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México, mucho que transpira, poco que inspira: 1-1 con Canadá

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Hugo: 'Canadá vino a faltarle al respeto a la Selección Mexicana' (1:44)

Las tajantes declaraciones de Hugo Sánchez luego del empate del Tri ante los canadienses en la cancha del Azteca. (1:44)

LOS ÁNGELES -- Empuja, arrastra, resopla, presiona, encima. Pero todo es músculo, todo es inercia, todo es fuerza bruta, Hay poco talento (como en el 1-0 de Jorge Sánchez), poca idea, poco seso, poca fórmula estratégica. Por eso, México rescata, entre abucheos, un resultado que aritméticamente enriquece, pero futbolísticamente emplaza a dudas y deudas.

1-1 con Canadá. Un empate, en casa, que apesta a ese inconfundible tufo de fracaso, especialmente porque la Trinca de Ensueño (Tecatito Corona, Raúl Jiménez e Hirving Lozano), sigue siendo un mito, una fantasía calenturienta de algunos despistados.

Un Tricolor de mucha transpiración y de poca inspiración. El pizarrón de Gerardo Martino sigue en blanco. Sólo un momento de su presunta dinámica vertical, en ese 1-0, aprovechando la bobalicona marca de Canadá. De ahí, en fuera, la selección juega a impulsos, como pataleos epilépticos.

México comparte el liderato del Octagonal Final de la Concacaf, con ocho puntos, que había usurpado brevemente Estados Unidos (2-0 a Jamaica), pero eso no sofocó ni los silbidos, ni los abucheos, ni la aparición pulverizada en pequeños grupos de #ElGrito que enerva a FIFA y a Concacaf. Cierto, técnicamente, EE.UU., por goleo, tiene el mando.

¿Canadá? Hizo lo suyo y lo hizo bien. Cierto: le perdonaron un penalti y una tarjeta roja, pero exigió dos veces a que los músculos experimentados de Guillermo Ochoa rescataran al Tri.

Por otro lado, los dos goles del primer tiempo son un diagnóstico impecable de la selección mexicana. La describen de cuerpo entero. Inequívocamente.

México toma ventaja bajo el disfrute de Gerardo Martino. Velocidad, movilidad, claridad y, claro, contundencia. Fue una golondrina sin verano. De no ser por la solvencia en la ejecución, entraría en la clasificación de chiripazo.

El rompimiento desde el fondo de César Montes a la órbita de Jesús Gallardo; la entrega a Chucky Lozano, quien con la figura descompuesta, recompone al arribo ciclónico del tan cuestionado Jorge Sánchez, quien con una pulcritud asombrosa, controla y define de pierna izquierda. 1-0, al ’21.

La respuesta de Canadá ocurre dentro del mismo mapa de intenciones de todo el primer tiempo. Sólo que, esta vez, los mediocampistas se replegaron hasta amontonarse con sus defensas. Alphonso Davies tuvo tiempo para elegir, y encontró la irrupción de Jonathan Osorio en el área, quien no perdona y crucifica a Ochoa.

Sí, una selección mexicana que sólo por unos instantes se sentía cómoda y descarada yendo al frente, pero también con numerosos problemas en el fondo, víctima de una descoordinación en las coberturas y en las anticipaciones, sin que la experiencia de Andrés Guardado y Héctor Herrera ayudaran en la trompicada labor de Edson Álvarez con los jugadores del fondo.

Y claro, el sinsabor que le provoca migrañas a la FMF y a Yon de Luisa. El enclaustrado se fugó de las gargantas y del sentido común de la afición mexicana. #El Grito regurgitó en la tribuna al minuto 56, obligando al árbitro salvadoreño Ismael Cornejo a detener el partido y citar a los jugadores en el centro de la cancha. El silbante invoca el primer paso del protocolo.

Con ese instante, basta para que la FIFA pueda abrir un nuevo expediente. Dependerá de la habilidad de Yon de Luisa ante el comisario del juego.

Con la tribuna nerviosa, con su equipo sin recuperar el orden en el juego, aunque tenga la pelota y el espacio, Gerardo Martino busca esos extraviadísimos mecanismos de velocidad y sorpresa. El Tata comisiona al 71’ a Uriel Antuna por el inconsistente Tecatito Corona, mientras Charly Rodríguez suple a un exhausto Andrés Guardado, incapaz ya de marcar una referencia de apoyo de segunda línea.

Poco ayudan los cambios. La explosividad de Uriel Antuna, ésa ante los púberes del Preolímpico, o los artríticos de los partidos amistosos, en partidos de adultos, desaparece en todos sentidos.

México cerró aún más precipitado, embistiendo por inercia, sólo porque no había más qué hacer con la pelota, que arrastrarla a puro instinto hacia el frente. Confirmado, el equipo juega con más intenciones que sabiduría.

El primer técnico que goza de tres giras por Europa, Gerardo Martino, no logar plasmar una idea identificable para jugar al futbol, si es que la hay con claridad, dentro de la selección mexicana.

Ahora, México recibirá a Honduras, urgida de recuperar escalones en el Octagonal Final, y luego viajar a encerrarse en el Cuscatlán con El Salvador.