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América conjuga ganar ya sólo en pasado

LOS ÁNGELES -- América sigue con los pulmones flácidos de festejo; Guillermo Ochoa sigue dinamitando su estatua, y Henry Martín se deshizo de las cadenas de ninguneo que le había impuesto su técnico Miguel Herrera.

Dos goles de Martín hicieron volar más alto la imaginación de la afición que la realidad de sus mismas Águilas. El desenlace fue un gratísimo y salomónico 2-2 con Querétaro (Castillo y Escoboza).

Cojeando aún porque los jugadores vendidos cotizan muy por encima de sus eventuales suplentes, y porque sus lesionados llegan famélicos de ritmo de competencia, sin embargo, el América sigue siendo protagonista, defensor ferviente de la bravata del #ÓdiameMás.

Cuajadito, ordenado, sin callosidades de debilidad, Querétaro fue por momentos mejor equipo, dominando el ritmo del juego, pero América cerró con autoridad el encuentro, y obligó en los estertores del cronómetro, a dos atajadas espectaculares de Gil Alcalá para evitar el tercero de los americanistas.

Sabidas las virtudes de Víctor Manuel Vucetich para armar equipos sólidos, compactos, persuasivos, perseverantes, dejó en claro también que es capaz, bajo las exigencias del juego de atreverse un poco más de lo que necesita.

Mientras Roger Martínez se aferra a ser el abanderado del equipo, el oficio de verdugo lo desempeñó Henry Martín, para conseguir el 1-1 con un remate de olfato, de instinto, de rabia, de precisión.

Y el mismo Martín le puso un velo efímero de gloria al marcador, cuando cargó el tanque de testosterona, osadía, decisión y rabia, y embistiendo desde media cancha, encaró y tocó suave a la rodilla vencida de Gil Alcalá, para el 2-1.

Guillermo Ochoa sigue siendo el mejor portero mexicano... pero en canchas europeas. En el primer gol, reflejos de otros tiempos, polvo de otros lodos, le habrían permitido atajar el disparo suave, por encima de Fabián Castillo.

Un empate, de local, para el América, tiene mueca de fracaso. Más aún con la anorexia que ya sufren de cinco juegos sin ganar.

Hay atenuantes, ya mencionados, pero, Miguel Herrera lo sabe: las justificaciones no cotizan en la Tabla de Posiciones. Cierto, las Águilas se acurrucan en las repisas de la Liguilla, pero ya Morelia le eriza las plumas.

Tiene a su favor El Piojo, que ningún jugador lo defrauda. Acaso, alguno, es rebasado por condiciones individuales, como Giovani dos Santos sin oxígeno o Paul Aguilar distraído revisando folletos de posibles centros de retiro, y el agregado de que Ochoa concedió dos tiros de esquina innecesarios.

Pero, como ya alguna vez se dijo, aún así, el América planea esperanzadoramente, aunque Benedetti sigue extraviado, y Bruno Valdez abandonó este sábado, cojeando, la cancha del Estadio Azteca.

Viñas deja en claro que sabe del oficio mixto del área, desde ser chambelán del eje de ataque, como él mismo colocarse en posición de gol. Ese instinto innato de ubicación en las áreas, es su gran virtud. Tiene GPS de caza de guerra.

El 2-2, más allá de la timorata insinuación del empate, no pondera que en realidad el juego pasó por momentos electrizantes, de buen futbol, de jugadores poseídos por vocación de victoria.

Y espectáculo hubo, más allá de si el árbitro Luis Enrique Santander, perdonó un par de rojas a Querétaro e incluso un penal sobre Guido Rodríguez. Pero, ya se sabe, árbitros y VAR son mimos de su propio ridículo.