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Los Interinos II: Cadena y Ortiz, ¿relevistas eternos?

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Ricardo Cadena acepta que no ha tenido pláticas con la directiva rojiblanca para su continuidad (0:56)

El técnico de Chivas agregó que su meta principal es vencer al Atlas, antes de pensar en si se quedará como DT del equipo. #CadenaEnPicante (0:56)

LOS ÁNGELES — “Somos de la misma sustancia de los (nuestros) sueños”, escribió William Shakespeare en La Tempestad. Y Los Interinos tienen los suyos también. Porque hoy, Ricardo Cadena y Fernando Ortiz, aún metidos en Liguilla, leen su descripción laboral y su cheque, como eso, como interinos.

Habíamos hablado de la redención de Los Interinos. Ortiz y Cadena habían recibido despojos, fiambres. América y Chivas exudaban formol, más que esperanza. Su horóscopo hablaba de funerales. El #Vocholari y el #Tricileaño estaban desvencijados.

Hoy, insisto, en Liguilla, y con los pabellones de la expectación y las expectativas, ondeando glamorosos, Los Interinos, siguen siendo interinos.

Ricardo Cadena, en charla con Futbol Picante de ESPN, aclara que NO ha recibido una oferta como entrenador definitivo. En el América, también hay un tabú sobre el tema, y Fernando Ortiz, seguramente, sólo mira de reojo a la gerencia, mientras organiza ya la Toma de Puebla.

Hay una sintomatología deliciosa, detrás de todo esto. De los porqués las directivas se muestran cautelosa, y de porqué Los Interinos se muestran cautos ante ese silencio burocrático de sus jefes inmediatos, en este caso Santiago Baños y Ricardo Peláez.

1.- Los Interinos son empleados del club. Ortiz y Cadena tienen un salario administrativo. Y el club observa. Chivas se ha equivocado al elegir técnicos, varios, muchos. América se desplomó de la cima a la sima, por su fervor hacia Solari. Hoy, ambas instituciones, ven la manifestación de lealtad, de compromiso y de ambición (“la sustancia de los sueños”), de sus técnicos, de Los Interinos. Y aguardan.

2.- Cadena y Ortiz desfilan descalzos sobre esa línea de fuego divisoria entre el éxito y el fracaso. En el futbol, esa frontera se angosta al infinitesimal veredicto de 90 minutos. O de 180, como es la Liguilla. Ellos mismos no quiere perturbar, perturbarse ni ser perturbados. Entienden, Los Interinos, que en términos de resultados, su hoy no es ayer, sino mañana.

3.- El interinato, es una zona de alto riesgo. Apesta a parche, a remiendo, a medias suelas. Y lo primero que un interino debe hacer, es hacerse respetar. Cadena y Ortiz lo han conseguido de manera inmediata. También, entiéndase, el jugador, en desgracia y exhibido, busca una alianza inmediata que lo rescate. Los Interinos han bebido de la misma sangre agridulce que sus dirigidos. La lealtad y el compromiso son más importantes, en un vestuario, que cualquier contrato.

Visto así, se multiplica el mérito de Los Interinos. Cierto, aún, en la frágil y despiadada balanza del futbol, aún no han ganado nada, porque, realísticamente, aún pueden ganar todo.

En La Liguilla, lo desproporcionado de los milagros, es que se abaratan en el ajetreo de sólo 180 minutos. Y ambos entrenadores muestran argumentos para seguir con vida en en esta Fiesta Final.

1.- Fernando Ortiz tiene en el América el mejor medio campo de la Liga. El mejor rombo: Diego Valdés, Richard Sánchez, Álvaro Fidalgo y Pedro Aquino. Transformó la autopista del fondo, en una garita fronteriza más intransigente. Cierto, ataca con cuchillito de palo, porque Federico Viñas y Henry Martín son tan peligrosos como el veneno de una lombriz.

2.- Ricardo Cadena ha revalorado a los jugadores. Pierde al ‘Canelo’ Angulo, lastimosamente, pero es el mismo Chicote Calderón del Necaxa; el mejor Alexis Vega, mejor añejado que el vodka con tamarindo; y un Fernando Beltrán que a cada partido ridiculiza al Ex Rey Midas, quien lo segregó de manera cruel y purulenta. Y cuidado con la mosquita muerta del Rebaño: Eduardo Torres, es tan bueno, que no se nota. Sin él, lo que hacen todos los mencionados, no sería posible.

Hay más todavía. Los Interinos han trasformado la tribuna. Sus estadios eran un camposanto. Ir al estadio en este 2022 era exponerse al ridículo, era como un refugio para divorciados sin hijos, o para solteros sin Tínder. Así de patético. Hoy, el Azteca y el Akron, son una coreografía festiva de fe y de esperanza. La afición de América y Chivas gorjea, gorgorea y revolotea, porque han salido del silencio sepulcral, al derecho incontrolable de la felicidad.

Los tres o cuatro asiduos a este espacio, más desolado que la justicia en Querétaro, saben que las Chivas, ni en birria, porque apestan. Sin embargo, en este oficio, he podido cubrir innumerables clásicos tapatíos y nacionales, ya sea en el Estadio Jalisco o en el Estadio Azteca. Entiéndase: sobrecoge sin duda, la afición de Tigres, impone la facción del América, solivianta el gentío del Atlas, pero, particularmente, la atmósfera brutal, explosiva, electrizante que desata el Guadalajara, en sus grandes momentos, rebasa a todos los demás en el futbol mexicano.

Claro, también Chivas tiene una que otra bestia en la tribuna, pero el aficionado genuino cuando hace erupción, genera una ebullición estremecedora. Cuando ese orfeón estalla, hay, en el recinto, algo más que sonidos, es un firmamento poderosísimo que eriza, que acalora, desde dentro, desde muy adentro, la piel del futbolista. Ahí, en el tendido, Ricardo Cadena encuentra el mejor aliado.

Así pues, Los Interinos llegan a su Juicio Final. Ricardo Cadena ante un adversario contra el que conoce el encono heredado: el Atlas. Y Fernando Ortiz, irónicamente, ante quien alguna vez sonó (¿y soñó?), para sentarse en ese sitio: Nicolás Larcamón, con el Puebla.

La expresión completa de Shakespeare, es esta: “Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir”. Sí, la brevedad de Los Interinos o la eternidad de Los Interinos.