero de los Rojos de Cincinnati trata de recuperarse de una cirugía, contra los pronósticos de muchos.

"¡Hey, José!", le grita el entrenador de la primera base, en tono de broma, mientras pasa. "¿Te vas a retirar? ¿Por qué?"

Rijo, de 37 años, se ríe y responde: "Porque soy tan viejo como tú. Voy a ser entrenador de la primera base".

El serpentinero sabe que todo es broma. Seis operaciones en el codo _incluidas dos para reparar un ligamento roto_ y cinco años fuera del béisbol no lograron que Rijo abandonara el deporte de sus amores.

¿Cómo se siente en este nuevo regreso?

"Estoy admirado", dijo el lunes, antes que le fueran retirados los puntos de sutura y de que practicara algunas atrapadas por vez primera desde el 11 de marzo, cuando fue sometido a la intervención quirúrgica para eliminar una protuberancia ósea. "Puedo cepillarme los dientes en la mañana y abrir una puerta sin sentir ningún dolor".

El dolor ha acompañado al lanzador desde 1995, cuando fue sometido a la primera operación para reconstruirle el codo. Regresó muy pronto, volvió a lesionarse y requirió de una nueva cirugía.

En total, se ha sometido a seis operaciones, su regreso ha sido cada vez más lento pero siempre ha resultado posible. Rijo, el jugador más valioso en la Serie Mundial de 1990, ganada por los Rojos, simplemente se niega a rendirse.