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Sojo, triunfos y abucheos

Luis Sojo y la Vinotinto están en segunda ronda AP

Venezuela está en la segunda fase del Clásico Mundial. Eso es un éxito para el manager Luis Sojo y su equipo, y justifica las decisiones que tomó el piloto durante la primera ronda.

La afición ha criticado al estratega caraqueño en portales, periódicos y programas de radio. Hay páginas en Facebook que reúnen firmas en su contra. La mayor parte de los columnistas de su país censuraron la forma cómo manejó el affaire con el gerente general de los Marineros de Seattle, Jeff Zduriencik. Pero el pase a la segunda vuelta y la victoria contra Estados Unidos, el miércoles, le respaldan. Contra las victorias no hay argumentos.

Dos errores ha cometido Sojo, sin embargo. Uno de ellos ya poco importa y el otro puede remediarse.

Si el dirigente hubiera dicho que Carlos Silva y Félix Hernández tenían que lanzar contra Italia en la jornada inaugural, por ser su decisión y considerarlo necesario, habría callado a los críticos, porque es prerrogativa de un mánager planificar un torneo y trazar sus prioridades.

De haberse manejado el tema con más acertividad, Zduriencik no habría intervenido para decir que Silva y Hernández tenían permiso para ser usados como quisiera la Vinotinto y la prensa no habría hablado de mentiras, al comentar el supuesto argumento de que Seattle había obligado a ambos a lanzar el mismo día. Sea como fuere, eso ya es agua pasada.

La preocupación vigente es que el distanciamiento con los medios y el público tenga nuevos capítulos, ahora que la justa se ha mudado a Miami.

Sojo anunció que no ofrecería declaraciones antes del encuentro del miércoles como protesta contra los periodistas, y algunos jugadores secundaron la moción, al acusar a los enviados especiales venezolanos de no apoyar a la selección suramericana.

Los medios están obligados a cubrir la competencia con profesionalismo y responsabilidad, pero apoyar a las selecciones ciertamente no es su tarea. Esa es la tarea de la gente, lo cual nos llevará a otro asunto, más adelante.

Los momentos de tensión entre la delegación de Venezuela y los medios que hoy siguen sus pasos recuerdan el lamentable caso de 2006, cuando una guerra declarada entre el alto mando y los fablistanes contribuyó al ruidoso fracaso de aquella novena.

El único que puede zanjar estas tensiones es el propio Sojo.

El nativo de Petare sabía que su permanencia en el cargo causaría un movimiento de opinión pública, como en efecto ocurrió cuando fue ratificado, pero pocos hombres de béisbol tienen la inteligencia, el sentido del humor y la capacidad para ganarse la confianza de una audiencia como el ex infielder de los Cardenales de Lara.

Sojo puede y debe tender ese puente, apelando al mismo buen carácter que le hizo famoso en sus tiempos de pelotero. El enfrentamiento y las distancias sólo pesan en contra de la escuadra, y no ayudan a la causa que él mismo defiende.

LOS BRAZOS DEL TRIUNFO
Por lo pronto, los resultados respaldan a la dirección venezolana y entusiasman a un público que empieza a creer en un avance a las semifinales.

El bateo, el pitcheo abridor y el cierre siguen siendo los puntos fuertes de la Vinotinto. El bullpen intermedio continúa como el sector que debe dar el paso al frente para concretar la aspiración.

¿Cuál es el verdadero nivel de ese grupo de veteranos, lanzadores sin contrato en el beisbol organizado, que viajaron al Clásico cuando todos los relevistas grandeligas, sus compatriotas, dijeron que no?

Ciertamente no debe ser tan malo como en el primer encuentro contra Estados Unidos, cuando el bullpen permitió 13 carreras en cinco episodios. Pero para seguir hasta San Diego es necesario que Víctor Zambrano y compañía compilen desempeños similares a los de sus últimos encuentros.

Lo de Zambrano es capital. Con la posibilidad de que los abridores lleguen ahora a cinco o seis innings, dependiendo de cómo administren sus pitcheos, entre dos monticulistas de largo metraje podrían llevar cada choque hasta el séptimo u octavo tramo.

Silva, Hernández y Armando Galarraga abrirán en la segunda ronda. Serán relevados por Enrique González, Ramón Ramírez y Zambrano.

Si esas "duplas de abridores" mantienen a Venezuela en la pizarra y cierran la brecha antes de que llegue el momento de Francisco Rodríguez, Sojo podrá manejar el resto de su cuerpo de relevistas con mayor margen de error y menos presión para sus pupilos.

La victoria contra Estados Unidos, por lo pronto, fue un bálsamo necesario.

BASTA DE ABUCHEOS
La llegada a Miami, sin la presencia de República Dominicana, permitirá a la Vinotinto gozar de una suerte de localía compartida con los estadounidenses. La colonia venezolana en Florida es suficiente como para copar amplios sectores del Dolphin Stadium.

Basta que esa fanaticada cumpla con su papel. Y su papel no es abuchear a sus propios peloteros debido a sus posiciones políticas.

Las pitas que se escucharon en Toronto contra Magglio Ordóñez recordaron las silbatinas contra Sojo, Giovanni Carrara y Robert Pérez en 2006, aunque los motivos esta vez sean diferentes.

Ordóñez no se merece ese maltrato. Tiene derecho a pensar como quiera sobre el Presidente de su país, tanto como también tienen derecho los aficionados a estar a favor del gobierno o de la oposición en la nación suramericana.

Puesto que el jardinero derecho expresó sus opiniones como simple ciudadano, sin vestir el uniforme de la selección nacional, ni el de los Caribes de Anzoátegui o el los Tigres de Detroit, la reacción del público tampoco debería mezclar política con deporte.

Decimos esto, apelando a una simpleza: si los que pitan a Ordóñez también apoyan a Venezuela en el Clásico, ¿qué van a hacer si los batazos del mismo Ordóñez producen nuevas victorias?

Más importante aún, ¿no está claro que abuchear a un miembro del propio equipo, por motivo tan fútil, es una agresión contra el jugador y contra el resto de la escuadra, cuyos miembros lo respaldan y lo sienten compañero? ¿No resulta contraproducente y autodestructivo?

Quienes están a uno y otro lado de la diatriba política venezolana deben recordar que el respeto a las posiciones ajenas es la base de la verdadera democracia, especialmente cuando esas posiciones resultan inaceptables para el otro.

Y sobre todo, debe recordarse que al triunfo sólo se llega si aficionados, técnicos y peloteros empujan juntos hacia el mismo lado.