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Wimbledon descubre el Método Giorgi

¿Puede una tenista de elite ser entrenada por alguien que no ha practicado este deporte?

¿Tiene posibilidad de brillar de la mano de un coach sin los conocimientos tradicionales?

¿Es capaz de alcanzar el éxito por los senderos que el resto escoge evitar?

Allí están Camila Giorgi y su padre Sergio, intentándolo. Y viendo luz al final del camino.

Camila es una de las revelaciones de este Wimbledon 2012. La italiana, hija de argentinos, arribó hasta la 3ra ronda de The Championships luego de superar 3 ruedas de clasificación. Este viernes la número 145 del WTA Tour enfrentará a la rusa Nadia Petrova, por un lugar en 8vos de final. Si gana, los Giorgi seguirán confirmando que su método funciona. Aunque nadie crea en él.

"Yo siempre leo en todos lados, y escucho que todos comentan, que Camila no llegará lejos porque su padre no sabe nada", explica Sergio, quien nunca ha jugado competitivamente al tenis pero es el coach de su hija. "Todo el mundo me critica por no haber tenido experiencia como tenista. Es culpa del padre, que esto, que lo otro. Pero esa no es la realidad".

La realidad es que Camila tiene 15 años con una raqueta en sus manos, y ha trabajado con decenas de entrenadores. Sin embargo, ella prefiere estar a las órdenes de su papá. "Yo busqué muchos coaches y hablé también mucho con ella. Pero Camila dice que no va a cambiar", explica Sergio. "A la gente común eso no le gusta, porque va en contra de lo tradicional. Y yo soy una persona con ideas diferentes".

La actuación de Camila en Wimbledon hizo que la historia de los Giorgi, contada en noviembre de 2010 en ESPNDeportes.com, se hiciera más conocida. Sergio combatió en la Guerra de las Islas Malvinas. Las fotos que le envían sus ex compañeros de la X Brigada Mecanizada Teniente General Nicolás Levalle, decoran su página de Facebook. Sin embargo, sus recuerdos de la guerra no se amontonan. "Yo veo que muchos chicos se quedaron en ese tiempo. Para mí fue apenas un periodo de mi vida. No lo tomé como un drama. Mis hijos a veces me preguntan cómo era la guerra, pero no es algo en lo que yo piense", explica él, en un alto de su regreso al departamento rentado en Roehampton, donde se alojan durante el torneo.

Camila nació en Italia, tierra a la que sus padres decidieron emigrar en los '80. Ella representa a su país de nacimiento en los torneos. Sin embargo, no recibe actualmente ningún apoyo de la Federación Italiana. Ni de ningún sponsor. Ni de alguna empresa de representación. Su carrera se costea gracias al bolsillo familiar, porque esa es la decisión a que ellos han llegado: No firmar ningún contrato que no le garantice a Camila lo que consideran como justa recompensa. Así fue siempre, y así sigue siendo ahora.

"Yo soy muy extremista. Quiero todo o nada. No me gusta el medio", afirma Sergio. "Entonces, seguimos en la misma línea que hace años: tengo que evaluar bien cuáles son las ventajas para Camila. Si cuando ella estaba 500 del mundo no firmamos con nadie, ahora que estamos 100 no nos vamos a apurar.".

Si antes el hecho de que Giorgi padre fuera el coach de su hija ahuyentaba a los tiburones del tenis, hoy eso está cambiando. Luego de esta actuación en Wimbledon, Camila acariciará el top-100 por primera vez en su carrera (fue 129 en abril pasado). Eso le asegurará entrar directo a cuadros principales de Grand Slams y torneos WTA. A los 20 años, su carrera comienza a despuntar. Y su tenis agresivo, golpeando la pelota casi de sobre pique, junto a su belleza, son una carnada atractiva para los dueños del negocio.

"Hay una empresa que nos está siguiendo desde Roland Garros. La semana pasada nos enviaron un contrato. Yo les expliqué que había varios puntos que no funcionaban, y al día siguiente me reenviaron el documento con los cambios. Aquí en Wimbledon nos invitan a cenas en una casa que tienen en Londres. En estos momentos la balanza se acerca más a lo que queremos. Hay más libertad, más respeto. Estoy tratando de ver qué conviene", dice Giorgi, alérgico a los tentáculos de las agencias de representación.

En el court, mientras tanto, Camila comienza a despuntar entre las mejores. Y trata de superar los golpes de la vida: la muerte de su hermana Antonela, a principios del 2011, la sumergió en un bajón emocional que casi la aleja del tenis. Este año volvió a sentirlo, especialmente cuando llegó a París, el sitio donde Antonela perdió la vida en un accidente automovilístico. Su juego sufrió en la qualy de Roland Garros (cayó en 3ra ronda). Y los Giorgi estuvieron a punto de tomarse un avión y regresar a Miami, su actual lugar de residencia, dejando de lado Wimbledon.

Pero la vida también tiene esas vueltas. Y ahora ellos sueñan con alcanzar por primera vez la segunda semana de un Grand Slam.

"Yo entreno a Camila en base a su juego. Ella requiere de mucha coordinación, desplazamientos, velocidad. Por el tenis que tiene, no necesita un montón de táctica. No miro lo que hacen los demás. No miro partidos. Lo más valioso es nuestro entendimiento", dice Sergio. Giorgi hija le ha sumado a ello una creciente experiencia, que la ha fortalecido mentalmente. En Wimbledon ha hilvanado 5 triunfos consecutivos, sin perder sets. Y ahora enfrenta a Petrova (ex 3 del mundo en 2006), a quien venció este año en la 1ra ronda de Memphis.

A los partidos de Giorgi asisten periodistas italianos, argentinos, representantes de la Federación Italiana (FIT), agentes. Muchos de ellos esperan decisiones. "La FIT me mandó contratos el año pasado y este año. No los firmé. Quieren asegurarse de que ella juegue Fed Cup para el país", explica Sergio. De parte de la Asociación Argentina de Tenis, no ha habido contactos. El año pasado Camila le dijo a ESPNDeportes.com que le gustaría representar al país de sus padres, pero su progenitor es pesimista: "De ellos nunca escuché nada, entonces creo que es difícil que la llamen". Las firmas de representación, mientras, seducen y aguardan.

"Lo que Camila ha hecho hasta ahora en Wimbledon no me sorprende. Es solo cuestión de tiempo", dice Sergio, mientras va en busca de su hija para la cena en la noche londinense. "Y la repercusión que genera, tampoco influye. Si a ella le sigue yendo bien, va a seguir apareciendo en los medios. Si pierde, se acaba. Hay otras cosas en la vida, en cambio, que no se van jamás. No las superás. Debés vivir con ellas. El dolor para nosotros vuelve todos los días".