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Chivas: Patrimonio del futbol mexicano

No le pertenece ni a la familia Vergara, mucho menos a José Luis Higuera ni a Tomás Boy. Chivas es un producto sagrado, un referente histórico del juego, del espectáculo, del entretenimiento. Chivas identifica colores, pasiones, une familias y enaltece la tradición que significa el futbol. Si alguien que no ve al Club Deportivo Guadalajara como eso, no sabe lo que tiene en manos y no pertenece a él de ninguna manera. Hacer negocios o comprar futbolistas del rival deportivo esta prohibido. Lo demás, que si Oribe Peralta es buen futbolista, que si es un profesional, que si tiene 35 años, que si es un “traidor” o un “mercenario”, sale sobrando. Guadalajara sigue siendo lo más importante ahora y siempre.

SAN DIEGO, California.- Empiezo a sentirme demasiado sólo, como un romántico empedernido, abandonado y hasta vituperado, pasado de moda por creer que los colores, la pasión y la identidad sigue siendo una parte medular de este juego espectáculo, entretenimiento llamado futbol.

Chivas y, sobre todo aquellos que lo manejan, deben entender el papel fundamental que este club tiene en el futbol mexicano. Es un patrimonio de este futbol. Lo es en la cancha, con sus victorias memorables, con el recuerdo entrañable del 'Campeonísimo' y lo es por sus tradiciones, entre ellas la de jugar siempre con elementos nativos.

Chivas es único en México y en el mundo y como tal debe cuidar las formas tanto dentro como fuera del campo de juego. Negociar o traer futbolistas que llegan de su gran rival deportivo, el América, es una práctica que atenta contra su identidad y sus valores.

Sigo pensando que muchos no entienden el verdadero valor de Chivas para el futbol mexicano. Un valor que le otorga equilibrio con el América; una tradición que respeta y pondera al futbolista nativo en un mundo y una industria cada día más globalizada; un equipo que es capaz de generar escenas de amor y empatía en la cancha donde se presenta. Chivas y el América son los "buques insignia" de un futbol que no podría verse e imaginarse sin ellos.

Hay cosas que deben cuidarse y respetarse. La pérdida de valores está presente, en estos tiempos, en cada rincón de nuestras vidas. El futbol es un simbolismo que se ha distorsionado en la necesidad de ser un negocio activo y exitoso. Cuidar de sus hábitos y leyendas es obligación de aquellos que reciben las llaves de un club de estas dimensiones.

Espero que Amaury Vergara, dueño, y José Luis Higuera, presidente, hayan entrado en un conflicto profundo por la idea de traer a un jugador que pertenecía al América. No basta, como lo hizo Higuera, con echarle el balón al entrenador y afirmar que Tomás Boy lo había pedido. Boy puede pedir lo que quiera, pero no lastimar la parte más elevada y sacrosanta de este club: su identidad. Entiendo que Boy defienda la necesidad de tener un futbolista rentable y dueño de una gran personalidad. Oribe Peralta tiene 35 años de edad, pero nadie me va a convencer de que la operación ha sido la apropiada. Chivas debe valerse de sus propios recursos, buscar futbolistas en sus fuerzas básicas, trabajar con ellos, hacerlos crecer, confiar, jugársela, no prestar sin idea por aquí y por allá como lo ha hecho con varios de sus producciones de fuerzas básicas. Tomás Boy ha ido contra sus propias doctrinas de creer en el futbolista joven, formarle y darle el valor.

Lo primero que entender las personas que conducen a Chivas es qué significa para el futbol mexicano. Si no lo saben, podrían darse una vuelta por el salón de trofeos, hojear algún libro o llamar a algunos de los ilustres miembros que ha tenido este club para que les indiquen el camino. Chivas no le pertenece ni a la familia Vergara, ni a José Luis Higuera ni a Tomás Boy. Va más allá. Es un patrimonio del aficionado y del futbol mexicano.

@Faitelson_ESPN