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Matías Almeyda, mártir del (inexistente) Pacto de Caballeros

LOS ÁNGELES -- Chivas puede estar promiscuamente satisfecho: el Pacto de Caballeros exilió a Matías Almeyda.

El destierro de El Pelado es al peor equipo de la MLS (20 puntos de 96 posibles): San José, con unos Terremotos que tiemblan menos que un teporochito con la cruda de lunes.

Mientras esperaba, jubilado y jubiloso por el finiquito de Chivas con 100 mil dólares al mes por año y medio, Almeyda tuvo escarceos con la selección mexicana, con Monterrey y con el Grupo Pachuca.

José Luis Higuera, a quien Ricardo Peláez inmortalizó como el #Pelagatos2.0, hizo labor de zapa. Implorando el inexistente, claro, Pacto de Caballeros, como interdicto absoluto, Chivas bloqueó a Almeyda.

En pleno mundial, en Raza Deportiva de ESPNDeportes, adelantamos el veto impuesto con un mismo discurso insidioso del achichincle plenipotenciario de Jorge Vergara.

"Tú sabrás si lo contratas, pero en Chivas nos puso el vestidor en contra, rebeló a los jugadores y se olvidó de la institución que le pagaba. Como empleado nos traicionó uniéndose al grupo de jugadores". Palabras más, palabras menos la demagogia tóxica en la argucia del #Pelagatos2.0 (AKA Higuera).

Para corroborar el complot contra Almeyda, Amaury Vergara, saltó a escena sin que nadie se lo pidiera: "Nunca lo boicoteamos, estamos muy agradecidos con él". Explicación no pedida, acusación manifiesta.

Ciertamente poco ayudó el representante Santiago Hirsig a su entrañable Matías. Hizo circular versiones de que lo buscaban en equipos de Italia, España, Catar, Colombia, Argentina y Francia. Un parche universal.

Incluso, Hirsig lo arrimó para selecciones nacionales de Argentina, EEUU, Colombia, Paraguay, Costa Rica y hasta aprovechando la amistad del Papa Francisco, lo incrustó en El Vaticano.

Después de ese peregrinar mediático en el vertiginoso Tsunami de las especulaciones, Almeyda llega a San José, irónicamente una tierra de americanistas, como toda la parte norte de California.

Sin urgencias financieras, con esa sólida beca del finiquito de Chivas, le espera una labor colosal, herculina, aunque Almeyda está acostumbrado a ello.

A River Plate lo tomó en crisis, al igual que a Chivas, que tomaba bocanadas de aire en la desesperación del descenso, y le dio cinco trofeos.

El inglés no es su fuerte, pero tiene casi seis meses de gracia antes de comenzar el próximo torneo de la MLS, buscando una reestructuración absoluta, y sobre todo, adaptarse a una liga a lo que alguna vez Paco Palencia definió como la versión más futbolera del rugby.

Claro que hay cláusulas en el contrato de Almeyda. Puede rescindirlo si en el futuro hay alguna oferta de Europa o de alguna selección nacional.

San José puede estar tranquilo: no llegarán esas ofertas, más allá de que su representante suelte una lluvia de confeti ilusionista y alucinante en el momento menos oportuno, como lo hizo siempre que Almeyda estuvo en Chivas.

Al final, Higuera se salió con la suya, pero ¿sabrá míster #Pelagatos2.0 que Judas se ahorcó precisamente en una higuera...?