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Lo que la pandemia se llevó...

Las desapariciones continúan en el futbol mexicano: primero fue la Liga de Ascenso, luego el descenso de la Liga MX, más tarde el torneo de Clausura 2020 y ahora una plaza llena de tradición y arraigo como Morelia. Decisiones importantes pero alejadas de una inteligencia futbolística. Las consecuencias llegarán tarde que temprano. Estos personajes, con la bandera del negocio, los dineros y los intereses hacen y deshacen a su antojo en el futbol de México…

SAN DIEGO, California.- En el nombre de “la crisis, los dineros y los intereses” del juego, los dirigentes del futbol mexicano están dispuestos a desaparecer lo que sea: La Liga de Ascenso, el descenso de la Liga BBVA Mx, el Clausura 2020 y ahora la tradicional plaza de Morelia.

Las cuentas de la pandemia para el futbol mexicano son dramáticas, pero impera la sensación de que no se tomaron las medidas más inteligentes y que no se buscaron los mecanismos apropiados para afrontar los primeros problemas de la recesión.

Todo comenzó por la Liga de Ascenso. No era, hay que decirlo, un tema que surgió a partir de esta emergencia. Ya desde hace algunos meses, quizá un par de años, la idea estaba en mente de los dirigentes. La segunda división del futbol mexicano murió lenta y agónicamente, sin que nadie hiciera un intento por resucitarla.

Y al desaparecer la división de ascenso, los dirigentes también aniquilaron el descenso desde la máxima división, un asunto enredado asimismo en intereses de ciertos grupos. Es decir, mataron dos pájaros de un sólo tiro. Puede que el Covid-19 haya apresurado la toma de las decisiones, pero desparecer la Liga de Ascenso y acabar con el descenso en la Liga Mx eran temas que habían estado presentes en cierta parte de la mesa de las negociaciones.

La tercera anulación fue la del Clausura 2020. Dicen que los positivos en los primeros exámenes médicos realizados a futbolistas (en el club Santos) fueron el detonante. La realidad es que faltó capacidad para poder generar un espacio en el congestionado calendario y la otra es que podría existir algún tipo de interés oculto para no presionar más las fechas. No hubo voluntad para salvar el campeonato y se tiraron 10 fechas la basura.

Faltaba otra desaparición en medio de la contingencia: la del Morelia.

Una larga tradición que comenzó con aquel Atlético Morelia que jugaba en el viejo Venustiano Carranza, justo frente al Acueducto, con Nicandro Ortiz como propietario, “La Tota” Carbajal como entrenador y Doña Glafira en la oficina. Los tiempos románticos de Horacio Rocha, Mario Díaz, “El Mudo” Juárez, Carlos Miloc, se transformaron en los días del “Fantasma” Figueroa y otros grandes chilenos que portaron la camiseta purépecha y luego, la época del campeonato de Darío Franco, Comizzo, “El Tato” Noriega, Almirón y “La Monarquía” de Martinolli y un club que alcanzó un nivel protagónico a partir de aquel título logrado en La Bombonera toluqueña a inicios de este siglo. Luego, hasta tres aproximaciones fallidas en las finales del futbol mexicano. El esfuerzo de Álvaro Dávila, el único personaje que se salva dentro de la poco afortunada administración futbolística de TV Azteca, logró hacer mucho con poco. Morelia, o Monarcas como lo idearon Dávila y Cucu Estevez, se había transformado en un baluarte indiscutible de la Liga Mx. Había suficiente arraigo y tradición en la plaza como para soportar las quejas de los ejecutivos de TV que acusaban a Morelia de ser una ciudad de poco crecimiento en materia económica.

A pesar del incremento de la violencia en el estado (Michoacán) y en todo México, el Estadio Morelos es una instalación muy atractiva para el futbol. Grande, cómodo, seguro, con vías de acceso y zonas de estacionamiento, más todo el crecimiento que tuvo a su alrededor --empujado por Dávila-- para campos de entrenamientos y el trabajo de las fuerzas básicas del club.

El futbol se ha ido de Morelia de forma intempestiva, porque, bien o mal, el club se había convertido en la imagen icónica de la televisión tras su innegable fracaso en Veracruz, en Puebla y hasta en Guadalajara con el Atlas. El Monarcas, aún dentro de sus limitaciones, se las había arreglado para mostrar una esencia competitiva y alejarse de los comprometidos temas del descenso que le acompañaron casi desde su nacimiento. Entiendo, también, que la situación económica pudo haber empeorado en la pandemia y quizá la empresa no recibiría más los apoyos económicos que solía percibir del gobierno del estado. A pesar de ello, había que agotar todas las posibilidades antes de sacrificar una plaza que demostró su valía y que fue parte de un crecimiento gradual junto al de sus propietarios en el futbol.

El futbol mexicano ha tomado decisiones apremiantes en medio de una crisis importante. Ello no quiere decir que han sido decisiones inteligentes. Desaparecer una Liga, acabar con el descenso, aniquilar un torneo y desvanecer una plaza que tenía arraigo y tradición. Lo que la pandemia se llevó, a nombre de los intereses, de los dineros y de la falta de capacidad de nuestros dirigentes futbolísticos…

@Faitelson_ESPN