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¿Chao Chivas? ¿América vs. Cruz Azul es el nuevo Clásico Nacional?

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Por el récord de puntos (4:35)

Como equipos grandes, América y Cruz Azul están en la obligación de luchar por el título de liga y de Concacaf, y esta semana será una final adelantada cuando se enfrenten en la J15. (4:35)

LOS ÁNGELES -- Apasionado del futbol y de la narración, justificaba maravillosamente bordar y bordear los dinteles de la histeria en el relato. En ese paroxismo, Gerardo Peña, un día, el 24 de mayo de 1980, perpetró el pecado idiomático: “El Clásico Joven”. Un oxímoron involuntario. Lo clásico no puede ser joven y lo joven no puede ser clásico.

Pero, la maravillosa osadía pasional, espontánea, de Gerardo Peña convirtió, irónicamente, en un clásico eso del “Clásico Joven”.

Desde esta trinchera, con menos visitantes que una iglesia en tiempos de pandemia, hemos levantado barricadas para defender que el clásico genuino es el Clásico Nacional, América contra Guadalajara.

Los millones de personas y de dólares que impacta un Clásico entre Águilas y Chivas; la alcurnia de grandes jugadores, grandes épocas y grandes equipos; la forma en que incita y atrae a aficionados de otros clubes esa rivalidad, además de que era respaldada en la cancha por manifestaciones extremas de buen futbol, de garra y de testosterona.

Tiempos corren, sin embargo, en que se ha visto más rabia, más drama, más resentimiento, más ímpetu, más gónadas en los enfrentamientos entre América y Cruz Azul, incluyendo dos finales de la Liga Mx en el más reciente decenio, y cuatro a lo largo de la historia.

¿Amenaza esta rivalidad entre Cruz Azul y América, la rancia, intensa, histórica, rivalidad con Chivas, habida cuenta la miseria competitiva en que ha caído el Rebaño? ¿Chao Chivas? ¿Bienvenido el nuevo Clásico Nacional? O, con las licencias de Gerardo Peña, el Clásico Nacional Joven.

Es cierto, aunque es numerosa la fanaticada celeste, está muy lejos de competir con la demografía futbolística que representa el Guadalajara, y no sólo en el territorio mexicano, sino además, implacablemente, en territorio estadounidense, donde, por supuesto, ese sentimiento de nostalgia y de pertenencia, orilla a plegarse al “único equipo de los mexicanos”, como alguna vez lo llamó Jorge Vergara.

Sin embargo, más allá de esa etapa de recolección de cinco títulos por parte de Matías Almeyda, aunque sólo una Liga, ha menguado la consistencia competitiva del Guadalajara, especialmente en los últimos años, con apenas una Liguilla, en la que, ciertamente, a base de chicotazos de Cristian Calderón, terminó humillando a El Nido de Coapa, apenas en diciembre pasado, en la fase de Semifinales.

Entre América y Cruz Azul ha tenido lugar la Final más trepidante en la historia del futbol mexicano. Sí, ya sabe Usted, la de ese 26 de mayo de 2013, cuando con diez hombres por parte de las Águilas, la figura icónica de Moisés Muñoz rematando de cabeza al 93’, envió el desenlace hasta la serie de penaltis.

En medio de ese dramatismo, terminó superando incluso aquella final en la que las Águilas golean 3-1 al Guadalajara en el desenlace del torneo 1983-1984, justo un año después de que Chivas había eliminado en Semifinales a El Nido, teniendo como corolario la que tal vez es la más dantesca batalla campal en la historia del futbol mexicano, con varios detenidos enviados por la Delegación de Coyoacán, y 16 jugadores suspendidos, lo que obliga al Rebaño a jugar la Final y perderla, totalmente diezmado, ante Puebla.

En los más recientes clásicos en la fase regular de los torneos, Chivas ha sido una rotunda decepción. Sus entrenadores y sus jugadores han avergonzado los antecedentes de esta rivalidad. Pusilánimes, timoratos, enclenques de espíritu, los rojiblancos, en todas sus plataformas, incluyendo la directiva, han tenido la misma intensidad de un huevo tibio... y sin el huevo.

Sin embargo, detrás de los enfrentamientos entre el Rebaño y El Nido aparecen una serie de connotaciones poderosas, desde el aspecto socioeconómico hasta un abanderamiento, exagerado en este caso, pero válido, de nacionalismo, sin dejar de lado el papel fundamental de la televisora que es la ubre que amamanta el americanismo.

Este sábado, al medirse América y Cruz Azul, con el liderato en juego, con sus mejores armas, pueden empezar a sembrar una semilla más poderosa en el campo fértil de esa rivalidad, ante la flaqueza hormonal y espiritual que ha evidenciado el Guadalajara en sus reyertas con El Nido.

Y entonces, sin perder el apetito por ese término clásico de “Clásico Joven”, podría perder de repente el apellido, y treparse a esa zona belicosa y extasiante de ser un Clásico, el Clásico.