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Sospechas de PED's nublan la agencia libre

Nelson Cruz lideró todo el béisbol en HR, pero su suspensión por PED causa preocupación. Leon Halip/Getty Images

Hace más de una década, los gerentes discutían sobre el negocio turbio de invertir en jugadores quizás habían o quizás no habían utilizado sustancias para mejorar el rendimiento. En ese artículo del New York Times en el 2002, un par de gerentes de esa época le daban voz a la importancia y al reto de la espectulación:

"Es un tema bastante rutinario cuando se discute sobre un jugador que de repente se pone más grande", decía Randy Smith, gerente de los Tigres de Detroit. "Para mí, tienes tipos que buscan mejorar su rendimiento y conseguir un contrato, y se convierten en personas totalmente diferentes a lo que eran en el pasado. Es muy difícil de evaluar. Uno ve tipos con velocidad de bate pobre que de repente se convierten en buenos bateadores con tremendo potencial de poder.

"Pienso que esto está sucediendo en toda la industria, y pienso que con todo el dinero que hay allá afuera se convierte en algo más relevante".

Cuando un jugador es adquirido, según dijo el gerente de San Diego Kevin Towers, "uno tiene que ser muy cauteloso si piensas que el jugador es usuario de sustancias".

Añadió, "Eres cauteloso sobre darle un contrato a largo plazo si lo que ha tenido son uno o dos buenos años".

Los castigos por pruebas positivas comenzaron dos años después, y para el 2006, incluso la misma asociación de jugadores propulsó la idea de fortalecer los castigos y trabajar para crear un balance en el campo de juego para una mayoría silente dentro de la asociación que no quería tener que pensar en el uso de sustancias para mantenerse a la par con los otros.

Pero más de una década después que Smith y Towers elaboraron sobre el juego de las adivinanzas que enfrentan los gerentes, la nueva generación de gerentes sigue teniendo que adivinar, que especular, que preguntarse.

Los equipos de Grandes Ligas están hambrientos de poder, y particularmente de poder al lado derecho, y el año pasado Nelson Cruz conectó más cuadrangulares que nadie en las mayores, 40. Remolcó 108 carreras; solo tres bateadores lograron más que él. Su producción de carreras fue una de las mejores en el deporte.

Pero los evaluadores se preguntan ahora, como se preguntaban hace un año cuando se convirtió en agente libre: ¿Qué es Nelson Cruz?

Tiene 34 años y viene de una temporada monstruosa.

Fue suspendido por uso de sustancias para mejorar el rendimiento en 2013.

Realmente no se estableció como ligamayorista regular hasta el verano en el que cumplió 29 años.

¿Acaso su aparición en las mayores a finales de sus 20 años estuvo atada a las drogas para mejorar el rendimiento? ¿Acaso su tamaño y su poder son ahora una coincidencia? Tuvo la mejor temporada de su carrera en el 2014, en sus medianos 30 años; ¿Está todo esto relacionado de alguna manera? ¿Es posible que haya vuelto a utilizar sustancias luego de ser suspendido y que haya encontrado una manera de vencer las pruebas?

Ellos no lo saben.

La industria del béisbol se construye cada vez más sobre los datos empíricos y los evaluadores no pueden encontrar respuestas completas a esas preguntas que se ciernen sobre Cruz, sobre Melky Cabrera, sobre otros. Ellos saben que es posible que nunca surjan respuestas a esas preguntas que les satisfagan del todo.

Los Orioles saben mejor que nadie lo bueno que fue Cruz el año pasado; él fue una de las principales razones por las que pudieron sobrellevar las lesiones de Matt Wieters y Manny Machado, y la suspensión al final de la temporada de Chris Davis. No hubiese habido forma de que Baltimore pasara a la Serie de Campeonato de la Liga Americana sin haber tenido la excelencia ofensiva de Cruz, de la que se beneficiaron por apenas $8 millones porque los equipos se alejaron de Cruz en la temporada baja pasada.

