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Les ofrecieron un #CampeonísimoChivas, pero les dan un #RidiculísimoChivas

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Actitud de Oribe Peralta divide opiniones en Fútbol Picante (1:42)

En redes sociales circuló una imagen del delantero de las Chivas sonriendo y saludando a sus rivales y ex compañeros. (1:42)

LOS ÁNGELES -- La estampa ha desatado controversia. Para algunos representa cinismo, desfachatez o traición. Para otros, la inocua, inofensiva y entendible camaradería entre colegas de oficio. Sí, hablamos de la escena, post partido, en la que conviven, entre carcajadas, jugadores de Chivas y América.

El juego tenía su veredicto. 1-0 para América habiendo humillado a unas Chivas (en la cancha, no en el marcador), que reitero, se estigmatizaron como la versión #NiñosCaguengues2.0.

Polariza la escena Oribe Peralta, quien controla la cháchara, algo que hace años no hace en la cancha. El mismo Oribe suscita un momento festivo, algo que hace años no hace en la cancha. Y el mismísimo Peralta cataliza la atención y el liderazgo, algo que hace años tampoco hace en la cancha ni en el vestidor.

Recuérdese que, confesado por el mismo #Pelagatos2.0 (conocido en los albañales del futbol como José Luis Higuera), Oribe Peralta llegó a Chivas como una ocurrencia, como un disparate de sobremesa, más que como un proyecto. Imagínese, los refuerzos del Guadalajara salieron en el papelito del vientre de una galletita china.

¡Vaya dramática ingeniería deportiva rojiblanca! Me imagino así, como cuando un truncado aspirante a cineasta, decide entre una película de Buñuel y otra de Chatanuga, y elige Los Albañiles 3, y con censura. Si Usted cree que aludo a Amaury Vergara, tiene usted una mente tan sucia y tan perversa, que merece ver las cinco películas de Los Albañiles en una sola tarde.

Claro --ni se le ocurra pensarlo--, nada tuvieron que ver en la llegada de Oribe Peralta a Chivas, esos extrañísimos y estrechísimos lazos entre su promotor Salvador Necoechea y el citado #Pelagatos2.0, como le bautizó Ricardo Peláez. Recuerde Usted que por lo menos siete operaciones de venta y compra de jugadores, entre Necoechea e Higuera, se efectuaron a costa de la salud financiera y deportiva del Guadalajara.

Pero, regresemos a la escena del sábado por la noche. ¿Hicieron mal los jugadores? El derecho a relacionarse con iguales (aunque la Tabla de Posiciones diga lo contrario), es indiscutible. Preguntarse si habría existido esa camaradería por parte de los americanistas, si el resultado hubiera sido a la inversa, es una ociosidad enfermiza.

¿Cuántos americanistas reales había en esa reunión del sábado en la cancha del Estadio Azteca? Todos. ¿Cuántos jugadores de Chivas ge-nui-nos había en esa reunión? Estrictamente, ninguno. Y sí, llama la atención que Oribe tiene más ascendencia y afecto en el vestidor del América, que en el del Guadalajara.

El salario te compra el sudor, pero no necesariamente el corazón. Y, en estas Chivas versión #NiñosCaguengues2.0, hay quienes maquilan su sudor, pero no ofrendan su pasión. Son una especie de mercenarios vestidos de divinizadas odaliscas.

La afición rojiblanca está herida. Y es entendible. Debió molestarle, por ejemplo, que Oribe Peralta mostrara más afinidad, más ascendencia, más afecto en el vestidor americanista que el que se percibe en el del Guadalajara. Pero, júrelo, al menos una vez al mes, el ex goleador notable, héroe olímpico en Londres, al consultar su saldo bancario, debe sentirse un genuino #ChivaHermano.

Además, hay espacio para ese calvario entre los tristemente llamados #ChillaHermanos, cuando les ofrecieron unas Chivas Galácticas, capaces de arrasar la Liga MX y poner de rodillas al América. Les hicieron creer que su constelación de estrellas haría gemir de dolor al Canal de las Estrellas. Hoy, la realidad, es que los llamados a ser estrellas de El Rebaño, terminaron estrellados en el estrellato patético de las redes sociales, con vodka en mano, zapateando y desafinando arrítmicamente bajo los acordes de una banda desbandada, o siendo bateados por vedettitas, como donjuanes castrados.

Sí, a los aficionados de Chivas les embaucaron y ofuscaron con el nacimiento de un nuevo #CampeonísimoGuadalajara, y en realidad le entregan un #RidiculísimoGuadalajara.

Si estos jugadores, estos de la versión #NiñosCaguengues2.0, tuvieran al menos un cromosoma de aquellos campeonísimos, tendrían más dignidad en la cancha y seguramente habrían abandonado cabizbajos el Estadio Azteca, en lugar de quedarse a parlotear, en un síntoma de ninguneo y desprecio a la historia de su equipo y de este Clásico Nacional.

Como seres humanos, no hay nada que reprocharles a Oribe Peralta ni a sus consortes futboleros. A un amigo no se le niega, ni en la derrota, y menos en una cancha de futbol. Y menos aún con el balón quieto.

Como deportistas, no hay que reprocharles a los americanistas por manifestar respeto a un goleador histórico como Oribe Peralta, y un poco de humana compasión y lástima al resto de sus víctimas.

Alguna vez, Carlos Reinoso, quien entiende la cronología y la estirpe completas de un Clásico Nacional, como americanista genuino y antichiva recalcitrante, dijo que en su época de entrenador había advertido a sus jugadores, porque así lo habían hecho con él, que intercambiar una camiseta con alguien del Guadalajara, sería reprendido con multa y suspensión de partidos.

Ojo: nadie pide que terminen a golpes ni con las camisetas hechas jirones ensangrentados, si no hay motivos para ello. Hasta los carnívoros respetan alguna vez la dieta de la Cuaresma.

Pero, a manera de reflexión, si como ocurrió este sábado, los jugadores han sido indignos de su camiseta en la cancha y si han sido indignos como adversarios, son también indignos de confraternizar con sus verdugos, y eso deben entenderlo, especialmente, esta generación perdida de Chivas, estos #NiñosCaguengues2.0.