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Una caminata por Brasilia

La construcción más reconocida de Brasilia: la Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida Getty Images

BRASILIA (Enviado especial) -- Brasilia no es una ciudad más. No hay que ser demasiado observador para darse cuenta de las grandes diferencias entre cualquier sitio que hayamos visitado y la capital de Brasil. Sus calles, sus edificios, sus espacios verdes, todo es muy particular, tiene una identidad propia que poco tiene que ver con una ciudad tradicional.

El periplo mundialista nos trajo al Distrito Federal, donde la Selección Colombia jugará su segundo partido frente a Costa de Marfil. Uno conoce la historia de la fundación de Brasilia, pero visitar esta metrópolis es como meterse en una especie de libro de George Orwell o de Aldous Huxley. Fue diseñada para ser la capital del futuro en una época en la que se pensaba el futuro como la ciencia ficción.

Brasilia no nació como cualquier pueblo. Tuvo una fundación "artificial". En 1956 se logró llevar a cabo un proyecto intentado varias veces en Brasil: el de trasladar la capital legislativa, ejecutiva y judicial al interior del país. El presidente socialista Juscelino Kubitschek decretó el comienzo de la construcción ese mismo año y fue inaugurada el 21 de abril de 1960.

Lúcio Costa fue el principal urbanista y Oscar Niemeyer el principal arquitecto. Entre ambos pensaron una ciudad cómoda, moderna y sin diferenciación de clases sociales. Este proyecto utópico fue cumplido de forma parcial, porque la población planificada era de 500.000 habitantes en total y hoy hay más de dos millones entre el centro urbano original y el área metropolitana.

Apenas llegué me dirigí al Estadio Mané Garrincha, como cada vez que arribo a un destino nuevo: el estadio es la primer visita. Es un campo de juego muy bonito en su parte exterior, con decenas de columnas que le dan una identidad particular, como para estar en sintonía con el resto de la ciudad. Adentro, es mucho más "vertical" que otros estadios y la disposición de las tribunas altas recuerdan al menos un poco a la Bombonera.

El estadio se encuentra en la avenida "Eixo Monumental", que significa eje monumental. No es sino la calle principal de Brasilia, la que recorre todo el Distrito Federal de norte a sur. Cuando uno deja la cancha y sale a la calle lo primero que ve es espacio libre. Mucho espacio libre. Entre el carril de ida y el de vuelta hay aproximadamente quinientos metros de césped y eso le da un aspecto de libertad espectacular.

Al caminar en dirección al centro, lo primero que se ve es la Torre de televisión. Es una antena de 224 metros que se ve imponente desde cualquier ángulo de la ciudad. Desde allí emiten muchas de las más importantes señales audiovisuales de la nación. Por otro lado, es uno de los pocos edificios importantes que no fue obra de Niemeyer.

En la continuidad en la caminata aparecen la plaza de las fuentes a la derecha y el distrito hotelero a la derecha. Así está organizado este pueblo: cada rubro comercial tiene su lugar y así se mantiene la organización. Un poco más adelante se encuentra la estación principal, que es el punto de entrada a la capital. La misma etá justo arriba del Eje monumental, en una especie de puente.

Luego, aparece la construcción más reconocida de Brasilia: la Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida. Está construida con una estructura hiperboloide y tiene un impresionante techo de vidrio. Fue diseñada y construida por Niemeyer y en su interior uno olvida al menos por un rato a las tradicionales iglesias. Estar en la Catedral es una verdaera injusticia. A su lado está el Complejo Cultural de la República.

Seguimos la caminata y allí a lo lejos se ve la Plaza de los Tres Poderes. Su nombre lo indica: es el hogar del poder legislativo, el judicial y el ejecutivo. En un mapa o incluso aquí mismo las distancias parecen cortas, pero en realidad son muy largas. Esa percepción tiene que ver con la grandeza de los espacios libres y el ancho de las carreteras.

La Plaza de los tres poderes fue pensada como un lugar donde las tres instancias de la República se unieran de forma pacífica y armónica. El Palacio de Planalto, el Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal y el Palacio de la Alborada (la casa del presidente) confluyen en un mismo espacio físico que puede verse desde varios kilómetros a la redonda. El Congreso es el edificio más fácil de reconocer, porque son dos columnas al final de la Avenida.

En definitiva, una visita a Brasilia es toda una experiencia. Uno puede sentirse cómodo por estar en una ciudad bien organzada, que no sufre las dificultades a las que estamos acostumbrados, y a la vez puede sentir una extrañeza por esta capital fundada de manera artificial y que parece muy fría. Aunque esa gelidez desaparece cuando uno se encuentra con colombianos ansiosos por ver a la Tricolor en la cancha.