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Difícil olvidarlo, más difícil igualarlo

El estadio que Rafa construyó ESPNdeportes.com

MÉXICO -- Sobre la cabecera que da a la Avenida Reforma, dominando la escena del rectángulo de arcilla, la inscripción se hace inevitable a la vista de quien pisa el court central del Centro Deportivo
Chapultepec. "Estadio Rafael Osuna, Junio de 1969", se lee. Y en nombre y fecha queda condensada la
mayor gloria y la máxima tragedia que el tenis local haya vivido en más de cien años de historia.

¿Sabrán los jóvenes que compiten en el 1er Abierto Juvenil Mexicano quién fue Rafael "Pelón" Osuna?
¿Comprenderán lo grande que ha sido? ¿Tendrán noción de que él, junto a otras glorias de todos los
tiempos del tenis, han pisado este mismo clay en el que ellos juegan?

Pues para ellos, y para los que estén interesados, aquí está la historia del más grande tenista que México
haya dado. Y su simbiosis con el Deportivo Chapultepec, la Catedral del Tenis. O el estadio que Osuna
dominó.

En apenas 30 años de vida, Rafael Osuna reescribió la historia del tenis mexicano. Nacido en Ciudad de
México el 15 de septiembre de 1938, Osuna se destacó temprano en los deportes. Casualidad: como
había ocurrido con el enorme Fred Perry en los '20, Rafael primero fue un precoz fenómeno del tenis
de mesa. También se destacó jugando al básquetbol. Pero empuñando una raqueta, fue un maestro de
todos los tiempos.

Alcanzó la gloria cuando en 1963 conquistó el torneo que hoy conocemos como US Open, y que antes
se llamaba US National Championships. Un año antes, en 1962, lo había ganado en la competencia de
dobles. Y también se consagró campeón de Wimbledon por parejas, en 1960 y 1963.

"Como jugador era bastante bueno. Era una persona de temperamento caliente, muy atractivo para
ver, y todo el mundo se ponía muy excitado con sus partidos", recuerda Antonio Palafox, su inseparable
compañero de dobles, con quien Osuna alcanzó la gloria tanto en Forest Hills como en el All England
(en la segunda ocasión). "Cuando ganamos Wimbledon y el US Open a principios de los '60, fuimos los
número uno del mundo. Porque además habíamos llegado a otras dos finales del Open (1961 y 1962).
Éramos muy rápidos en la cancha, y nos podíamos combinar en la red y en el fondo. Teníamos un juego
de toque, cambiábamos la velocidad de la pelota en cualquier momento. Ése era nuestro estilo".

Sobre el court, Osuna era espectacular. "Era un jugador de una versatilidad enorme, una red tremenda.

Se movía como el mejor jugador que yo recuerde. Un privilegiado", recuerda hoy Francisco Contreras,
ex compañero y capitán de Rafael en el equipo mexicano de Copa Davis. "No tenía un saque como los de
ahora, pero tenía el topspin, se subía a la red y alcanzaba todas las pelotas. Era un jugador con mucha
confianza en sí mismo. Se ponía una toalla en la cabeza y me preguntaba: '¿Con quién juego, maestro?'
Con Laver, le respondía yo. 'Ese güey no me gana', decía él".

Justamente en Copa Davis el Pelón Osuna forjó la leyenda que hoy sobrevive en la inscripción y las
placas conmemorativas del Estadio del CD Chapultepec. En el mismo escenario donde llegaron a jugar
Bill Tilden, Don Budge, Jack Crawford, Roy Emerson y el mismo Laver, entre otros, Osuna fue un gigante.
En agosto de 1962, junto a su partner Palafox, el Pelón guió a México a su primer triunfo en la Davis
contra los Estados Unidos. Su salto sobre la red (ver foto) es uno de los momentos imborrables en la
historia del tenis mexicano.

"Aquella fue la victoria más importante", rememora Contreras. "Después de 23 veces consecutivas
de perder con ellos, ganarle a Dennis Ralston y Chuck McKinley fue grandioso. Allí nos crecimos. Nos
dijimos: 'ya ven como sí se puede'". Luego de aquella victoria, Osuna y Palafox volvieron a darle el
triunfo a México ante Yugoslavia y Suecia, en el Chapultepec. Derrotaron a India 5-0 en Madras (con
una inolvidable victoria del Pelón ante Ramanathan Krishnan). Y alcanzaron la final, que perdieron ante
Australia en Brisbane.

"Cuando jugaba singles, Rafael se iba a la red constantemente. No era alto, medía un metro setenta,
pero tenía un toque muy bueno. Aprovechaba la fuerza del rival para manejar los tiros", cuenta Palafox,
ex entrenador de John McEnroe y radicado desde hace años en los Estados Unidos. "Recuerdo que un
año después de la final de la Copa Davis, cuando Osuna ganó el US Open, yo le dije cómo jugar contra su
rival en la final. Yo lo conocía de Texas, de la universidad. 'Si viene a la red, tírale globos, porque es muy
malo con el smash', le decía".

Fue en 1969 cuando Rafael Osuna escribió, sobre la arcilla del Deportivo Chapultepec, su última página
gloriosa. El 25 de mayo, el Pelón derrotó a Bill Bowrey en el último punto de la serie ante Australia, y le
dio a México su primera victoria ante los de Oceanía en la historia de la Davis. Osuna, cual torero, fue
llevado en hombros (ver foto). Diez días después, el 4 de junio, Rafael moriría en un accidente aéreo
cerca de Monterrey.

"Me enteré de su muerte jugando un torneo en New York. Antes de un partido se acercó alguien y me
dijo: '¿Ya supiste lo que le pasó a tu compañero? Secuestraron su avión para Cuba'. Cuando terminé
el partido, me puse a escuchar la radio. Y luego llamé por teléfono al presidente de la Philipp Morris,
porque Rafa trabajaba con ellos. Allí me dijeron que el avión se había estrellado", recuerda Palafox.

"Un gran tenis, un gran hombre. Una desgracia que lo hayamos perdido tan joven. Hubiera sido maestro
de muchos", reflexiona Contreras.

Apenas días después, la inscripción "Estadio Rafael Osuna, Junio de 1969", fue colocada en la cabecera
del court central del Centro Deportivo Chapultepec. Allí permanece, para que hoy la puedan ver los
chicos que disputan el Abierto Juvenil Mexicano. Y allí se quedará, para que el recuerdo del Pelón nunca
se apague.