Serafines sueñan con una dinastía

Los actuales campeones de las Grandes Ligas, los Serafines de Anaheim no se conformarán con sólo un título y buscarán otra en el 2003

Anaheim sorprendió al mundo de la pelota en el 2002, cuando gracias a un juego compacto y centrado en la ejecución de lo básico, se alzó con el trofeo de la Serie Mundial.
Sinónimos de infortunio por mucho tiempo, los Serafines de Anaheim dejaron atónitos a mucha gente con la fenomenal campaña que los llevó a ganar la serie mundial del 2002, la primera corona en la historia de la franquicia.

La tarea de revalidar un título nunca es fácil, pero en el caso de los Serafines el optimismo que se respira de cara al 2003 está muy bien sustentado.

Como pocos durante el receso, Anaheim no tuvo necesidad alguna de hacer cambios importantes o hacer contrataciones de lujo para reforzarse.

El dicho de que equipo que gana no se toca se ajusta a la medida para los Serafines que se presentan para la próxima temporada con el mismo plantel que salió campeón el año pasado.

Este es un equipo cuyos directivos tuvieron la precaución de fichar su mejores jugadores por lo menos hasta el final del 2003.

Si se debe hablar de refuerzos habría que mencionar a los dos pitchers que emergieron durante la postemporada pasada: el venezolano Francisco Rodríguez y John Lackey.

Ambos fueron llamados a filas en la recta final de la temporada y no fueron parte esencial de la campaña del equipo en la fase regular, algo que sí harán esta vez.

Disney, la empresa propietaria de la franquicia, está buscando un comprador, pero no le puso peros a un incremento de la planilla de 63 millones de dólares a 83.

Piezas claves como el lanzador Jarrod Washburn (18-6, 3.15), el intermedista Adam Kennedy y el inicialista Scott Spiezio, cuyo jonrón productor de tres carreras prendió la mecha para darle la vuelta a un partido perdido en el sexto juego del Clásico de Octubre, recibieron aumentos sustanciales para evitar ir al arbitraje.

Los relevistas Dennis Cook y Al Levine, más los guardabosques Orlando Palmeiro y Alex Ochoa, fueron los únicos que emigraron y ninguno tuvo mucho que ver en la conquista del campeonato.

Todo lo demás está intacto, partiendo con un infield con Troy Glaus, David Eckstein, Kennedy y Spiezio, hasta el trío de jardineros conformado por Garret Anderson, Darin Erstad y Tim Salmon.

¿Bateador designado? Ahí esta de vuelta Brad Fullmer.

El mánager Mike Scioscia no oculta su entusiasmo, particulamente cuando se la habla de un cuerpo de lanzadores que se caracteriza por su juventud.

Antes del 2002, los Serafines buscaron gente veterana para su rotación y lo hicieron en Aaron Sele y Kevin Appier, pero ahora ambos se verán en los puestos 4 y 5.

El nuevo binomio principal tendrá al zurdo Washburn junto al derecho dominicano Ramón Ortiz (15-9, 3.77). El 2002 fue el año de la consagración para ambos, pero todavía pueden dar mucho más. En el caso de Ortiz, éste procurará reducir la cantidad de jonrones que le conectan los bateadores contrarios

Lackey (9-4, 3.36) estuvo sensacional en la recta final, pero impresionó todavía más por la jerarquía que mostró para un novato al abrir el partido decisivo de la serie mundial contra los Gigantes.

Sele (8-9, 4.89) podrá lanzar tras haberse sometido a una operación en el codo, mientras que de Appier (14-12, 3.92) se puede seguir esperando un derecho incansable que sabe sacar innings.

Y en las menores está esperando su turno el derecho Bobby Jenks, quien con 21 años es dueño de una recta que llega a las 100 millas por hora.

Con Troy Percival (40 rescates) como cerrador y el venezolano Rodríguez, trabajando a partir del séptimo ó octavo, los Serafines cuentan probablemente con la mejor combinación de relevistas desde la dupla John Wetteland y el panameño Mariano Rivera en 1996 con los Yanquis.

Del infield solo se pueden esperar producción consistente. Spiezio (285, 12, 82) tiene el calibre de un guante de oro y Kennedy (312, 52 empujadas) no es un out fácil pese a ser el noveno en la alineación.

El torpedero David Eckstein (293, 63 remolcadas y 21 robos) ha cumplido bien como el primero al bate.

Los números de Glaus (250, 30, 111) no estuvieron a la altura de años anteriores, pero el antesalista guardó lo mejor para octubre, siendo el más valioso de la serie mundial.

El jardinero izquierdo Anderson (306, 29, 123) finalmente recibió el crédito de ser mencionado entre los mejores bateadores de las mayores, mientras que el central Darin Erstad (283, 73 impulsadas) viene de obtener su segundo guante de oro consecutivo.

La llegada del ex Marlin Eric Owen permitirá darle más descanso al guardabosque derecho Tim Salmon (286, 22, 88).

El año pasado marcó el fin de la racha de diez temporadas con el boricua Iván Rodríguez como el guante de oro entre los receptores la Liga Americana y fue otro puertorriqueño, Bengie Molina (245, 5, 47), el encargado de la hazaña.

Molina puso out a 32 hombres de 75 corredores que trataron de robar base. En un caso curioso, su hermano José será su suplente.

-AP

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lunes, 17 de marzo
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