Adiós a una leyenda

Ripken se despide del béisbol sin arrepentirse de nada en 20 años

AL RETIRO
Cal Ripken Jr. no se arrepiente de nada
(Allsport)
BALTIMORE -- Cuando Cal Ripken Jr. se quite sus ganchos y su camiseta de los Orioles de Baltimore por última vez, sabrá que se va del deporte que ama sin arrepentirse de nada.

Ripken alcanzó todas las metas que quería alcanzar, y mucho más. Siempre se mantuvo en forma, jugó aún cuando estaba lesionado, y le sacó lo más posible a su talento desde que llegó a las Grandes Ligas en 1981.

Ahora que ha terminado - Ripken jugará su último partido el sábado - del espectro de emociones que está sintiendo, ninguna tiene algo que ver con arrepentimiento.

"He tenido 20 años completos y cuando miro el pasado, no puedo decir que hubiera querido jugar más o que me hubiese tomarlo más en serio o que me hubiera cuidado más", dijo Ripken. "He hecho todo le que tenía que hacer. He tenido muchos tiempos buenos entre líneas blancas".

Desde que anunció en junio que se retiraría al culminar esta temporada, el jugador de 41 años dijo que tampoco se arrepiente de irse. Lo único que ama más que el béisbol es a su familia, y el seguro futuro miembro del Salón de la Fama está listo para dedicarse a sus hijos y dejar atrás las obligaciones de su trabajo de 20 años.

Los fanáticos le piden que reconsidera. Pero Ripken dice que no lo har'a.

"No es algo triste. Yo no estoy en nada triste porque me voy. He tenido mucha gente llorar al frente mío. Fanáticos que me dicen 'no te vayas todavía, un año más No va a ser lo mismo sin tí'. Encuentro que tengo que consolarnos y decirles que todo va a estar bien", dijo Ripken.

Pero no todo va a ser igual. Ripken fue un jugador único en su clase, y no sólo por su increíble marca de 2,632 partidos consecutivos entre 1982 y 1998. Toda la semana ha estado firmando autógrafos en Camden Yards por horas antes del partido, igual que hizo en 1995 cuando se estaba acercando al récord de Lou Gehrig de 2,130.

"Hay algo bien bonito en la interacción con los fanáticos. Es un experiencia especial. Le recomendaría a otros jugadores hacerlo", dijo Ripken.

La emoción de los últimos días, al igual que las sesiones extendidas de autógrafos, lo han cansado. Ripken salió de una mala racha de 33 turnos sin un hit el jueves y entró a su último partido el sábado con dos hits en sus últimos 45 turnos.

Env ez de expresar su frustración pateando un hielera, Ripken se sonrió con lo que dijo era una racha irónica.

"El primer día de la temproada de 1982 me fui de 5-3 y creo que de ahí en adelante me fui de 68-4. Pensé a mi mismo que quizás es apropiado que me voy igual que cuando llegué", dijo Ripken.

En realidad eso no es cierto. Cuando llegó, tenía pelo marrón y ahora se va calbo. Comenzó su carrera como un novato flaco, un lanzador convertido en antesalista que era desconocido en las afueras de Maryland. Ahora se va como una de las figuras más reconocidas de todo el deporte, un atléta que respetó el deporte y, por ende, se ganó el respeto de todos los que jugaron con el y contra el.

"Es siempre un placer estár en el mismo campo con él", dijo José Offerman, de los Medias Rojas de Boston. "A todos les gustaría estár en mi posición en estos momentos, compartiendo el campo por última vez con una leyenda".

Ripken, tampoco cambiaría su sitio con nadie. Tuvo una gran carrera _ y hasta jugó con su padre como dirigente en los Orioles de 1987-88 y con su hermano, el segunda base Billy Ripken.

-Servicios ESPNdeportes.com

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