Pero fuentes indican que los Orioles no están listos para irse con todo con Cruz. Oh, seguro, si él acepta la oferta calificada de $15.3 millones, ellos con gusto lo aceptarían de vuelta con un contrato de un año. O, sí él quiere aceptar un contrato multianual pero de costo modesto, amigable para el equipo, ellos están más que dispuestos a firmarlo.

Pero ¿darle un contrato agresivo de cuatro o cinco años que refleje su posición como uno de los mejores jonroneros de Grandes Ligas? Ciertamente los Orioles no estarían dispuestos a hacerlo.

Porque ellos no saben con certeza qué es él. Ellos no tienen toda la información que ellos necesitan.

Ellos saben de seguro que Cruz era un compañero de equipo bien estimado por todos, como lo fue en Texas. Ellos saben que él pudo explotar las condiciones favorables para los bateadores en el Camden Yards.

Los Orioles también están conscientes, como lo están otros equipos, que hay menos razones para que un jugador que ya fue suspendido por uso de PEDs se asuste por más castigos. Un jugador que ya haya sido suspendido por PEDs y que esté en sus 30 años tiene menos que perder, porque ya él ha caminado por el sendero de la verguenza tras ser atrapado una primera vez; ya ha sido clasificado como un tramposo.

La unión ha hablado sobre fortalecer las penalidades para asustar a los ofensores reincidentes, y adoptó algunos cambios luego de la temporada 2012, pero hasta que la asociación de jugadores esté preparada para darle a los equipos el poder de no dar contratos garantizados a aquellos que han sido atrapados más de una vez, no va a haber un cambio significativo y permanente. El incentivo para hacer trampa para aquellos que lo han considerado está ahí, y sigue siendo muy poderoso.

Los Orioles y el resto de los equipos ven el problema en el que están metidos los Cerveceros con Ryan Braun, quien está bajo contrato por seis temporadas adicionales, por cerca de $100 millones. La producción de Braun ya ha comenzado a decaer, quizás debido a la edad, quizás debido a las lesiones, quizás porque ya no está utilizando lo que solía tomar. Ellos no saben las razones. Nadie las conoce.

Sin embargo, es algo seguro que Milwaukee le debe seguir pagando como una estrella, Y los otros equipos saben de seguro que ellos no quieren quedar en posición de pagarle un megacontrato a un jugador que se convirtió en un estorbo.

Esa fue la conversación que ocurrió en el invierno pasado sobre Bartolo Colón, quien terminó segundo en la Liga Americana en el 2013 en efectividad, pero solo pudo conseguir un contrato de dos años con los Mets, y -- poof -- las sandalias de cristal se rompieron y el equipo estaba buscando salir del contrato para mediados de temporada. Colón fue colocado en waivers y nadie lo reclamó. En otras palabras, nadie estuvo dispuesto a quedarse con el tipo que terminó segundo en efectividad en su liga el año antes por nada a cambio.

Esto es así porque los gerentes siguen preguntándose que es real y que no lo es, en una industria que es cada vez más reacia al riesgo.

A lo largo de los años, algunas teorías populares han ganado popularidad.

1. Muchos ejecutivos han llegado a creer que si la actuación de un jugador no hace sentido -- como una explosión en su producción al final de su carrera -- entonces se debe asumir que es gracias a productos ilícitos.

2. Ellos buscan lesiones que se ven tan frecuentes en usuarios de PED's -- lesiones de cadera, como las que sufrió Alex Rodríguez, u otros problemas importantes en la corva.

3. Si hay evidencia de culpas pasadas o de suspensiones, entonces algunos ejecutivos asumirán que si un jugador hace trampa una vez, estará dispuesto a romper las reglas nuevamente.

Pero en privado, ellos admiten que están adivinando; todo es un juego de adivinanzas. Melky Cabrera podría estar completamente limpio, y Cruz quizás también lo esté, pero los ejecutivos y dueños que hacen ofertas no pueden saberlo por completo, y para algunos de ellos, eso cambia todo.