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Chivas, entre el heroísmo y el cinismo

LOS ÁNGELES -- Una derrota épica (León), enaltece. Dos derrotas épicas (León y Necaxa), conmueven. Tres derrotas épicas, hieden a cinismo.

Chivas no puede vivir de heroicidades fraudulentas. Este domingo Necaxa le asaltó la fortaleza que nunca ha sido su fortaleza. 1-2. Pudieron ser más si los Rayos no hubieran bajado el voltaje.

Los fracasos se cocinan bajo el conformismo insultante del “ya casi”, del “ya merito” y del “a’i pal’otra”. Frases de utilería de la ineptitud.

“Morir con las botas puestas” y “morir de cara al sol”, hicieron época con John Wayne y Clint Eastwood. Los náufragos que mueren en la orilla también al tercer día apestan.

Grave además que el Guadalajara elija ir del suicidio defensivo consumado al homicidio ofensivo inconcluso. El equipo es un desastre defensivo y pretende redimirse con desesperación ofensiva.

Este domingo, la marca de Oswaldo Alanís sobre Max Salas parece sacada de una liga de párrocos recién confesados y comulgados. La abuelita de un zaguero auténtico mostraría más coraje, rabia, enjundia, hambre que la parsimonia gentil e inocentona del zaguero mexicano, que ha dado cátedra de porqué no se quedó ni en el ascenso de España.

Seguro, la bisabuelita de Lugano o de Materazzi o de Cannavaro, en silla de ruedas, le habría extirpado amigadlas y muelas del juicio a Salas antes de permitirle controla, girar y rematar. Alanís, un gentleman, no lo tocó ni con el ala de una mariposa, Vergonzoso.

Y en el segundo gol del Necaxa, he visto barridas más ardientes, suicidas, temerarias, en el equipo femenil de Chivas que entre los hombres musculosos, barbados y mal encarados del aparato defensivo del Guadalajara.

Tras un primer tiempo en el que Necaxa pudo golear, se dejó llevar por el pudor, el recato y no hacer birria de las Chivas decadentes, que para maldición o bendición, debieron cargar con una lesión de la Chofis López, quien seguramente se rehabilitará pronto en ese jacuzzi privado que presumió en videos con mixta compañía. Suertudote.

Mérito merece Rayos. Memo Vázquez los instruyó. Y a base de copar los relevos repetitivos de Chivas, como única arma ofensiva, anticipaban el pase filtrado o cortaban de tajo cubriendo en zona.

Y mientras Memo Vázquez bostezaba, Tomás Boy entendía que le jugaban ajedrez y su manual decía “Parchís para principiantes”.

Y sí, Oribe Peralta seguía engañando a esos genios lúcidos del futbol que lo defienden por sus interesantes movimientos tácticos en la cancha. La afición vociferaba por Alexis Vega, pero como ha dicho el mismo Boy: “A chillidos de marrano, oídos de carnicero”.

Para el segundo tiempo ocurrió lo mismo que ante el León. Chivas se olvidó de las recetas de cocina caducas de su entrenador y trató de elaborar por su cuenta futbol. Villalpando hace el 1-2 en la modorra del visitante, y la tribuna se preparaba, para ahora sí, esta vez sí, ver al Rocky Balboa levantarse de la lona y apabullar al rival.

No. Memo Vázquez ajustó. Metió tres líneas de trabajo defensivo y Chivas, encima, se cansó, eso sí, empapando la camiseta, para que el sudor los dignificara falazmente ante la afición.

Otra derrota pues, para Chivas, Dos derrotas épicas consecutivas. Esas, sin embargo, no cotizan en la Bolsa de Valores de la Tabla Porcentual. Aunque, claro, el Rebaño sabe que tiene su seguro de vida: Veracruz.