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Mal negocio el canje de Hechavarría a los Rays

Con la salida de Hechavarría, los Marlins pierden al último exponente de una conexión con el público mayoritariamente cubano de Miami. AP Photo/Lynne Sladky

El cambio del campocorto cubano Adeiny Hechavarria a los Rays de Tampa Bay por dos prospectos es el más reciente mal negocio de Jeffrey Loria y la gerencia de los Marlins de Miami.

Este lunes se supo que Hechavarría se mudaría un poco al oeste, dentro de la misma Florida, en canje por el jardinero Braxton Lee y el lanzador derecho Ethan Clark, ambos en Ligas Menores y ninguno de ellos entre los 30 principales prospectos de la organización de los Rays.

El cubano es uno de los mejores defensores de su posición, perenne candidato al Guante de Oro, autor de atrapadas espectaculares que para al público de sus asientos, mientras que a la ofensiva, sin ser un bateador de élite, tampoco es el clásico out por regla.

Si bien la pasada campaña su average cayó casi 50 puntos en comparación con el 2015 (de .281 a .236), esta temporada había tenido un repunte y su promedio andaba por .277 al momento de ir a la lista de lesionados.

Entonces, los Marlins podrían haber conseguido algo mejor por él, sobre todo ante el sentido de urgencia de unos Rays que ven reales sus posibilidades de avanzar a la postemporada o al menos luchar por un boleto hasta el último día.

Por otro lado, el equipo puede haberse apresurado en el canje, deslumbrado prematuramente por una buen racha que tuvo el novato J.T. Riddle el mes pasado, mientras cubría el puesto del lesionado cubano.

Pero mientras que defensivamente hablando, Riddle no es ni la sombra de Hechavarría, con el madero en la mano está por verse quién es en realidad, si el que disparó 19 hits en 63 turnos en mayo (.302) o el que lleva 16 imparables en 84 veces en junio (.190) y anda en un slump con apenas un cohete en sus últimas 25 visitas al plato.

Ya desde el punto de vista sentimental, con la salida de Hechavarría, los Marlins pierden al último exponente de una conexión con el público mayoritariamente cubano de Miami y ya veremos en los próximos días si la fanaticada siente su partida como un golpe bajo, uno más, de la gerencia hacia la comunidad.

Si ya iban pocos al Marlins Park, no se extrañe nadie si la asistencia baja aún más.