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Los guantes sólo se manchan de sangre

Doce rounds después, desperté en Las Vegas con la misma pregunta con la que me fui a dormir horas antes: ¿Fue realmente un robo? Para el boxeo el término robo suele ser un lugar común, pero esta vez, aplicarlo, sería faltarle el respeto a dos grandes gladiadores como Pacquiao y Márquez. Yo vi una pelea más cerrada y creo que si los jueces le hubiesen concedido el triunfo al mexicano nada habría pasado...

LAS VEGAS -- Estaba equivocado. Dije que sólo una noche perfecta le daría a Juan Manuel Márquez la oportunidad de ganarle a Manny Pacquiao. Márquez tuvo esa "noche perfecta" y no ganó.

Entiendo y reconozco el enojo y hasta el sentimiento de ira que tienen los aficionados mexicanos en este momento. Es entendible, luego de 12 rounds, de vibrar y soñar con que su boxeador finalmente daría el paso que tanto ha perseguido en la última época.

He recibido cualquier cantidad de críticas y de insultos desde el momento mismo en que terminó la pelea y dije que aunque cerrada, controvertida, irreal, discutida, la decisión de la pelea no me parecía ni merecía el calificativo de un "robo". Entiendo perfectamente qué significa ser robado dentro del boxeo. El "robo" es un ente agregado a este deporte, una manera de decir y subrayar que los intereses están inmersos en el boxeo y que son parte de él al momento de decidir a un ganador y a un perdedor.

Pero por más que existan y prevalezcan esos intereses no deben afectar lo que ocurre dentro del ring. Pacquiao y Márquez deben permanecer al margen, aislados, porque durante 36 minutos y más nos brindaron una batalla llena de capacidad técnica, de destreza física y de emociones. Si declaramos que el combate fue un "robo" podríamos estar manchando la imagen y el trabajo de ambos boxeadores sobre el ring.

Yo vi una pelea muy cerrada. Me pareció un empate 114-114 (misma impresión que tuvo el experto norteamericano Dan Rafael).

Si el triunfo le hubiese correspondido a Márquez, no habría pasado nada.

También estaría bien. El boxeo es un deporte de apreciación que se permite esas "lagunas" de incertidumbre, donde al final del día, otros tres seres humanos son los que determinan quien gana cada uno de los episodios.

El problema radica, principalmente, en el tipo de intereses que hay detrás de esos jueces, dentro de la Comisión de Nevada, en el organismo boxístico, en el casino, en la televisora, en el promotor, en el pago por evento, en las casas de apuesta y demás. Sí, está claro, que a todos los intereses les convenía un triunfo de Pacquiao, pero no "manchen" el ring, no "manchen" la pelea, no "manchen" a Pacquiao y no "manchen" a Márquez. Ellos dan los golpes, los reciben, los aguantan y ambos merecen un aplauso a su valentía y entrega la noche del MGM Grand.

Volviendo a la pelea, me quedan claras algunas cosas: Pacquiao aterrizó más golpes de poder, pero Márquez pegó los mejores golpes de poder. Pacquiao fue hacia el frente siempre (jamás especuló), pero Márquez impuso su estilo en el contragolpe. Pacquiao metió más jabs, pero Márquez ejecutó las mejores combinaciones. Pacquiao tuvo rounds de calidad, pero Márquez fue mejor en el balance final. Pacquiao jamás estuvo en peligro de nocaut, pero Márquez tampoco. Si algo debo recriminarle a Márquez es que no haya cerrado la pelea (los últimos tres rounds) con la vehemencia requerida., Cuando tienes a un campeón, a un histórico como Pacquiao descontrolado y al mismo tiempo controlado, debes tirarte con todo para completar la obra.

Esta madrugada, con el propio Manny Pacquiao sentado en el set de Golpe a Golpe de ESPN, noté que su mirada, su forma de expresarse y sus modales eran distintos. Él, que es uno de los boxeadores más inteligentes que he visto, sabe bien que no tuvo la mejor de sus noches, pero él es Manny Pacquiao y un "grande" como Pacquiao puede darse esa clase de lujos, de no tener una noche redonda, y aun así, regresar triunfante al camerino.

"La gente quiere que todas las noches sean avasalladoras", me dijo Pacquiao. "Y no, no se puede".

Mi reconocimiento para Juan Manuel y para su manager Ignacio Beristain. Gran boxeador, humilde, trabajador, decente, inteligente, un boxeador como el que siempre soñó tener el pugilismo mexicano y que sin duda, tras la noche del sábado, respira entre lo de una clase muy especial como Chávez, Mantequilla, Olivares, Zarate, Morales, Barrera y Sal Sanchez. Márquez tiene todo el derecho de sentirse molesto, abatido, ultrajado. Él hizo lo que tenía que hacer para ganar.

El boxeo es así. Es un deporte ingrato por donde se le vea. Podemos caer en la polémica, estar de acuerdo o no, pero lo que no podemos hacer es faltarle el respeto a los boxeadores, a Pacquiao, a Márquez. Ellos no fueron parte de un "robo". Ellos brindaron una rica y emocionante pelea que al final tuvo espacio para la deliberación y la controversia.

Recuerden: "Los guantes sólo se manchan de sangre".